PLASTICA
Con la presencia del presidente uruguayo, José Mujica, y tres de los últimos cuatro mandatarios de ese país, una multitud despidió ayer al artista plástico Carlos Páez Vilaró luego de un velatorio “con honores” en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo de Montevideo. Con una bandera de la comparsa C1080 sobre el ataúd, en la que solía tocar su tambor durante el Carnaval, los restos del artista, fallecido el lunes a los 90 años, tuvieron su último adiós por parte de diversas personalidades de la cultura y la política de Uruguay. El sonido de la característica música uruguaya lo acompañó luego hasta el Panteón de la asociación gremial de artistas del Uruguay, Agadu, en el Cementerio Norte de Montevideo, donde el creador de Casapueblo había pedido ser enterrado. Fue el mismo Mujica quien propuso a la familia hacer el velatorio en la casa de las leyes de Uruguay, donde también se hicieron presentes los ex presidentes José María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y Jorge Batlle. “Va a sobrevivir en nosotros, en el recuerdo, en la nostalgia, y en cada vez que un gurí se plante a mirar el sol. Gracias maestro”, afirmó el mandatario uruguayo frente al ataúd, sobre el que la familia depositó un pincel, como símbolo de los murales y paisajes que el artista había pintado. Durante el velatorio, en el que estuvieron presentes familiares y amigos de Páez Vilaró, Agó Páez, su hija, sufrió una descompensación y debió ser internada en el Sanatorio Americano de Montevideo, en “delicado estado” de salud y bajo control médico estricto. “Está avanzando. Va delicada. Su estado va queriendo, mejorando. No es un infarto, es algo vinculado al corazón. Tiene que volver a recuperar su fuerza. Nunca tuvo un problema cardíaco”, señaló su hijo Horacio.
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