DISCOS › LIVE IN MARCIAC, DOS CD Y UN DVD DE BRAD MEHLDAU
La gran figura actual del piano del jazz aborda desde lenguajes externos al género –temas de Nick Drake, Radiohead o Nirvana– hasta standards, además de varios originales. Y siempre lo central está en los procedimientos a los que los somete el músico.
› Por Diego Fischerman
Nick Drake pasado por Ginastera (o por Keith Emerson). Y el contraste posterior con el lirismo de cuño jarrettiano. Así abre el segundo disco de Live in Marciac, la nueva megaedición (dos CD y un DVD) del pianista Brad Mehldau. “Things Behind The Sun” es el vehículo para el trabajo con un ostinato fuertemente rítmico y para esa clase de contrapunto en que rara vez una mano se contenta con voces secundarias o con acordes de acompañamiento. Esa clase de contrapunto, en todo caso, que muy pocos antes que él (nuevamente Jarete, antes Tristón y Brubeck, entre otros elegidos) practicaron.
Se habla –él mismo lo hace– de su mirada “clásica” sobre el jazz, de sus fuentes decimonónicas, en particular Brahms, y de su interés por la filosofía alemana. La verdad es que, por suerte, nada de eso se nota demasiado en este disco, tal vez el mejor entre los editados últimamente. Víctima de su propia extroversión y del impacto que produjeron en el mundo del jazz sus primeras publicaciones –su solo Introducing, de 1995, la fantástica serie de los tres The Art of the Trio (1996-1998), el extraordinario Alone Together, con Lee Konitz y Charlie Haden (1997)–, su perfil se fue desdibujando un tanto. Y es que el lugar de la nueva gran figura del piano del jazz y posiblemente la única de las nuevas generaciones capaz de generar un estilo a partir de Jarrett y no una imitación de sus aspectos más exteriores, es un lugar demasiado expuesto. Como dijo una vez, en el Parque Rivadavia, un vendedor de cubanitos rellenos sin relleno, “mucho dulce repugna”.
Una de las características notables de Mehldau ha sido siempre la de abrir el juego a materiales provenientes de tradiciones distintas a las del jazz. Cosa que, por otra parte, el jazz siempre hizo. También aquí aparecen, además de Drake, “Lithium”, de Kurt Cobain, en una versión de rara intensidad, y “Martha My Dear”, que ya había grabado con el trío y que en esta interpretación –uno de los mejores momentos de un álbum en el que cuesta encontrar lo mejor– potencia todo el stravinskianismo implícito en el viejo piano de McCartney. Lo interesante es que estas incursiones, como en “Exit Music (for a film)”, de Radiohead, están lejos de ser operaciones decorativas o concesiones a un gusto más popular. En todos los casos se trata de abordajes profundos y buceos reales en las posibilidades de lenguaje que brinda esa clase de exogamia musical.
La lectura de standards del jazz como “My Favorite Things”, “Secret Love” o “It’s All Right with Me” no le va en saga en cuanto a originalidad e interés. El primero de estos temas, por ejemplo, un veloz vals original de la comedia The Sound of Music (conocida en estas tierras como La novicia rebelde) que Coltrane exasperó al extremo en sus versiones de los ’60, aquí es un plácido remanso. Una buena cantidad de originales que abre con la incisiva “Storm” (también en este caso es notable el contrapunto y el efecto motor del ritmo) no fractura en absoluto ese universo. Podría decirse que, más allá del origen de los materiales, lo central está en todos los casos en los procedimientos a los que Mehldau los somete. El estilo, en definitiva. Dos CD más un DVD que, en los hechos, repite el contenido, podría parecer excesivo. Pero la manera de escuchar cuando se mira y cuando no se lo hace es absolutamente diferente y, en tanto no cuesta más dinero (el DVD es una suerte de desmesurado bonus track), resulta bienvenida tal posibilidad de variedad. Al fin y al cabo, no siempre el dulce repugna.
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