Martes, 7 de enero de 2014 | Hoy
PLASTICA › ELBA BAIRON EN EL CICLO CONTEMPORáNEO DEL MALBA
La artista –reciente ganadora del Gran Premio del Salón Nacional– presenta una exposición de figuras humanas a escala natural (hechas en pasta de papel) que en conjunto componen una escena tan apacible como misteriosa.
Por Fabián Lebenglik
Si hace diez años Elba Bairon –ganadora del Gran Premio Salón Nacional Nuevos Soportes e Instalación y del Premio Federico Jorge Klemm a las Artes Visuales 2012– presentó una aproximación volumétrica, objetual y escultórica al género de la naturaleza muerta y los bodegones, ahora se mete por primera vez de lleno con la figura humana.
La delicadeza y sensualidad de su obra está casi siempre asociada a la lentitud, al silencio y a la huella del trabajo manual, tanto como a la relación con el cuerpo.
La muestra que está presentando en el Malba se compone de ocho figuras humanas a escala natural –moldeadas a mano en pasta de papel– y tres maquetas arquitectónicas hechas en yeso.
Tanto aquella “trasposición” (del papel al volumen) de hace una década como la que ahora exhibe en el museo son el resultado de un largo proceso que comenzó hace treinta años, porque la artista –nacida en La Paz en 1947 y formada en Montevideo y Buenos en los años sesenta y setenta– comenzó siendo dibujante, pintora y escenógrafa y se volcó lentamente hacia el volumen a mediados de los años ochenta.
Página/12 entrevistó a la artista.
–Hace mucho tiempo vengo pensando en el tema de la figura humana; me gusta mucho la escultura, y especialmente Antonio Canova. Como con esta muestra me metí de lleno con la figura humana, también elegí la escala natural, pero me dio mucho trabajo, porque a cada paso tenía que resolver cuestiones formales. Y si bien son piezas en completa relación con la escultura, a mí me incomoda que me llamen “escultora”. La siento una denominación muy pesada. Mi formación no viene de la escultura sino de la pintura, el dibujo y el grabado y trabajé mucho también en escenografía. Por eso mi aproximación a la figura no es para nada pretenciosa, sino muy sencilla. Además las figuras, aunque se imponen por su volumen y por su escala, están hechas en pasta de papel y el papel representa la levedad. Esto es coherente con su origen, porque las figuras nacieron también del papel: quiero decir, del dibujo y de la acuarela sobre papel. Con este proyecto fui a ver a mi galerista, Hernán Zavaleta, y pensamos que el lugar para llevarlo a cabo era el Malba, entonces él gestionó la muestra en el museo. Hasta ahora yo estaba acostumbrada a que para cada muestra, luego de calcular con mi asistente los materiales que necesitaría, como me parecía mucho, reducía todo. Pero ahora trabajé sin ahogos económicos, con todo el material necesario.
–Mi idea fue trabajar sobre un grupo de figuras en situación solitaria, pero a su vez que establecieran una comunicación silenciosa. Pensé, en términos muy generales, en una reunión, en una ópera o un pesebre. Siempre desde cierta teatralidad. Tenía planteadas las figuras en acuarelas. En algún caso, como la figura acostada, la tenía en el papel desde los años ’90. La relación entre los individuos y el grupo también la pensé en los dibujos. Me hice maquetas donde organizaba todo. Y en cuanto a cada una de las figuras individuales, cuando empezaba a modelarlas, cada pieza me sugería la siguiente. Una vez realizadas, las piezas no podían estar exhibidas así nomás, sin un sentido. Entonces quise generar el momento en que las piezas buscaran una relación entre sí y a su vez una relación con el espacio. Sin embargo, hablo de relación en un sentido muy abstracto, ya que no hay una historia por detrás, por lo menos no la hay en la intención. O, en todo caso, las historias posibles son muchas... Hay, por ejemplo, tres figuras iguales que en principio las había puesto juntas, porque armaban algo, un núcleo. Pero resultaba un esquema muy cerrado. Entonces quedaron dos juntas y así sí funciona, porque las dos nunca se miran ni se dan la espalda y al recorrerlas se genera el efecto de un continuo, de una cinta de moebius. Lo que quiero decir es que la relación entre las piezas se da por temas como el volumen, la forma, la energía, la distancia: son cuestiones abstractas.
–Tuve que seleccionar, de todas las figuras proyectadas, un grupo. De todo el material que tenía pintado y dibujado, elegí simplemente por gusto el conjunto que finalmente es el que está expuesto. Así, la realización de la muestra me llevó un año de trabajo muy intenso y con bastante presión. Pero pienso que incluso bajo presión, trabajo bien. Y a pesar de que fue la muestra de mayores dimensiones que hice y en la que trabajé con más inquietud en relación con la expectativa y por la cantidad de trabajo, los visitantes me dicen que les transmite serenidad y rescatan lo amoroso. Creo que es la exposición más clásica que hice.
–Este acompañamiento lo pensé en términos de pertenencia y de fragilidad, aunque a muchos visitantes, en el caso de las figuras con animalitos en brazos, les sugirió la idea de la maternidad, también en relación con toda la tradición de maternidades de la escultura.
–A esta altura no sabría decir si esta pieza fue el punto de partida o de cierre de la muestra. No cabe duda de que es la pieza clave de la muestra. Y aunque fue la última que realicé, es también la que primero tenía planteada en el papel, hace unos quince años. Creo que es también la más dolorosa. Pero si por una parte la escala de la muestra, la blancura de las piezas, el hecho de que se trate de figuras humanas, el propio contexto del museo, etc., transmiten cierta gravedad, sin embargo por otra parte yo también las siento irónicas, porque estas figuras tienen algo de juguetes.
–La relación entre las maquetas y los personajes es para mí muy especial. Las maquetas me gustan porque son como casas y al variar la escala, la misma exposición presenta la escala natural y la miniatura. En este sentido las maquetas proponen una escena más lejana, un paisaje abstracto. Algunos me han dicho que si las sacaba, la muestra funciona igual. Pero para mí las maquetas son como una posta, un punto de apoyo; porque en las figuras no hay ángulos y son suaves. Las maquetas, en cambio, funcionan por oposicion a las figuras: porque son miniaturas, son detalladas, son geométricas, no generan confrontación con el cuerpo del visitante, como sí lo hacen en cambio las figuras humanas a escala natural. Las maquetas, además, son inofensivas y de algún modo desdramatizan la gravedad que podrían sugerir las figuras.
–Estoy pensando en trabajar con otros materiales: me gusta mucho la fundición. Voy anotando ideas, haciendo dibujos... Hace tiempo que no siento un bache en mi trabajo.
En el marco de la exposiciones de Elba Bairon y de Liliana Porter, el Malba organiza el ciclo “Visita+taller”, entre figuras y espacios en blanco, que consiste en una visita participativa por las exposiciones de ambas artistas, para conocer los distintos personajes que habitan las instalaciones que cada una de ellas diseñó especialmente para las salas del Museo. Algunos personajes son de tamaño real y otros tan pequeños que resultan apenas visibles. La propuesta incluye actividades en sala y un taller en el que los participantes podrán crear un ambiente con sus propios personajes. El ciclo se llevará a cabo los domingos 19 y 26 de enero; 2 y 9 de febrero, a las 15, y está dirigido a chicos de 5 a 11 años, acompañados por un adulto. El costo es de $25 por persona. Entradas a la venta a partir de las 12 del mismo día.
* Hasta el 10 de marzo en el Museo de Arte Latinoamericano, Avenida Figueroa Alcorta 3415. La entrada a la muestra de Elba Bairon es gratuita.
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