Martes, 29 de abril de 2008 | Hoy
PLASTICA › GRIS: UNA GRAN MUESTRA DE JASPER JOHNS EN EL MUSEO METROPOLITANO DE NUEVA YORK
En los años ’50 generó polémicas con sus banderas pintadas. Reformuló el expresionismo abstracto. Fue un pionero del arte pop, del minimalismo y el arte conceptual. Medio siglo de obra en la antología monocromática de Jasper Johns.
Por Fabián Lebenglik
Desde Nueva York
Después de la gran retrospectiva que el MoMA le dedicó a Jasper Johns hace doce años, era necesaria una nueva antología del gran artista norteamericano. Aunque era difícil no repetirse, el matiz diferencial de esta nueva muestra se logró a fuerza de una idea simple y efectiva. En estos días, el Museo Metropolitano de Nueva York exhibe la exposición antológica Gray (Gris), una selección de 120 obras que recorren la carrera del artista a través del color gris (color dominante aunque no excluyente). Aquí se reúne más de medio siglo de trabajo: pinturas, dibujos, grabados y esculturas, desde 1955 hasta el presente.
Simultáneamente, la galería Mathew Marks, una de las más importantes de la zona de Chelsea, presenta una extensa exposición de dibujos del artista, fechados entre 1997 y 2007. Obras más íntimas, que pasan del gris al color, porque en la galería no rigen las restricciones cromáticas del Met.
Johns es un artista central para la cultura estética y visual norteamericana –y uno de los pocos históricos de esta tendencia (junto Robert Rauschenberg) que aún sigue vivo: cumple 78 años dentro de dos semanas–. Casi podría decirse que su obra, simultáneamente con la de otros pintores y escultores abstractos que se dieron a conocer en los EE.UU. a partir de la posguerra, formaron parte de una suerte de razón de Estado. Las grandes instituciones artísticas, los medios progresistas, la crítica especializada de Estados Unidos se encargaron de hacer circular, difundir y apoyar la obra de Johns, entre otros, porque representaba la vanguardia cultural y política, la voz civilizada, la nueva generación norteamericana, muy crítica de ciertas políticas oficiales.
Junto con Willem de Kooning y Jackson Pollock, Johns formó parte de lo que se conoció como “La escuela de Nueva York” del expresionismo abstracto. Pero Johns fue también el más crítico y conceptual de la tendencia.
Johns y Rauschenberg superaron la etiqueta del expresionismo abstracto, pero no tardaron en ser catalogados por la crítica como neodadaístas, por su actitud artística y medios utilizados.
No resultaba fácil realizar una nueva retrospectiva de este artista sin repetir lo fundamental de la organizada en 1996. Sin embargo, una idea simple y funcional, tal vez demasiado simple pero pegadiza y recordable, como un eslogan, “Gris”, es el hilo (color) conductor que se le ocurrió al curador Nan Rosenthal. Muy rara vez se había asociado a Johns a lo monocromático. Y aunque el artista está en parte arrepentido de haber aceptado para esta antología una idea matriz tan simplificadora –según reveló a quien firma estas líneas un crítico cercano a J.J.–, sin embargo resulta efectiva, porque funciona como puerta de entrada a la totalidad de la obra de Johns y muestra una zona intermedia y muy productiva del artista: el gris como color reflexivo, como no-color...
Aunque el hilo conductor del color resulta efectivo, es notorio el esfuerzo del curador por hacer que el propio artista lo afirme: para insistir con el gris, en el catálogo del exposición se publica un largo reportaje que el curador le hace a Johns, del que se citan aquí unos pocos fragmentos:
–¿Cuál piensa que fue su primera pintura gris? –pregunta N. R.
–No recuerdo cuál fue. ¿Usted sí sabe? –repregunta J. J.
–Fue Gray Alphabets, de 1956, y Canvas, del mismo año –le aclara el curador.
–Creo que pinté primero Gray Alphabets. Esa fue seguramente mi primera gran pintura gris.
