Miércoles, 8 de abril de 2009 | Hoy
DISCOS › WAR CHILD HEROES - THE ULTIMATE COVERS ALBUM
Para llamar la atención sobre el devastador efecto de la guerra en la infancia, una ONG les propuso un juego a varias leyendas del rock.
Por Eduardo Fabregat
“El 66 por ciento de todos los muertos en la guerra son niños”: con esa frase, la organización War Child se asegura una atención inmediata. Y el librillo de Heroes - The ultimate covers album se encarga de ampliar la información, entrar en detalles que consigan atraer a más gente. “Enojate. Involucrate”, cierra el manifiesto que relata el modo en que las guerras de este planeta terminan afectando sobre todo a aquellos que no las iniciaron. War Child es una organización con base en Gran Bretaña que opera en esas zonas dejadas de Dios, reintegrando a niños soldados a sus familias, reconstruyendo escuelas destruidas y presionando a los políticos para que pongan más atención en el tema. Según informa el disco, la ONG es la única de su tipo que aún opera en el sur de Irak, vigila las prisiones de Afganistán y trata de paliar la situación en la República Democrática del Congo, donde hasta ahora se contabilizan 2,7 millones de niños muertos.
La temática del asunto hace parecer la música un asunto por demás frívolo. Pero, como tantas otras veces en el pasado, aquí las canciones sirven de herramienta, buscando el doble efecto de que las regalías por los discos vendidos ayuden a la causa, y el ruido artístico ponga el tema bajo la mirada de los medios. Así, el productor Ben Knowles tiró una idea de esas que garantizan el ruido: convocar a leyendas de la música para que seleccionen una canción propia y el artista a versionarla. Los primeros en dar un sí entusiasta fueron nada menos que Paul McCartney y David Bowie. El resto vino solo, y al cabo War Child Heroes se convirtió en un disco no solo bienintencionado, sino además de notable potencia artística.
Es que los artistas de cabecera hicieron elecciones si se quiere raras: el Beatle eligió a la cantante galesa Duffy, quien le dio un clima totalmente diferente al original en “Live and let die”. Y el Duque puso la mira en los TV on the Radio, que proponen un clima de tecno melancólico en, justamente, “Heroes”. Pero el corazón del disco, sin dudas, es un cover que presenta a uno de sus autores: en “Straight to hell”, Mick Jones se une a Lily Allen para recordar un título de Clash que habla, precisamente, del infierno que significó Vietnam para los más chicos. Así se va cimentando un recorrido a priori efectivo –el mundo nunca se cansa de escuchar ciertas canciones–, que ofrece no pocas sorpresas.
Valen como ejemplos esa apertura de Beck a todo gas con “Leopard-skin pill-box hat”, clásico de Dylan con la aspereza justa; la irreverente lectura (no podía ser de otra manera) de Scissor Sisters para el “Do the strand” de Roxy Music; la fiel y oscura versión de “Running to stand still” de U2, a cargo de Elbow; el rescate de “Superstition” realizado por Estelle en el mismo estudio –¡con el mismo piano!– donde la grabó Stevie Wonder; la caliente “Atlantic City” (Bruce Springsteen) por The Hold Steady, la incendiaria “Sheena is a punk rocker” de Ramones (¿Quién habrá elegido el tema?) por Yeah Yeah Yeahs, el cierre a todo trapo con Franz Ferdinand en vivo y “Callme” de Blondie: semejante seleccionado consigue que un tema tan atroz encuentre algún tipo de consuelo en el arte.
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