DISCOS › “GREATEST HITS LIVE”, EL PRIMER ELVIS PRESLEY
El álbum que se presenta mañana con Página/12 ofrece un vívido testimonio de la infancia del rock’n’roll, cuando Elvis iba camino a convertirse en el monarca de una música revolucionaria.
› Por Claudio Kleiman
John Lennon lo dijo claramente: “Antes de Elvis no había nada”. Con esta categórica frase definía el panorama musical y social que existía a comienzos de los ’50: la prosperidad de la posguerra imponía hogares de clase media con el pasto de los jardines podado tan corto y prolijo como el pelo de los adolescentes y una música de fondo suave e inofensiva a cargo de crooners como Perry Como, Dean Martin y Bing Crosby, cuyo romanticismo excluía cualquier alusión a la sexualidad. Pero todo eso estaba a punto de cambiar.
Muchos sitúan el comienzo de una revolución que transformaría para siempre no sólo la música, sino las costumbres y el estilo de vida de los jóvenes de todo el mundo, con una fecha precisa: el 5 de julio de 1954. Ese día, en el estudio de Sun Records, en 706 Union Avenue de Memphis, un joven llamado Elvis Presley había sido convocado por el dueño del sello, un emprendedor empresario llamado Sam Phillips, para lo que inicialmente estaba pensado simplemente como una sesión de ensayo. Phillips quería escuchar cómo sonaba la voz de Presley una vez puesta en cinta y convocó a un par de músicos de un grupo de hillbilly llamado The Starlite Wranglers, el guitarrista Scotty Moore y el bajista Bill Black, para que lo acompañaran. La historia, ya transformada en leyenda, cuenta que la sesión no estaba dando los resultados esperados, luego de que realizaran múltiples intentos de registrar la balada I Love You Because. Durante un descanso, mientras los músicos estaban charlando y tomando gaseosas, según Scotty Moore, “de repente Elvis agarró su guitarra, empezó a golpearla y a cantar saltando como un loco por todas partes, Bill agarró su bajo y lo siguió también haciéndose el tonto, y yo empecé a acompañarlos. Sam estaba en el control con la puerta abierta y lo escuchó, asomó la cabeza en el estudio y preguntó: ‘¿Qué están haciendo?’. Nosotros le dijimos: ‘No sabemos’. El dijo: ‘Paren un momento, busquen un punto donde empezar y háganlo de nuevo, lo voy a grabar’...”. La canción era That’s All Right Mama, del blusero negro Arthur “Big Boy” Crudup, y se convertiría en el primer single de Elvis para Sun, acompañado en la cara B por Blue Moon Of Kentucky, originalmente un bluegrass del cantante country Bill Monroe, que en las manos de Presley y sus músicos atravesó por una transformación similar.
Phillips había concretado su visión de encontrar un cantante blanco que tuviera el feeling y el sonido de los negros, mientras que Elvis, cuya omnívora curiosidad musical incluía blues, gospel, hillbilly, country & western, pop, doo-woop e incluso ópera, había sintetizado todo eso en una música nueva, que primero se llamó rockabilly y luego simplemente rock’n’roll. Elvis había nacido el 8 de enero de 1935 en East Tupelo, Mississippi, hijo de Gladys y Vernon Presley, y conoció la pobreza durante su infancia y adolescencia. Su familia se mudó a Memphis en 1948, y al terminar la “high school”, Presley se enroló como camionero, cantando principalmente para su propio placer, ya que su timidez natural provocaba que raramente lo hiciera en público. Algunos demos grabados durante 1953 y 1954 en el estudio de Sun despertaron el interés de Sam Phillips, quien finalmente lo convocó en 1955 para esa sesión que cambiaría el rumbo de la música del siglo XX.
A lo largo de sus cinco singles para Sun, Elvis fue definiendo el sonido característico del rockabilly. Se tornaba evidente que Elvis era un artista con potencial de superestrella y comenzó a atraer el interés de sellos grandes y de un astuto empresario de espectáculos conocido como “Colonel” Tom Parker, que se convirtió en su manager. Sam Phillips, urgido por la necesidad de dinero para expandir el alcance de su sello, vendió el contrato de Presley a RCA (incluyendo los masters de las grabaciones paraSun) en una suma que en su momento pareció astronómica: 35.000 dólares, a lo que hay que sumar otros 5000 para el cantante.
Su primer single para RCA, Heartbreak Hotel, un relato pleno de angustia amorosa cuyo efecto dramático era realzado por una interpretación vocal casi teatral, fue directamente al N° 1, convirtiendo instantáneamente a Elvis en una superestrella. El single Hound Dog/Don’t Be Cruel se convirtió en uno de los más vendidos de toda la historia hasta ese momento, y también los LP y EP se ubicaban al tope de los rankings en el mundo entero. Sus grabaciones de 1956 para RCA se encuentran entre las mejores y más influyentes de la primera época del rock’n’roll.
Greatest Hits Live, que se presenta mañana con Página/12, es un vívido documento de los comienzos de la leyenda, un álbum esencial del primer rockabilly. Conocido también como The Louisiana Hayride Recordings y Elvis Live: The Hayride Shows, fue grabado en vivo entre 1954 y 1956 en el Louisiana Hayride, famoso show de música country que se emitía desde Shreveport, Louisiana, los sábados a la noche, ante una audiencia que invariablemente llenaba el lugar (algunas temas provienen de actuaciones en Gladwater y Houston, Texas). Además de Elvis, Scotty y Bill, el grupo había sido aumentado con el baterista D. J. Fontana, conformando el cuarteto clásico de su primera época. Este registro documental permite asomarse a las épocas en que el rock’n’roll estaba en su infancia y comprobar la excitación que generaba este cantante que sólo contaba con 19 o 20 años. Un griterío incesante conforma el marco donde Elvis interpreta un repertorio esencialmente rockero, que se completa con algunos cándidos diálogos. El repertorio es un buen resumen de los múltiples afluentes que Presley sintetizó en sus años iniciales, con temas que integraron sus simples en Sun (That’s All Right Mama, Blue Moon Of Kentucky, Baby, Let’s Play House), junto a los que iban a aparecer en sus históricos primeros singles y LP para RCA (Heartbreak Hotel, Blue Suede Shoes, Hound Dog, sus versiones de Long Tall Sally, de Litlle Richard, y I’ve Got A Woman, de Ray Charles), e incluso algunos que no cuentan con versión de estudio, como Tweedle Dee, de Lavern Baker, y Maybellene, de Chuck Berry. En la coda de Hound Dog es palpable la anticipación de la gente cuando Elvis hace un alto y cambia el tempo, para una coda donde hacía temblar sus famosas piernas. También es notable la empatía con sus músicos, especialmente el influyente trabajo de Scotty Moore. No hay más que escuchar a Presley introducir sus solos, como cuando dice “hit it!” (¡agarralo!) en Baby, Let’s Play House, y Scotty entra con la marcha de un tren expreso.
Pero Presley aún no tenía conciencia del fenómeno que él mismo había creado. Cuando el locutor, Frank Page, le pregunta luego de That’s All Right cómo había aparecido su inusual estilo de cantar y tocar, un tímido Elvis responde “simplemente nos tropezamos con él”. Y en la entrevista que concluye el disco (grabada en Little Rock, Arkansas) dice acerca del rock’n’roll: “No sé si va a durar, pero es bueno, a la gente le gusta y vende. Quizás en cinco o seis años esté muerto”. Cincuenta años después, el rock’n’roll sigue en pie. Y el Rey está más vivo que nunca.
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