El origen fue una casualidad. El notable tenor mexicano Rolando Villazón buscaba, en Munich, una partitura de Don Giovanni. Este año interpretará, en esa ópera de Wolfgang Amadeus Mozart, el papel de Don Ottavio. Y lo hará en dos producciones diferentes. Una, en la Opera de Viena y, la otra, en la Opera Estatal de Berlín y con dirección de Daniel Barenboim. Y, en la casa de música, se encontró con otra cosa, una colección de arias de concierto, para tenor y orquesta, escritas por Mozart a lo largo de su vida. Recorriendo un amplio espectro expresivo, que va del más trágico de los dramas a la comedia, estas arias se interpretan bastante poco en concierto y apenas han sido grabadas en disco (Fischer-Dieskau y Prégardien entre los más notorios). Y Villazón supo que, luego de su homenaje a Verdi del año pasado, éste sería su próximo proyecto. Junto a la Sinfónica de Londres y con dirección del excelente Antonio Pappano, registró el disco para Deutsche Grammophon y, afortunadamente, la filial local de Universal decidió editarlo en la Argentina. Y, según anunció el sello, ya está en fábrica aquí otro disco dedicado a Mozart, coincidiendo con su salida en Europa, el próximo 10 de febrero. La edición resulta excepcional por varios motivos. Por un lado, se trata de un repertorio fantástico: los Conciertos para piano y orquesta Nº 20 y 25. Por otro, se trata de una reciente grabación en vivo con dos de los más grandes intérpretes del último siglo. El gran Claudio Abbado, recientemente fallecido, al frente de la Orquesta Mozart, que había fundado en Italia, y, como solista, la pianista que no le teme a nada salvo, precisamente, a Mozart: Martha Argerich.