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Martes, 12 de enero de 2016

PLASTICA › UN LIBRO DEDICADO AL DIBUJO CONTEMPORáNEO EN LA ARGENTINA

La ampliación del campo del dibujo

Un libro “virtual” de más de 1200 páginas que hace un mes se presentó en la Fundación Proa será puesto “en línea” para consulta libre en estos días. Estado del dibujo: 1ª entrega.

 Por Eduardo Stupía *

La idea y la decisión de producir este libro surgió de varias conversaciones mantenidas con Olga Martínez, Cintia Mezza y Natalia Silberleib en el transcurso de varios meses, y desde hace ya más de dos años. Sabíamos de antemano que íbamos a internarnos en un terreno abonado, en cuanto a la profusión de libros sobre la disciplina editados en todo el mundo, lo cual a los efectos de este libro solo importa en tanto impone contextualmente una idea generalizada de qué es el dibujo, de cuáles son sus características, alcances y herramientas, y de cuál es su historia, “evolución”, y estatus histórico y presente.

Al mismo tiempo, el poderoso campo inclusivo y extenuadamente abarcatorio en que se desarrolla el arte del presente ha hecho que, en los últimos años, eso que podríamos convenir en llamar el componente genético del dibujo haya sufrido extraordinarias mutaciones, registradas y categorizadas en la bibliografía que circula en los ámbitos más diversos, aunque quizás no con la celeridad editorial de la fulminante dinámica de cambio y novedad que se verifica aluvionalmente.

También sabíamos que en el ámbito local la existencia de libros dedicados a examinar el nutrido campo del dibujo producido en la Argentina era más bien escasa o nula, al menos en comparación con la magnitud que esa práctica ha exhibido en la escena artística autóctona.

Teniendo en cuenta esta constante presencia, no solo actual sino histórica, la segunda decisión clave fue la de acotar el territorio del libro a lo que elegimos denominar Dibujo contemporáneo en la Argentina, aun a sabiendas de que, primero, volvíamos a abusar del término “contemporáneo”, cuyos usos y alcances en el ámbito del análisis conceptual del arte se siguen debatiendo profusamente y, segundo, que esa circunscripción nos obligaba a poner un límite incómodo y quizás arbitrario, en cuanto a dónde establecer un punto de partida o un origen.

En ese sentido, el hecho de no proponer una historia, sino revisar la ya escrita, y las acciones, espacios y eventos verificados en ella, cuyas resonancias con la experiencia actual se detectan nítidamente, elude la tentación de imponer un mecanismo ordenador para optar, en cambio, por iluminar ciertos hitos y eslabones en una suerte de secuencia de transformaciones, no formuladas cronológicamente, sino como una fenoménica, como un encadenamiento discontinuo de expresiones y experiencias.

En paralelo, se trató de establecer, antes que una línea temporal en la que situar artistas y obras, un ensayo de taxonomías clasificatorias, a través de los doce capítulos o secciones en las que se divide el libro, y a partir de allí confiar en que esa partición del campo, junto con los cruces atemporales de la propuesta historiográfica, dieran un panorama singular de la actualidad; un diagnóstico tácito que pudiera inducir a interrogaciones, experimentos e hipótesis mayores, que lógicamente excederán con largueza las capacidades y extensiones de nuestro trabajo.

Una de ellas, habida cuenta de esa acronicidad, es la hipótesis, que sobrevuela todo el libro, del trazado de líneas de contacto, intersecciones, linajes y efectos entre artistas no necesariamente vinculados en una misma región, y hasta antagónicos en forma y concepto, según una imaginaria constelación o mapa celeste, que resultara revelador de una dinámica que excede toda delimitación. Huelga decir que, además, y como podrá advertirse a poco de recorrer el libro, la presencia de muchos artistas en tal o cual rubro es inestable, discutible y a veces hasta injusta con los alcances de su propia obra; lo cual habla, por un lado, de que esta taxonomía quiere ser una propuesta de lectura y no un conclusivo fichaje científico; y por otro, de que la práctica y la ideología del arte en este tiempo producen objetos tan contundentes y desprejuiciados como inestables e inclasificables.

