No es que alguna vez lo haya abandonado. Pero sí lo tiñó de matices multicolores tal vez como nadie en la órbita de la música popular del Río de la Plata. Jaime Roos era, como alguna vez dijo, de los que esperaban allá lejos en el tiempo los discos de Led Zeppelin “con el cuchillo entre los dientes”, de los que convirtieron a Los Beatles no sólo en reservorios de un culto sin dioses lejanos, sino en la piedra basal de muchísimas de sus composiciones, o de quienes tradujeron en tipos dignos de seguir, a los primeros iconos del rock celeste –en general ninguneados– derribando las por entonces insondables fronteras del género. Este DVD (Otra vez rocanrol) que acaba de publicar viene a ratificar, entonces, lo que Jaime es al rock... casi un sinónimo, un primo que sale un rato, bucea en diversos rincones, driblea entre otros sones, pero siempre vuelve. Y renovado: porque si hay algo que identifica este recital grabado –excepto los cuatro bonus del final– a fines de noviembre de 2009 en el bonito Teatro de Verano en Montevideo es el feeling que el hombre del bigote Peppers tiene con los ro-ckers de esta generación.

“Hablaba con amigos de esta gran movida del rock uruguayo. De su creatividad, solvencia y proyección internacional. Les comenté que tenía ganas de invitarlos a un show... son artistas que yo admiro”, dice él, en una especie de minirreportaje que va hilando el concierto entre tema y tema, ungiendo con su luz a todos los invitados. Excepto Guillermo Peluffo, de Trostky Vengarán, y Sebastián Teysera, el Enano de La Vela, cuyas participaciones se cayeron por compromisos en el exterior, ocho de las figuras de “la plana mayor del rock uruguayo” interactúan con Roos en varios de sus clásicos. Gabriel Peluffo, de los míticos Buitres, en “Lo que no te di”; Christian Cary, de La Triple Nelson, torciendo con su voz blusera el cariz casi solemne de “Tu laberinto”; Emiliano Brancciari, mahatma de No te va Gustar, haciendo el tema que quería hacer –“Quería cantar una murga y le di a elegir tres... sin dudar, eligió ‘Colombina’, cuenta Jaime en otra parte del reportaje–; Martín Buscaglia agregando su pulso a “Esquela”; Federico Lima (Socio), en “Tema del hombre solo” y Mateo Moreno, en una formidable versión de “Luces en el Calabró”. Y todos juntos en las dos piezas que clausuran la pata celeste del DVD: “Nombre de bienes”, del genial Eduardo Mateo, y una gran versión de “Amor profundo”, densificada por la atronadora voz de Freddy, el Zurdo, Bessio.

Otra vez rocanrol agrega, dicho está, un material extra relacionado con el concierto que, sin los invitados pero sí con la sólida banda Contraseña, Jaime ofreció una semana después en un Luna Park casi repleto. “Brindis por Pierrot” infaltable; “De la canilla”, la historia de un amor en tensión que pergeñó Raúl Castro (Falta y Resto) para que Roos musicalizara; “Los olímpicos” y, como una burla al destino –este destino– “Adiós juventud”. ¿Qué juventud?, ¿Qué adiós?... si Jaime está siempre renovándose a sí mismo.