PLASTICA › EXPOSICIóN DEL CONSAGRADO ARTISTA BRASILEñO VIK MUNIZ
El Museo de la Universidad de Tres de Febrero presenta en su sede del Hotel de Inmigrantes, cerca de Retiro, la primera retrospectiva del reconocido fotógrafo que compone imágenes con materiales insólitos.
› Por Fabián Lebenglik
El Museo de la Universidad Nacional de Tres de Febrero presenta en su sede Hotel de Inmigrantes la primera retrospectiva del consagrado artista brasileño Vik Muniz, que nació en San Pablo en 1961 y vive y trabaja entre Nueva York y Río de Janeiro hace algo más de treinta años.
Lo que el espectador ve en cada muestra de Muniz es un gran conjunto de fotografías, de mediana o gran escala, con imágenes generalmente reconocibles, que en muchos casos son citas de obras de la historia del arte, pero cuyo proceso muy complejo es lo que distingue tan particularmente a este artista.
Las fotos de Vik Muniz son el resultado de un complicado trabajo previo de montajes “teatrales”, técnicas varias e instalaciones, muchas veces de enormes proporciones, de los cuales la fotografía final pasa a ser tanto un registro documental del resultado de aquella puesta en escena como una fotografía autónoma. En su obra, tanto los materiales (papel, chocolate, pigmentos, basura, alimentos, juguetes, hilo, polvo, alambre, tierra, etc.) como la precisa disposición de los objetos en el espacio le permiten presentar obras que conforman enormes sistemas en los que cada pieza encaja con otras hasta ofrecer un resultado final que el espectador recompone visualmente.
La mirada lejana y cercana de cada una de sus obras es lo que media entre la forma y los elementos heterogéneos de que está compuesta esa forma.
Así, el artista reconstruye la imagen de un cuadro de Caravaggio, Leonardo, Goya o Monet, o recompone un paisaje o la imagen de un objeto, con hilos, basura o caramelo. Su obra, al mismo tiempo, resulta una suerte de cita pedagógica de la historia del arte tanto como una evocación de estilos y tendencias, todo como parte de la cocina de sus fotografías. “Mi sueño –dice Muniz– es cambiar la forma elitista en que se ha encarado el arte. No creo en la separación entre lo popular y lo inteligente, como si fuesen cosas antagónicas.”
Muniz llegó a Estados Unidos como resultado de un accidente. Al intentar defender a un hombre que estaba siendo atacado en la calle, recibió un balazo en la pierna. El hombre le dio como recompensa una suma de dinero que le sirvió para viajar primero a Chicago y luego a Nueva York, donde reside, alternativamente con Río, desde comienzos de los años ’80.
Su carrera artística empezó con la escultura, pero en el proceso, cuando fotografiaba sus obras para documentarlas, se dio cuenta de que a causa de la elección del punto del vista, la iluminación, etcétera, la fotografía le resultaba artísticamente más elocuente. Por eso decidió unir ambos aspectos y sumar el dibujo, la pintura y el collage.
Entre diciembre de 2008 y febrero de 2009, Vik Muniz fue el noveno artista en participar del ciclo Artist’s Choice del MoMA de Nueva York. El ciclo consiste en que el museo le ofrece a un artista internacional que seleccione obras de la colección del museo alrededor de una tesis del propio artista. En esa curaduría, Muniz eligió 80 piezas del patrimonio (Duchamp, Baldessari, Matta-Clark, Picasso, etc.) para componer una suerte de juego de ingenio. El brasileño proponía al espectador despojar las piezas elegidas de su contexto y clasificación para establecer nuevas relaciones y conexiones a partir de otros parámetros (forma, color, etc.). La selección formaba un mapa que guiaba al visitante hacia cada una de las obras. Esta suerte de recorrido interno dentro de la historia del arte tiene mucho que ver con el juego de Muniz en su propio trabajo. Porque lo que le interesa rescatar o proponer es una mirada, un punto de vista y un sistema de relaciones.
La serie Postales de ningún lugar, por ejemplo, una de cuyas enormes piezas está dedicada a Buenos Aires, está hecha con fragmentos de tarjetas postales elegidas al azar.
La relación entre material e imagen no es caprichosa. En la serie de retratos realizados con basura, Muniz cuenta que se trata de personas que viven y trabajan en Jardim Gramacho, uno de los mayores basurales urbanos del mundo, en la región metropolitana de Río de Janeiro. El artista quedó impactado por las condiciones en que viven y les ofreció hacer un retrato de cada uno, con los mismos materiales de la basura que ellos reciclan y manipulan. Luego fotografió esos retratos.
En otro conjunto de obras, Muniz utiliza hilos, para evocar obras de, entre otros, Corot y Richter. Según la densidad de hilos, el artista logra más o menos profundidad.
En la serie Equivalentes (1993), Muniz se basó en un conjunto de obras del fotógrafo norteamericano Alfred Stieglitz, que entre 1925 y 1931 tomó imágenes de nubes, relacionándolas con sus propios estados de ánimo. Así, Muniz toma pedazos de algodón, los fotografía y establece sus propias equivalencias.
En 2001 contrató aviones para que dibujaran nubes artificiales en los cielos de Manhattan, San Diego, Miami o Arkansas. En las fotos que registraron aquellos dibujos en el cielo nubes que desconciertan al espectador, por sus formas artificiosas, dado que la materia vaporosa de la que están hechas luce como una nube, pero al mismo produce extrañeza por la relativa torpeza del “dibujo” hecho por un avión.
En Mónadas, Muniz toma como punto de partida la obra de los fotógrafos norteamericanos Arthur Mole y John D. Thomas, que hacían fotos con los soldados reclutados en masa para la Primera Guerra Mundial. Hacían formar de tal modo a los reclutas que lograban hacer imágenes alegóricas, como la Estatua de la Libertad, por ejemplo. En su serie, Muniz utiliza centenares de soldaditos de juguete para evocar imágenes relacionadas con el reclutamiento de niños para la guerra, en Namibia, Costa de Marfil e Irak.
En otra serie de obras, Muniz ofrece retratos de niños hechos en azúcar, que se corresponden con los niños que el artista conoció en el Caribe (St. Kitts) y que trabajaban en las plantaciones de caña de azúcar.
Las obras recorren un camino que va de lo poético a lo deportivo, de lo sutil a lo virtuoso, del bricolage a la empresa monumental y en cada pieza está presente lo lúdico; el cuestionamiento de la lógica (de los materiales, la escala, la realización, la interpretación, etc.) y de propia función de los materiales que generalmente nos viene dada. Así, los comestibles se transforman en funcionales y la basura en materia prima del arte.
La muestra incluye el documental Waste Land (Tierra baldía) realizado por Muniz hace cinco años, que fue nominado al Oscar y ganó el Premio del Público al mejor documental en el Festival Sundance. Se proyecta los sábados a las 15.
* Hasta el 14 de septiembre, en el Hotel de Inmigrantes, Av. Antártida Argentina 1355. Entrada libre y gratuita.
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