PLASTICA › ALBERTO CEDRON EN LA GALERIA EMPATIA
Alberto Cedrón es pintor, dibujante, grabador, ceramista, escultor, muralista... todo eso desde la perspectiva de un artista errante.
› Por Alfredo Benavidez Bedoya *
V.I.T.R.I.O.L.: ácido vitriólico, ácido sulfúrico, hay quienes lo llamaron “Aire Fijo”.
Los antiguos pensaban que los ácidos eran la bebida de los dioses, pues solamente ellos podían tomarlos sin morir en la dulce pero muy ácida libación.
V.I.T.R.I.O.L. es un acróstico que significa: Visita Interiora Terrae Rectificatur Invenies Ocultum Lapidum: “Visita el interior de la Tierra donde rectificándote encontrarás la piedra oculta”. Lo de Alberto Cedrón era eso, ácido vitriólico lanzado en la cara del espectador, un combo entre Barón Biza y los Templarios que crearon el acróstico latino para reemplazar al CAD de los griegos, que era lo mismo. Pero el de Cedrón era y es un ácido que no mata, es un ácido que cura por el espanto, un espejo líquido que nos muestra lo que somos cuando ese espejo se está evaporando y ya no quiere ser una réplica. Cedrón nos lanza VITRIOL en la cara desde su obra para que nos rectifiquemos y podamos encontrar la piedra oculta que es el Lapis Filosoforum, la piedra del filósofo, la piedra filosofal. La piedra que se tragó Saturno y salvó a Zeus. La piedra que salvó un dios y estuvo en el vientre de otro. Cedrón empuñó desde pequeño el Lapis con eSe que se mereció luego la Zeta, y con él trazó, ya con Zeta, una línea viva hasta doblar el codo de la misma. Con ese Lapis Alberto dibujó el mapa del país que le tocó conocer, un mapa de adentro de nos y un mapa de afuera de los otros lugares donde moró dibujando. Cedrón aprendió caligrafía y dibujo en los pobres cementerios del Paraguay; donde llegado el Día de Todos los Santos el pintor del rancherío refrescaba y mejoraba con su siniestra pincelada las viejas fotografías, las cuales recordaban a los Santos Muertos idolatrados y festejados en ese Día de Todos los Santos. Alberto Cedrón aprendió las proporciones humanas en los dibujos secretos de las puertas de los baños públicos, bien púbicos por cierto. En esos dibujos encontró un mapa de los demás y de sus propias pulsiones además. Cedrón sabía que los árabes no pueden representar por eso de su religión iconoclasta; pero también sabía que cuando los bereberes lo hacían, lo hacían con suntuosidad y tintas planas y composición estática para detener el mundo.
Cedrón creó una forma de dibujar desde el dibujo popular. Una Nueva Figuración, una Otra Figuración desde los figurines históricos, desde los que figuran como telón de fondo, desde los grasas, desde los indios y los criollos y tanos y los judíos y armenios y árabes también, y tantos otros miles de gentes desesperadas, que llegaron o ya estaban en donde estoy escribiendo este disparate necesario; y fue así que salvaron la vida de ellos y de sus familias numerosas, aunque ahora tengan nostalgia y coman platos de comida con recetas de otro mundo.
Solamente con el Aire Fijo puede uno representar lo que hay detrás de la realidad, la cual siempre se mueve hacia otro lado y deja una sombra detrás de sí. El dibujo de Alberto muestra la huella que el espanto traza cuando el aire se queda Fijo. La Realidad se sigue moviendo y el aire fijo sobre el cual dibujamos desgarra la forma porque el artista fija algo que sigue migrando. Alberto era y es una Fija, con perdón del reseñado; pero resulta que yo ya le aposté todo a su cabeza; la cual, por cierto, estando vivo no sabíamos dónde estaba y ahora mucho menos.
Alberto Cedrón era devoto de la Sibila de Cumas, la cual desde las cavernas cercanas a Nápoles, llenas de los vapores sulfúricos de Saturno, vaticinó guapa por siempre y en sus Libros Sibilinos podemos ver su clarividencia. Y Alberto también era devoto de la Virgen con J que aparece y desaparece, pero que siempre muestra vocación de aparecida. Mujeres ellas dos, que interceden entre nos y los dioses dormidos, muertos o distraídos. La Virgen con J de la Leche opuesta a la Prostituta de Babilonia. La Virgen de la Leche, alter ego de la matrona Aldao, la cual amamantó al general Lavalle y al brigadier General Juan Manuel de Rosas. Matrona con dos Criztoz con Z mamando sus senos generosos, Virgen de la Leche en doble turno en época de guerras entre hermanos de leche. La guerra civil es de mala leche y vuelve militar a todos, desde las putas, a las vírgenes, a los dioses y a sus sacerdotes.
Los bandoleros, los perros en la perrera, el pintor de la Casa de los Espíritus, los Carteles lanzadores de VITRIOL para la general Paz, y muchas putas cariñosas escabiando una lágrima de mañana muy temprano. Y un brujo situando a la embarazada dentro de un círculo por tener un círculo sagrado dentro de sí; mientras ella señala el círculo de la Luna y otro círculo los envuelve a los dos. Una Luna a la cual un perro le ladra vigilante. Imagen bienvenida que te llegó hace poco y en las afueras de Mercedes, en la Provincia de Buenos Aires, en un viejo bar desconsolado y almacén de oportunidad, donde pudiste ver la Enciclopedia de nuestros pobres símbolos maltratados. Y pudiste hacer una marcación perfecta de lo que queda. Y queda mucho, hermano, como me decías. Hay mucha Evita, hay mucho Che, hay Perón para rato y hay también la Virgen con Jota y hasta un perro que le ladra al lado conocido de la luna, porque le teme al desconocido. Hay de todo, hermano. (En Empatía, Carlos Pellegrini 1255, hasta el 2 de agosto).
* Grabador y dibujante. Curador de la muestra.
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