Por otra parte, tuvimos en cuenta de que no iba a tratarse de un libro de dibujantes término que la enorme expansión y metamorfosis que el dibujo evidencia en las últimas décadas ha confinado a los rasgos estrictamente técnicos, sino de dibujos que enriquecen, extienden e incluso ponen en crisis el campo de la disciplina, producidos tanto por artistas que utilizan el dibujo de manera preferencial en su poética, como por aquellos que lo aprovechan en cuanto un elemento más entre otros, e incluso a partir de quienes dibujan de manera completamente foránea a los cánones centrales, como una manifestación extrema de un escenario cada vez más amplificado.

Volviendo a la cuestión del punto de partida, pensamos que La Nueva Figuración, en cuanto una de las últimas experiencias de vanguardia en el campo del arte moderno argentino, se imponía como un límite suficientemente nítido para establecer un antes y un después para la irrupción de aquellas manifestaciones de transformación más novedosa, arriesgada y experimental, con ecos y secuelas que, de uno u otro modo, han persistido y se han reconfigurado en expresiones muy diversas. No obstante, hemos tratado también de dar cuenta de la persistencia y supervivencia, en esa hipótesis de heterogénea contemporaneidad, de tradiciones anteriores que marcan a veces más explícitamente, a veces de manera subyacente o elíptica una combinatoria de rasgos muy notorios del arte argentino, que podrían resumirse en la idea de una tensión irresoluble entre academia y rupturismo, entre formalismo y deconstrucción, o entre rigor e improvisación, parámetros dialécticos que deben leerse como decisiones programáticas antes que como adhesiones o conflictos morales. De a llí la presencia, que para muchos resultará insólita, de artistas como Carlos Alonso, tantas veces discutido y hasta vilipendiado incluso por aquellos que le debían directa o indirectamente elementos centrales de su propio lenguaje, entre otras apariciones forasteras que, lejos de desvirtuar la lógica del campo en el que irrumpen, permiten percibirla, aunque sea fugazmente, desde otro punto de vista, más abarcativo y enriquecedor.

También nos parece imperativo subrayar que, como podrá por otra parte apreciarse, hemos dejado deliberadamente de lado algunas áreas muy específicas como, por ejemplo, la ilustración , el comic y las diversas formas gráficas del humor, las cuales exhiben en nuestro medio exponentes altísimos y extraordinarios de la mayor categoría dibujística. Si bien cualquiera de esos artistas hubiera podido pertenecer por derecho propio a muchas de las nomenclaturas en las que está dividido este libro, creemos que las cualidades particulares y específicas de sus poéticas y contenidos merecen una investigación, una recopilación y una clasificación independientes, cuya magnitud es equivalente a la de aquello que hemos emprendido, y que consecuentemente nos excede.

Además de estas omisiones que podrían llamarse deliberadas, el lector atento o intencionado detectará seguramente otras, producto inevitable de la dinámica arrolladora del campo productivo local, capaz de hacer emerger nuevos artistas con una frecuencia y una profusión que excede los limites físicos y temporales de cualquier emprendimiento editorial, por más abarcativo que se pretenda. También, puede decirse que muchos de los artistas presentes se constituyen, según nuestro leal saber y entender, en la mejor expresión posible de tendencias, conceptos y maneras de trabajar, cuya densidad y claridad remitirá naturalmente a la obra de aquellos con fuer tes afinidades, no incluidos en esta edición.

Por último, subrayamos la intención de convertir este libro en un punto de partida, como herramienta de nuevas consideraciones y futuras investigaciones, debido a la persistente certeza de que apenas estamos aportando ejemplos escasos de una productividad ya inabarcable.

La furia de Léucades, 2009, de Tomás Espina.

* Texto escrito para el libro virtual Dibujo Contemporáneo en la Argentina, de Eduardo Stupía y Cintia Mezza, con auspicio de Mecenazgo Cultural e Itaú Cultural.

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Trabajando, 2006. Dibujo de Marina De Caro.
 
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