Perteneciente a una prolífica familia de folkloristas –suele decirse que su apellido es sinónimo de chacarera–, Peteco Carabajal no se limitó a continuar el legado que le tocó en suerte repitiendo fórmulas aprehendidas. Hubiera sido fácil: al fin y al cabo, es el hijo de Carlos Carabajal, uno de los más importantes referentes de la música santiagueña. En lugar de eso, el músico construyó una carrera como cantautor basada en el riesgo y la apuesta por la renovación, con la que ganó un lugar propio dentro del folklore actual. Lo hizo siempre con perfil bajo, solo o en formaciones como M.P.A. (Músicos Populares Argentinos). Ahora está cumpliendo 30 años de carrera, y para celebrarlo editó un disco doble, Ckayna Cunan (Ayer y hoy en quichua). Son treinta canciones divididas en dos CD. En el primero grabó sus nuevas creaciones. En el segundo, reeditó temas de distintas épocas de sus carrera, algunos ya clásicos, pero esta vez acompañado por invitados de lo más diversos: de Charly García a los Tucu o Los 4 de Córdoba, de Soledad Pastorutti a Hilda Lizarazu o Claudia Puyó, de Horacio Fontova al Chaqueño Palavecino.

Entre los invitados también figuran, claro, integrantes de la familia Carabajal: Cuti y Roberto, Demi, Roxana, Graciela, Camilo y Homero, hijo de Peteco, que debuta como compositor. Aquí no tiene protagonismo el violín de Peteco, sino las canciones que compuso a lo largo de estos 30 años, y las de autores que aparecen implícitamente homenajeados como los santiagueños Pablo Raúl Trullenque, Felipe Rojas, Cristóforo Juárez y, claro, Carlos Carabajal.

El tema que da nombre al disco es una reivindicación indígena marcada por la participación del Coral de las Américas, dirigido por Damián Sánchez. Hay temas como Fortuna, fama y poder, que eran instrumentales y ahora tienen letra. “Con Ckayna Cunan quiero agradecer estos 30 años de trabajo con el arte popular, desde mis comienzos en Santiagueños, pasando por Los Carabajal y la M.P.A., hasta hoy, con una etapa solista afianzada”, reflexionó el santiagueño sobre su obra. El arte de tapa de los discos tiene una particularidad: son óleos realizados por el mismo Peteco.

Aunque con una base instrumental prolija, el espíritu de muchas de las canciones del disco grabado “con amigos” es el de la música “a la parrilla”, surgida en el momento irrepetible del encuentro. En el repaso aparece, por ejemplo, La canción del Brujito (Peteco fue el primero en componerle una canción a Diego Maradona, allá por los tiempos de M.P.A., la agrupación que formó junto al Chango Farías Gómez, Verónica Condomí, Rubén Izarrualde y Jacinto Piedra). Haber reunido en ese tema a Charly García, el jujeño Bruno Arias, el percusionista Demi Carabajal y Eddie Sierra en teclados, es una mezcla que a priori parece difícil de lograr.

Sobresalen además Los rastros de Juan Bagual, con Soledad Pastorutti como invitada, y Mi abuela bailó la zamba, transformada con una base brasileña, zapada a dúo por Carabajal y Claudia Puyó, con la percusión de Daniel Buira (director de La Chilinga y de la banda de Vicentico) y las guitarras de Luis Salinas y Paulinho Do Pinho. La reunión con Hilda Lizarazu, en Desde el Puente Carretero, surgió en el ciclo Los viernes música, de Página/12, que ambos músicos protagonizaron el año pasado. Otro de los integrantes del ciclo, Horacio Fontova, hace una versión de Entra a mi hogar. Otros invitados del disco son Luciano Pereyra e Ica Novo.

No es la primera vez que Peteco recurre a la compañía de amigos para grabar. En su tercer disco, Borrando fronteras, convocó a invitados como Mercedes Sosa, Jairo, León Gieco, Víctor Heredia, Pedro Aznar y Rodolfo Mederos, entre otros. Y recientemente formó La juntada, con el Dúo Coplanacu y Rally Barrionuevo. Luego de tres años sin grabar un disco de estudio, Peteco Carabajal registra un material con el que sigue marcado un estilo propio, entre la tradición y la modernidad, donde hay lugar para amigos de los más variados.