Miércoles, 27 de enero de 2010 | Hoy
DISCOS › BATEA
Charlotte Gainsbourg, hija de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, publica esta semana su tercer álbum, IRM, para el que ha contado con el estadounidense Beck como productor y compositor y que surgió tras sufrir un accidente que estuvo a punto de ser mortal. Las siglas que dan nombre al disco hacen referencia a las imágenes por resonancia magnética a las que la cantante y actriz anglo-francesa se sometió durante el proceso de recuperación de la hemorragia cerebral que sufrió en 2007, tras un accidente de esquí acuático. Fue entonces cuando decidió enviar los sonidos de ese procedimiento médico a Beck, para que de esa forma ambos pudieran “encontrar una intención poética que hiciera referencia a la memoria, a los recuerdos y a la propia muerte”, según dijo ella. Para luchar contra las continuas comparaciones a las que la condena su ADN, la actriz y cantante se rodea de grandes nombres del pop en todos sus proyectos discográficos. Beck es el gran estandarte que da solidez a su nueva propuesta, como antes lo hicieran Nigel Godrich –productor de Radiohead y el propio Beck–, el icono del britpop Jarvis Cocker (ex Pulp) y el dúo francés Air en el álbum 5:55, editado en 2006. Hasta entonces, la dama sólo había grabado Charlotte for Ever, escrito y producido en 1986 por su propio padre. En su trabajo común, Beck intentó, según dijo, “buscar sonidos que ella pudiera hacer suyos, pero era bastante difícil teniendo en cuenta que no hay género musical que su padre no haya tocado antes, ya sea el reggae, el jazz, el rock orquestal o la percusión africana”.
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