Intervenir el espacio y transformar su percepción a través del arte es la inquietud que motoriza a la escultora Natalia Abot Glenz. Por lo menos, esa búsqueda se evidencia en Espacios dinámicos, una muestra que reúne nueve esculturas de gran escala pensadas para espacios interiores y exteriores. “Es una investigación espacial con elementos que pueden tomar distintas formas, y que en función de su posición al espacio de exposición y a los otros elementos va configurando distintas propuestas espaciales”, explica Abot Glenz a Página/12. Las piezas no buscan emular la realidad ni figuras geométricas reconocibles, sino que remiten a un universo abstracto. La muestra, inaugurada el martes en la Fundación Lebensohn (General Hornos 238), se podrá visitar de lunes a viernes de 14 a 19, hasta el 29 de noviembre.

Las nueve obras –algunas alcanzan los dos metros y medio– se reparten en tres sectores en donde se combinan en grupos de a tres: Unas están trepadas a la pared, otras se entrelazan entre sí y otras están dispuestas tanto en el piso como en la pared. Aunque pesan muy poco –fueron realizadas con resina acrílica y telgopor–, todas tienen un tamaño imponente. Y la intención de Abot Glenz es que el público ponga su cuota e interactúe con las esculturas. “Cuando trabajás con piezas de gran escala, la relación con el público pide una interacción”, entiende la artista plástica. “El público es convocado de otra manera, no hace falta que toque la obra para que pueda interactuar con ella. Cuerpo a cuerpo te encontrás con estos objetos que están cambiando tu proyección del lugar.”

Un aspecto importante es la condición itinerante de la muestra: No sólo se podrá ver en Buenos Aires, sino que luego visitará otras provincias. “En cada lugar me enfrentaré a un nuevo desafío, porque el espacio será otro. Al cambiar las relaciones y la posición de las otras, las piezas tomarán otro sentido. Además, hay algo que se produce no sólo por la forma, sino por el tamaño de la pieza. No es lo mismo ver la maqueta que dio origen a todo esto que las formas a escala real. Hay algo de la gran escala que apela a que te pase algo, te guste o no. Te encontrás con un objeto gigante que te hace leer el espacio donde está de distinta manera.”

La muestra invita a reflexionar sobre la relación que existe entre materia y espacio. En el catálogo, la artista y arquitecta cita al escultor Eduardo Chillida. “El se pregunta ‘si la materia no será un espacio muy lento o el espacio no será una materia muy rápida’. Todo lo que vemos es energía, de alguna manera, y las relaciones entre los objetos es la parte visible de la materia. Somos parte de ello y habitamos espacios de diversas escalas, donde se producen infinidad de equilibrios y no-equilibrios de energía.” Su intención artística y escultórica, entonces, apunta a “redefinir y transformar los espacios que transitamos y habitamos”. En esta línea de trabajo, Abot Glenz realizó exposiciones colectivas e individuales. Entre ellas se destacan Dibujos del tiempo, en el Centro Cultural Recoleta (marzo.abril de 2010), y la escultura pública permanente emplazada en el Paseo Carlos Páez Vilaró, en Tigre.

–¿Por qué le interesa trabajar con formas abstractas?

–Porque me permite la libertad de manejarme sin tener el recurso de la figuración; no necesito apelar a algo conocido, sino que el mismo diálogo espacial de los elementos produce tensiones, proximidades, silencios y te lleva a un terreno más humano. A la abstracción se llega en muchos casos por la depuración de las formas que conocemos. Hay una apelación a una parte sensible, casi primaria, que todo el mundo puede percibir. Trabajé durante un montón de tiempo con cintas y ahora esas cintas tomaron grosor, porque el material que usé me permite tallarlas y generar mayores contrastes.