DISCOS › LOS MOMENTOS, NUEVO DISCO DE LA MEXICANA JULIETA VENEGAS
En este nuevo paquete de canciones, la vocalista y acordeonista que asomó a fines de los ’90 saca el máximo provecho a las entrelíneas, lo que relativiza las temáticas conocidas y hace cobrar importancia tanto a su performance como a lo que ésta sugiere.
Que en castellano no exista una palabra equivalente a sehnsucht no quiere decir que eso a lo que se refiere no exista fuera del romanticismo alemán. Se necesitan, en todo caso, construcciones más complejas y contradicciones aparentes. Es preciso hablar de melancolía levemente complacida consigo misma, de añoranza de lo no sucedido (o incluso de lo no conocido) o de deseo del deseo. O, tal vez, escuchar a Julieta Venegas, una de las cantantes más complejas, en su aparente simplicidad –y más contradictorias– y sumergirse en ese lenguaje en que el sonido de las respiraciones es tan importante como las notas en sí, y donde estas notas recién adquieren significado y entidad en las infinitas variaciones y deslizamientos con los que se conforman.
Venegas pertenece a esa categoría de artistas en la que los rasgos más visibles ocultan otros que, sin embargo, son los que acaban otorgándole interés. Las letras cuentan pequeñas historias bastante típicas del repertorio que en Latinoamérica se conoce como “melódico”, recorriendo el vasto mapa de las relaciones levemente disfuncionales (o discretamente funcionales): desencuentros –o encuentros a destiempo–, esperanzas malgastadas, sueños en vano o, simplemente, situaciones donde cada uno espera exactamente aquello que el otro jamás podrá ofrecerle. Lo que cambia definitivamente el signo de esos textos sencillos y hasta muchas veces previsible es la manera en que son cantados: una suerte de estética del desgano (y de la respiración entrecortada) que, entre palabra y palabra, termina diciendo mucho más que las propias palabras.
La misma tensión (o un traslado bastante exacto) sucede en el terreno musical. La voz discurre en algo cercano a una letanía que se esfuerza en no ser enfática (y ésa es una de sus grandes originalidades) mientras la instrumentación recorre zonas absolutamente novedosas, con un inteligentísimo uso del folklórico acordeón, una referencia siempre presente (y siempre distante) a los corridos de la frontera cultural a la que Venegas pertenece (mexicana nacida en Los Angeles), y una rítmica que nunca se agota del todo en la mera marcación. En su último disco, Los momentos (publicado localmente por Sony), aparece, por ejemplo, un cuarteto de cuerdas arreglado por Jacques Morelenbaum (que es además quien allí toca el cello). En la canción que da título al disco y en la bella “Por qué”, el cuarteto juega en el lado georgemartiniano –o Beatle– y, nuevamente, lo más interesante es el contraste entre esas texturas sofisticadas y el perfil más descarnadamente pop.
En ese sentido, este disco parece volver, ya desde su presentación, sumamente ascética (unos retratos de la cantante en carbonilla, negro sobre blanco) al mundo estético del que, con producción de Gustavo Santaolalla, inauguró su carrera, Aquí, publicado en 1998. La edición de Los momentos incluye una página desplegable que de un lado incluye las letras de las canciones y la ficha técnica de la grabación y del otro una carbonilla más de Richard Haines, esta vez con la cantante de perfil. Y, también, un DVD con la filmación de un ensayo de las canciones en el estudio de grabación. Y si en la música llamada pop los procesos de producción del disco resultan fundamentales, en este caso resulta revelador escuchar el mismo material con mezclas más en crudo y sin el agregado de algunos coros y del cuarteto de cuerdas. Oyendo lo que no está, puede oírse, con claridad, aquello que persiste más allá del arreglo y de la producción.
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