Martes, 10 de marzo de 2015 | Hoy
PLASTICA › JUAN CARLOS DISTéFANO, REPRESENTANTE ARGENTINO EN LA BIENAL DE VENECIA
El gran escultor será quien representará a nuestro país en la próxima Bienal de Venecia que se inaugura el 9 de mayo. El envío, de 23 piezas, contará con un montaje especial, aprovechando la arquitectura del pabellón argentino.
Por Fabián Lebenglik
El jueves pasado, en la Cancillería, la directora de Asuntos Culturales, embajadora Magdalena Faillace, presentó el envío oficial a la 56ª Bienal de Venecia, junto al artista que representará a nuestro país, Juan Carlos Distéfano, la curadora del envío, María Teresa Costantin, el historiador del arte José Emilio Burucúa (autor del ensayo que incluirá el catálogo) y Patricio López Méndez, uno de los diseñadores del montaje.
Durante el acto, Juan Carlos Distéfano confesó que jamás imaginó que iría a la Bienal de Venecia: “Estoy aterrado. Siento como si fuera a estar en calzoncillos ante el público...”, dijo el escultor, “pero espero que, como suele pasarme, con el correr de los días y con las cosas que puedan decirme los visitantes, me vaya aflojando”.
“Fue difícil la selección –explicó Magdalena Faillace–, la hicimos luego de muchas consultas, porque es el último envío de esta gestión y elegimos a un artista que también es un humanista, cuya trayectoria es un modelo y representa, por su coherencia artística, ética y política, un símbolo de la unidad de los argentinos. Juan Carlos Distéfano es un artista indiscutido y está por fuera de las tensiones políticas.”
El pabellón argentino, ubicado en el privilegiado sector de los Arsenales, es un muy buen espacio de quinientos metros cuadrados, que logró la presente gestión de gobierno en 2011 cuando la Presidenta firmó en Venecia el comodato por veintidós años, con la contrapartida de restaurar la sala.
Según explicó María Teresa Costantin, “la selección que se enviará a Venecia incluye quince obras, una de las cuales conforma a su vez un conjunto de nueve piezas, así que en total serán 23 piezas. En conjunto la muestra dará indicios del recorrido de la obra de Distéfano a lo largo del tiempo. Además tomamos ese espacio bellísimo del pabellón argentino como parte de la obra”.
“Pero no vamos a colocar bases –aclaró Distéfano–: las bases siempre me molestaron porque suelen ser inventos de los museos... Habrá una obra nueva que yo estaba haciendo antes de que me convocaran para la Bienal y que ahora me estoy apurando a terminar. Se trata de Emma traviesa, que es un homenaje a la Emma de Spilimbergo, sólo que en lugar de una niña, en mi obra es un niño el que se prostituye. No se trata de una obra moralista, sino de alguien que comienza a tomar conciencia... Es una obra en blanco y negro y no puedo decir si es buena o mala... porque no lo sé.”
“Distéfano no quiere bases –explicó Patricio López Méndez– y las obras tienen tamaños muy distintos. Como hay algunas obras muy grandes y todas precisan espacio para ser recorridas, a lo que se suma que el pabellón es un edificio histórico e impone algunas restricciones, puedo adelantar que vamos a hacer algo con el piso... haremos un piso de madera, con un recorrido. De modo que las obras estarán siempre sobre el piso, pero ese piso tendrá distintas alturas y el espectador podrá recorrer la muestra y cada obra, en todas sus caras.
La Bienal veneciana cumple 120 años desde su primera edición en 1895 y este año cuenta con la dirección del curador, crítico de arte, editor y ensayista nigeriano Okwui Enwezor (1963), quien ha sido director de la Casa de la Cultura de Munich, director artístico de la segunda Bienal de Johannesburgo en Sudáfrica, de la Documenta 11 de Kassel (Alemania), de la Bienal de Arte Contemporáneo de Sevilla (España), de la séptima Bienal de Gwangju en Corea del Sur y de la Trienal de Arte Contemporáneo de París, en el Palais de Tokyo.
La nueva edición, que tendrá lugar entre el 9 de mayo y el 22 de noviembre, llevará el título “Todos los futuros del mundo”.
Habrá 89 países participantes, repartidos entre el sector de los Jardines, los Arsenales y por toda la ciudad de Venecia. Los países que participan por primera vez son Granada, Mauricio, Mongolia, Mozambique y Seychelles. También hay países que estarán presentes luego de muchos años de ausencia, como Ecuador, Filipinas y Guatemala.
La exposición Todos los futuros del mundo con curaduría de Enwezor, que comienza en el pabellón central de los Jardines y continúa en los Arsenales, reúne a 136 artistas de 53 países, entre los cuales hay otros tres argentinos: Ana Gallardo (1958), Eduardo Basualdo (1977) y Ernesto Ballesteros (1963), que van con apoyo de la Cancillería.
Habrá también 44 eventos colaterales.
Salvo algún que otro dato mencionado más arriba, Distéfano no quiso revelar más detalles de la obra en curso, Emma traviesa, gran novedad del envío, basada en una serie de monocopias de Spilimbergo.
Entonces podemos ir a la fuente. La Breve historia de Emma fue realizada por Spilimbergo entre 1936 y 1937. El punto de partida fue una escueta noticia policial publicada el 13 de agosto de 1936, que por su carga de tragedia social e individual obsesionó al artista: “Anoche la mujer Emma Scarpini, de 30 años de edad –autorizada para ejercer la prostitución–, se suicidó arrojándose desde el noveno piso de un hotel. Era conocida en el bajo fondo por ‘Lola’. El cadáver fue transportado a la morgue para su autopsia, aún nadie se ha presentado a reclamarlo. Se halló en su habitación una carta para sus padres, que decía: ‘Siempre fui buena... no soy yo la culpable’”. La noticia periodística como punto de partida de la obra de Spilimbergo tiene relación con otro de los detalles que Juan Carlos Distéfano dio sobre su propia obra, Emma traviesa, que incluirá, según describió, avisos clasificados de oferta de prostitución más o menos encubierta. Aunque en el trabajo de Distéfano no hay, como sí lo había en Spilimbergo, una intención moralizadora.
La Breve historia de Emma, de Spilimbergo, constituye un relato visual que incorpora de un modo notorio la estética expresionista. A partir de aquella noticia policial, Spilimbergo hizo un guión que le sirvió para reconstruir ficcionalmente, a través de imágenes, la historia de esa vida truncada: a lo largo de una serie de bocetos preparatorios y monocopias, el artista cuenta una vida, restos deshilachados de una historia encerrados en frases alusivas: “Emma niña...”, “Comiendo”, “Con sifón”, “En la escuela”, “... era obediente y servicial...”, “...cuidaba su jardín”, “En el taller de planchado...”, “La invitan a subir a un coche...”, “San Fernando, $ 1.00...”. La Breve historia de Emma cuenta la historia de una prostituta desde el nacimiento hasta la muerte y paralelamente, desde la atmósfera enrarecida y oscura de las obras, se cuenta también, con una perspectiva moralista, el modo en que la ciudad y el sistema resultan máquinas devoradoras, que degradan, alienan y deshumanizan.
Resulta evidente que la Emma de Spilimbergo es el modelo de la Ramona Montiel, de Berni. Pero mientras Spilimbergo siempre será fiel a una mezcla extraña de arcaísmo y modernidad, Berni va a moverse en la “tradición del cambio”.
Según explicitó Distéfano en el acto de presentación, hay una relación entre la toma de conciencia que supone su propia obra y el planteo abierto de la 56ª edición de la Bienal veneciana, alrededor de distintas ideas sobre el futuro.
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