Miércoles, 23 de septiembre de 2015 | Hoy
DISCOS › THE BOOK OF SOULS, LO NUEVO DE IRON MAIDEN
La banda británica ratifica su vigencia en un CD doble que profundiza su costado más “progresivo”. Canciones largas y cambios de ritmos atraviesan un trabajo que aleja a Maiden de su etapa más “comercial”. Justamente lo que sus fans quieren.
Por Fernando D´addario
Hay en Iron Maiden un anacronismo militante: su imaginario está plagado de gnomos, espadachines heroicos y hechiceros medievales; sus fans parecen anclados en una edad indefinida, ajena al calendario, que solo reconoce como parámetro verificable la fecha en que fueron bautizados como “heavies”. Su nuevo disco, The book of souls, ratifica la premeditación arcaizante: es doble, dura una hora y media y concluye con una oda de casi veinte minutos llamada “Empire Of The Clouds”. Sin embargo, la banda británica construyó para sí una suerte de “presente continuo”. Su vigencia no está protegida por la nostalgia y su estilo musical no tiene antecesores ni descendientes. El fenómeno Maiden es autoinmune e intransferible.
The book of souls, además, confirma que el grupo liderado por Bruce Dickinson y Steve Harris abriga una particular e interesante concepción de “lo comercial”: para Maiden, la vocación por concretar un proyecto redituable no está atada a la tentación de alivianarle la carga al oyente. Considera que un producto musical más “digerible”, no se traduce necesariamente en mayores ventas. Más bien opina lo contrario. Para este último trabajo eligió ir al hueso de su costado más “setentista” (entendiendo a Maiden como una banda, temporal y estilísticamente, dentro del género, “de los 80”). Dejó de lado, en la medida de lo posible, los estribillos de cancha y los duelos guitarrísticos más gancheros para profundizar en imprevistos cambios de clima, arranques melódicos como preludio de ataques épicos y una impronta rayana en lo progresivo.
Claro que, tratándose de Maiden, la marca de fábrica –esa “cabalgata” comandada por el bajo de Harris que desde hace 35 años resulta tan repetitiva como irresistible– atraviesa y conduce todas las variaciones estilísticas.
El disco es tan parejo –aun en su diversidad– como la carrera de la banda. Tiene un puñado de canciones que seguramente ganarán espacio en la preferencia de los fans: “Death of glory”, “The book of souls”, “Speed of light” (aunque en estos casos, el soberano metalero no suele acordar con los críticos y arma sus propias listas). Pero ninguna de las otras integra el temido lote de las canciones descartables, un peligro siempre latente en un álbum tan largo.
El cantante Bruce Dickinson merece una mención especial. Viene de superar un cáncer, pero su voz luce como si nada hubiera pasado. Ya está piloteando el Jumbo Jet Boeing 747-400, conocido como el Queen of the Skies, el avión con el que emprenderá una nueva gira mundial. Un auténtico héroe del heavy metal, y el único capaz de estar a la altura de las fantasiosas historias que pueblan sus canciones.
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