DISCOS
7-David Amaya & Gitanos...
Music Brokers
Con la idea de mostrar cómo suena la música que pueden hacer los “gitanos porteños”, unos 25 músicos capitaneados por David Amaya abordan el flamenco desde el pop, en una vía que viene rindiendo frutos en el último tiempo. Con una producción que se destaca por lo prolija, hay aires flamencos con letras inéditas, y alguna alusión a Gardel más bien innecesaria. También hay invitados de peso (Diego Torres, Niña Pastori y Josemi de Ketama) y sesionistas como Guillermo Vadalá (Fito Páez) y Pablo Salzman (Diego Torres). K. M.
8-Dylanesque
Bryan Ferry. EMI
En primera instancia, no parece haber muchos puntos de contacto entre la obra de Ferry y la de Bob Dylan. Y sin embargo, esta apuesta del ex líder de Roxy Music justifica el experimento, tiñendo canciones como “Just Like Tom Thumb’s Blues”, “All Along The Watchtower” o “Positively 4th Street” de ese charme tan Ferry, sin llegar a desvirtuar la potencia artística original. Valen como mejores ejemplos “The Times They Are A-Changin’” y “Knockin’ on Heaven’s Door”, con una necesaria sensibilidad que no cae en la sensiblería o, peor, la grasada. E. F.
8-American Doll Posse
Tori Amos. Sony/BMG
Quienes busquen a la chica sensible al comando de su piano deberán hurgar en anteriores trabajos de Tori Amos. Al menos, aquí no encontrarán solamente eso. En éste, la querible y temida Tori ensaya un ambicioso desdoblamiento de personalidades, de las que sobresale un perfil más bien áspero y confrontativo. Su núcleo temático sigue siendo la mujer contemporánea en sus múltiples relaciones (de poder, políticas, amorosas, etc.), pero en American Doll Posse también considera necesario pegarle un par de palitos a Bush y mostrarse enojada. La música está a tono. F. D.
6-United Abominations
Megadeth. Random
Este nuevo disco de Megadeth bien puede interpretarse como la versión musical de la serie 24. No se sabe si con o sin ironía, nuestro idolatrado Dave Mustaine ensaya aquí un alegato antiterrorista cargado de paranoia. Claro que, más allá de desvaríos ideológicos (¿querrá parecerse, también en este aspecto, a su odiado James Hetfield?), el creador de “Symphony of Destruction” no perdió las mañas heavies: su música sigue siendo contundente y su voz, inconfundible. El disco no resiste más de veinte minutos de escucha y eso es una buena noticia. F. D.
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