DISCOS › REEDITAN TIME OUT, OBRA MAESTRA DEL CUARTETO DE DAVE BRUBECK
Grabado originalmente en 1959, el disco llega ahora acompañado por un segundo CD con grabaciones inéditas del grupo en los festivales de Newport de 1961, 1963 y 1964, más un DVD con un notable reportaje a su gestor, mechado con invalorable material de archivo.
› Por Diego Fischerman
Si sólo se tratara de la reedición de Time Out, ese disco donde se escuchó por primera vez el tema “Take Five”, habría motivos de sobra para celebrarlo. Al fin y al cabo es uno de los grandes álbumes de todos los tiempos y uno de los muy pocos –tal vez junto a Revolver, Sgt. Pepper y el Album Blanco, de Los Beatles–, donde se unen de manera tan afortunada experimentación y placer. Si aquella edición con un cuadro en la tapa, dedicada sólo a temas nuevos y donde se buceaba en las posibilidades de acentuaciones no tradicionales, viniera esta vez junto a un DVD con un extraordinario reportaje a su gestor, mechado con invalorable material de archivo, sería un lujo. Pero esa obra genial, que Dave Brubeck plasmó con su cuarteto en 1959, llega ahora, en conmemoración de su cincuentenario, acompañada, también, por un segundo disco con grabaciones inéditas del grupo, en los festivales de Newport de 1961, 1963 y 1964 y es, sin duda, una de las publicaciones del año.
“Creía que había compuesto nada más que un buen pretexto para un solo de batería”, decía Paul Desmond, saxofonista del grupo y autor de “Take Five”. “Ese piano que está ahí –señala Brubeck en el reportaje incluido en el DVD– es el mismo donde Paul me mostró lo que había hecho. Yo le había pedido que compusiera algo en cinco tiempos y él me dijo que había hecho dos temas. Los tocó y le dije: no son dos temas; son las dos partes de uno solo. Es un típico tema de jazz, sólo que en cinco tiempos. Y así nació ‘Take Five’.” En el documental, Brubeck, entonces de 81 años (se filmó en 2002), muestra además cómo una mano acentúa en tres y la otra en cuatro y, como si se tratara de Olivier Messiaen, cuenta cómo escucha a los pájaros cantar con el ritmo de “Blue Rondo à la Turk”, el tema que abría –y seguirá abriendo– Time Out. Brubeck habla, también, del melodismo del baterista Joe Morello, de la seguridad rítmica del contrabajista Eugene Wright y, claro, del talento único de Desmond, ese músico que bromeaba diciendo que ocuparía el primer puesto el día que las revistas especializadas hicieran una encuesta sobre el saxofonista más lento del mundo.
La música de Brubeck y ese fantástico cuarteto es, en un punto, una de las más misteriosas del jazz. Es de las más osadas que se produjeron jamás y, al mismo tiempo, parece tener una amabilidad extrema. No declama su vanguardismo. Un poco a la manera de Mozart –o de la comida realmente interesante– nunca muestra de entrada su verdadero sabor y revela, detrás de las apariencias más inocentes, ambigüedades y tensiones insospechadas. El disco fue publicado en un año al que la historia le asignó un valor casi mítico. El ’59 fue ni más ni menos que el año de Kind of Blue de Davis, de Giant Steps de Coltrane, de The Change of the Century de Ornette Coleman, de Ah Um de Mingus, de los solos de piano de Thelonius Monk. De todos esos discos, Time Out fue el más exitoso. Aunque al principio no le gustó a nadie de la compañía, los disc jockeys de Nueva York y la Costa Oeste, que no paraban de pasarlo, torcieron el rumbo. También es, supuestamente, el menos rupturista de todos ellos. El más “blanco” y complaciente de una época en que lo negro y revolucionario comenzó a ser visto como un valor. Decir que las apariencias engañan es una obviedad. Por suerte una edición como esta que acaba de publicarse localmente –y, lejos del último lugar en importancia, el segundo disco, con las grabaciones en vivo– permite comprobarlo.
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