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Miércoles, 16 de noviembre de 2005

TELEVISION › GASTON DUPRAT Y MARIANO COHN LLEGAN A CANAL 7

Lo que brilla no es estrella

El programa que idearon hace seis años, Televisión abierta, en el que dieron lugar a la gente común, vuelve al aire en el 7. “Es el único delivery de la televisión”, dicen.

 Por Emanuel Respighi

Ellos le devolvieron a la televisión –a finales de la década del 90– el uso real de servicio público, conformando en Televisión abierta un espacio catódico en el que la cámara estaba puesta al servicio de la gente común, para que digan o hagan cualquier cosa, lo que tuvieran ganas. En esa suerte de video casero y a domicilio, pero transmitido a todos los hogares argentinos, la TV local dio su primera (¿y acaso más real?) señal de apertura hacia la gente común, que luego la propia industria explotaría, en primer lugar, en función reality, y, ahora, en esa suerte de números circenses en continuado en el que se convirtieron algunos programas. Fue la primera muestra de rebelión a la vieja TV reservada únicamente a las “estrellas”. Seis años después de aquella ruidosa pero corta temporada a la medianoche de América, Televisión abierta regresa a la pantalla chica, todos los jueves, a las 23, por Canal 7.
La creación de Gastón Duprat y Mariano Cohn retorna ahora con la misma estructura de antaño, sin reglas ni imposiciones, con la única consigna de que la gente se comunique por teléfono al “único delivery de televisión” y exija una camarita a su domicilio. En esta nueva etapa, ahora bajo la producción de La Cornisa, el espíritu anárquico que signó al ciclo se mantiene, sólo que esta vez el misterio acerca de quién le pone el cuerpo a la inconfundible voz de Pío Ragal, el histórico locutor, se va develar en cámara. “Pudimos convencerlo de que de locutor en off pase a on. Ese será un aporte interesante para el ciclo, porque a raíz de su extraña y particular tonada, al público le resulta muy difícil imaginárselo”, detalla Duprat. “Se van a sorprender”, agrega Cohn, en la entrevista con Página/12.
Más allá de este detalle, está claro que la atracción principal de Televisión abierta fue, es y será la galería de freaks que transitan libremente por su pantalla, en un humor que va de grotesco a la ironía sin escalas. “Nosotros filmamos lo que la gente quiere hacer. No hacemos trampa. No editamos ni llevamos a que la gente diga o haga tal cosa: sólo le damos el espacio para que se expresen. En todo caso, mostramos la locura de las personas”, aclara Cohn. “El programa –se suma Duprat– no tiene controles de ningún tipo, depende de lo que la gente quiera hacer. La gente sigue haciendo cualquier cosa por salir en TV.”
–Televisión abierta se destacó por no estar atado a ningún esquema televisivo tradicional. El hecho de estar producido por La Cornisa, ¿no atenta contra ese espacio experimental y casero?
Gastón Duprat: –Por primera vez el programa cuenta con la infraestructura necesaria para ofrecer una buena propuesta. Tener un apoyo sólido nos permite poder ver el programa antes de su salida al aire, cosa que antes se nos hacía imposible. Era un programa sin filtros de verdad, ¡ni siquiera nosotros lo veíamos previo al aire!
Mariano Cohn: –El contenido y la esencia del programa siguen siendo tan chiflados como antes. Que haya una productora detrás nos permite ampliar la cobertura del delivery y no tener que atender el teléfono nosotros mismos. Antes, filmábamos sólo cuando teníamos plata para la nafta de la moto...
–¿Cuál consideran que fue la virtud principal de Televisión abierta?
G. D.: –Que la gente hace lo que quiere. No existen los mecanismos de la TV tradicional, en el que si va un gordo lo adelgazan, si está la pared descascarada la pintan... Acá no hay edición sobre los testimonios, como sí los hay en los programas que dicen que le dan lugar a la gente. Nosotros respetamos el in y el out de lo que la gente hace o dice delante de la cámara, para no transgiversar. No editamos para poner lo más impactante ni usamos el recurso de la repetición para subrayar algo...
–El ciclo vuelve con una TV mucho más abierta a la participación del ciudadano común...
G. D.: –Eso de que la TV le dio un lugar a la gente común es ficticio. La TV tradicional utiliza a la gente sólo para que haga monerías frente a lacámara. En la TV tradicional la gente aparece sólo para sacar un papelito de una urna o para hacer de payaso. La TV le abrió la pantalla a la gente común sólo para hacer de bufón o clown del conductor de turno. La TV tradicional no le da lugar a la gente para expresarse. La opinión, en TV, pareciera ser pecado: la imprevisibilidad es el peor enemigo de la TV.
M. C.: –Esa es la diferencia. Televisión abierta le da espacio a la gente para que hagan lo que quieran, desde opinar sobre cualquier tema hasta hacer música o mandar mensajes. Nosotros sólo queremos escuchar a la gente, no queremos decir nada.
G. D.: –En Televisión abierta se ve que no está presente la mano del productor televisivo, que acomoda, limita y “emprolija” los contenidos. No queremos meter esa mano emprolijadora que iguala todos los contenidos...
–¿Notaron algún nuevo uso del espacio televisivo? ¿Cuáles son las diferencias respecto de la tribu televisiva de hace seis años y la actual?
G. D.: –Nos llamó la atención que hay gente que le manda mensajes a familiares que están presos, en un nuevo uso de la TV como mensajería pública. Hay también una señora que le habla a un pariente muerto, al que le cuenta como están sus hijos y el resto de los parientes. Hay gente que pide laburo, otro que le agradece a su jefe el haberle dado trabajo.
M. C.: –Ahora, los adolescentes recuperan el espíritu post Jackass, el programa que se emitía por MTV: se queman el pelo, se sacan los mocos, se golpean, hacen toda clase de groserías. Otro elemento nuevo es que hay mucha más demanda de cámaras para opinar sobre diversas problemáticas, no sólo sociales, sino también televisivas. La TV es hoy un tema nacional, casi al mismo nivel que el fútbol y la política.

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Duprat y Cohn, dueños de una idea que funcionó.
 
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