DISCOS › MELANCOLíA, OTRO NOTABLE DISCO DE ADRIáN IAIES
El brillante pianista logra establecer sus principios musicales irrenunciables en un álbum atravesado por el sentimiento que da nombre al CD. Lo acompañan Pepi Taveira, Mariano Loiácono y Ezequiel Dutil, que demuestran ser más que la suma de las partes.
› Por Diego Fischerman
“Estos son mis principios”, podría estar diciendo Adrián Iaies en el comienzo de su notable último disco. Pero, a diferencia de la famosa frase de Groucho Marx –que se completaba con “y si no le gustan, tengo otros”–, en este caso se trata de algo irrenunciable. Y es que la manera de empezar define principios, en el sentido de reglamentos, ideas, conceptos. Entonces, esa melodía llevada casi por los tontones graves de la batería de Pepi Taveira, ese efecto mágico del primer acorde conjunto, la trompeta asordinada de Mariano Loiácono ya casi en el final, anunciando una partida más que una llegada, la habanera (o milonga) que se filtra en esa extraordinaria versión de “A Flower is a Lovesome Thing”, de Billy Strayhorn, marcan el territorio estético por el que, a veces más cerca de los límites, en ocasiones yendo por el justo medio, Melancolía se irá moviendo.
Contigüidades y contrastes, podría ser otra de las leyes no anunciadas –pero sí enunciadas por la música– de este disco donde, de entrada, llama la atención el cuidado de la grabación, de la que participó el maestro Carlos Melero: la precisión de los timbres, el detalle con el que suenan las variadas texturas por las que se transita. También, la calidad de la presentación, con un negro apenas festoneado del blanco de las letras y de unos pequeños puntos –¿estrellas? ¿lunas?– y la expresiva foto del pianista, revelado en negro y grises por Nora Lezano. La melancolía del título atraviesa casi todos los temas. Queda reducida, sin embargo, apenas a la idea del recuerdo de la música de infancia en la festiva –y sorprendente– lectura del “Himno a Sarmiento”. El “Waltz for Beatriz (Sarlo)” cumple con la sutileza de sus acentuaciones la referencia billevansiana del título, y “Melancolía es tu nombre”, también de Iaies, muestra al cuarteto en uno de sus momentos de gracia. El delineado de las frases del pianista en su solo, sus puntuaciones en el de Loiácono, la fluidez de los comentarios de Taveira y la elegante firmeza de Ezequiel Dutil en el contrabajo podrían figurar sin dificultad en la imaginaria antología de los mejores momentos del jazz argentino.
El grupo, que presentará Melancolía este viernes y el siguiente, a las 21, en La Trastienda Club (Balcarce 460), suena, en todo caso, más que como la mera suma de las partes. Tanto como trío (bellísima “Fuimos”, de Dames y Manzi, donde, como siempre, Iaies no fuerza al tango desde el jazz sino, más bien, lo habita) como cuando se incorpora Loiácono, hay siempre una argamasa en la que resulta inimaginable la falta de cualquiera de sus ingredientes. Claramente no es un disco de piano con acompañamiento, sino otra cosa. Incluso en la introducción de piano solo de “Upper Manhattan Medical Group”, de Strayhorn (ese hermoso tema que Ellington incluyó, como “U.M.M.G.”, en And His Mother Called Him Bill), con sus resonancias de Jobim o, tal vez, de Satie, se escucha el anuncio de lo que vendrá. El grupo logra sonar aun en su ausencia. Hay tres piezas más de Iaies: “Maia”, “Ese terciopelo” y “A propósito de Tommy Flanagan”. Y otros dos temas ajenos: “Desde el alma”, de Piuma Vélez, Melo y Manzi, y “Lotus Blossom”, nuevamente de Strayhorn. Obsesiones. Melancolías. Cuestiones de principios.
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