–Roberta Bernstein escribió que usted le dijo varias veces que el gris es su color preferido.
–¿Se lo dije varias veces? Pensé que se lo había dicho una vez sola.
–Según Roberta, varias veces. ¿Pero eso significa que para usted el gris es un color?
–Así lo creo, sí; pero supongo que uno también podría pensarlo como una ausencia de color [...]
Si Alfabeto gris es la primera de una larga serie de obras grises, el nombre no podía ser más apropiado, porque a lo largo de estos cincuenta y dos años, el pintor estableció todo un alfabeto pictórico, como una declaración de principios. Con distintos matices y tonalidades de gris, a través de los años, aparecen citas de la historia del arte, manchas, chorreaduras, salpicaduras, cuadros con mucha materia –manejada con espátula–; surgen también figuraciones reconocibles, collages, fotografías aplicadas, objetos montados sobre los cuadros, banderas norteamericanas monocromáticas, dípticos, objetos, piezas escultóricas –todas grises– y una de sus últimas series, Catenaria, en la que la tela es atravesada por la curva que traza un hilo real, colgado de punta a punta, dividiendo el lienzo. Es como una línea de un gráfico estadístico, una línea que es espacial, por supuesto, una suerte de volumen leve; pero también es pictórica. Esta serie del hilo, también larga, está fechada entre mediados de los años noventa y mediados de la década presente. Algunos han asociado esta línea con una metáfora kitsch: el camino de la vida.
La exposición presenta también los célebres cuadros con números, letras y mapas, como constantes de la obra del artista.
Desde el expresionismo abstracto (tal vez como cita irónica), pasando por pop, que lo tiene como uno de sus precursores, hasta llegar a bocetar el minimalismo y el arte conceptual, las obras grises de Jasper Johns parecen un cuaderno de bitácora en el que el artista realiza su obra al mismo tiempo que reflexiona sobre el arte de su tiempo y del porvenir.
Grises cálidos y fríos, brillantes y opacos, muchas veces complementados con distintos colores. Se trata de pinturas más intelectuales, tal vez más ascéticas, no por eso con menos detalles y matices. Uno de los cuadros que abre la serie es False Start (Falso comienzo). Pintada en 1959, esa obra está compuesta de manchas rítmicas, de distintos colores y cada uno está nombrado con letras de molde: toda la paleta aparece allí, pintada y nombrada, también el gris. Algunos colores se superponen y coinciden con la palabra que los nombra, otros no. Johns pintó por segunda vez ese cuadro, aunque en tonos de grises (ver ilustración de abajo a la izq.). Una palabra clave, que sirve como hilo conductor (la palabra gray), al mismo tiempo establece una reflexión sobre el color y sus usos, sobre sus posibilidades combinatorias y expresivas, sobre sus significados y también sobre su conceptualización. El color puede ser una idea, una construcción mental, un efecto equívoco de la percepción.
Por momentos el gris, utilizado como un color más “abstracto” e intelectual, parece un refugio híbrido para pensar la pintura y el arte, más allá de las cualidades emocionales y expresivas del color.
En varias pinturas, los objetos adheridos a la tela, formando parte de la obra, son indicadores de la espacialidad que el artista imagina para el color y para la propia pintura. El factor material, corpóreo, volumétrico, está muy presente en esta larga serie de trabajos.
La bandera como motivo pictórico recorre al menos cuarenta años de su carrera, desde los años cincuenta hasta los noventa. Sobre el uso de la bandera, dice el artista: “Me parecía un elemento exterior, previamente formado, convencional, despersonalizado, objetivo... La cosa más convencional, más corriente; me parece que es posible utilizarla sin juzgarla...”. Aquí pueden verse varias banderas grises (ver ilustración), donde es posible apreciar el virtuosismo técnico del artista. En la muestra se advierten las variaciones de grises, sus modos de aplicación, pero también sus respectivas equivalencias en la escala cromática.
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