Viernes, 29 de agosto de 2008 | Hoy
TELEVISION › EL ULTIMO INVENTO CATODICO DE GABRIEL ROLON
El psicólogo mediático propone en Terapia (única sesión) una charla intimista con personajes del espectáculo, que se suman a la abundante presencia de divanes en la pantalla, en series como In Treatment y Tell Me You Love Me.
Por Emanuel Respighi
La terapia no es sólo una costumbre más de la sociedad actual: también se ha convertido en un nuevo protagonista televisivo. Refractaria de las prácticas sociales, y también generadora y propagadora de conductas, la pantalla chica incorporó a sus huestes a las sesiones terapéuticas como materia prima de abordaje y atracción. Series de ficción de aquí y de afuera como Los Soprano, Vulnerables, Tell Me You Love Me, Dr. House o Locas de amor, entre otras, otorgaron a la terapia un rol central en el nudo dramático de cada una de las historias, alcanzando con la serie de avistaje dual (se puede seguir diariamente o en formato semanal) de HBO In Treatment el punto máximo: cada envío del programa no es otra cosa que la charla del profesional y el paciente durante una sesión. Y la TV argentina, siempre atenta y oportuna como pocas, de-sarrolló su propio programa del género: Terapia (única sesión) es el ciclo que desde la semana pasada Gabriel Rolón conduce por América (viernes a las 23.30).
Psicólogo mediático con libro (Historias de diván) y programa de radio (Noche de diván, lunes a viernes a las 23.15, por Mitre) propios, a Rolón ahora le llegó su etapa solista en la TV, luego de haber formado parte del staff de La venganza será terrible, Todos al diván y RSM, entre otros, siempre a partir de comentarios u observaciones con afán de “desnudar” el alma y la verdadera personalidad de los famosos invitados de turno en cada uno de los ciclos. En su debut con programa televisivo propio, el psicoanalista mediático del momento sigue haciendo aquello que pontifica desde su ingreso a los medios: analiza a los famosos que se exponen a una sesión catódica, desde Flor de la V (fue la primera invitada) hasta el perverso rey del chimento y las operaciones de prensa del mundo del espectáculo Jorge Rial (se verá esta noche).
“Terapia (única sesión) consiste básicamente en una charla de carácter intimista y profunda con un entrevistado famoso. La idea es generar un marco de respeto que motive al invitado el deseo de abrirse, de contar cosas que a lo mejor no ha contado públicamente de sí mismo. Sabiendo que no va a ser juzgado y que no se va a ver obligado a hablar de aquello que considere que prefiere guardar para sí”, le explica a PáginaI12 Rolón, que desde su lugar –para bien y/o para mal– intenta poner en primer lugar el diálogo y las palabras. Algo que escasea en la TV actual, pendiente de tantos culos y tetas moviéndose en primer plano y a toda hora.
–¿Cuánto de profesional y cuánto de “show” tiene para usted un programa como Terapia...?
–Espero que se vea que tiene mucho de profesional, en cuanto mi profesionalismo en los medios. En estos 15 años me he venido preparando para este sueño. Si la pregunta refiere a lo profesional desde lo psicológico, Terapia... no es una práctica clínica televisada. Eso no sería ético y guardo un infinito respeto por mi profesión de analista. Tiene mucho de televisivo. La escenografía de consultorio, el diván, son guiños, metáforas entre el entrevistado, el público y yo. Una invitación a dejarse llevar por un marco diferente para escuchar una entrevista que, sin ser clínica sobre todo por mis intervenciones, sea también diferente.
–¿Por qué cree que la terapia se convirtió en protagonista televisivo?
–El ser humano es un mundo complejo, difícil de descifrar. Creo que allí radica la clave del atractivo de esas series. Uno quiere saber que hay más allá de lo que se ve. Y, además, también nos intriga qué cosas pasan por la cabeza de esas personas, médicos, psicólogos, que supuestamente saben de los secretos del cuerpo y la mente.
–¿Es consecuencia del incremento de personas que en su vida real concurren a terapia?
–Mis participaciones han provocado muchos pedidos de análisis, es cierto. Pero son más los casos en los que he ayudado derivando a otros profesionales. Porque a veces en los medios estoy obligado a responder acerca de niños, adolescentes, adultos, parejas... Y yo no soy especialista clínico en todo.
–¿Cree que la atracción televisiva de una sesión de terapia es el resultado de la era post reality show? De alguna manera, “presenciar” una sesión significa, para el público, romper la barrera de lo privado y acceder al terreno de las confesiones íntimas...
–El deseo de mirar es algo natural en todos. Es lo que llamamos pulsión escópica. Todos somos en algún punto un poco voyeurs. Creo que la diferencia la marca aquello que como artistas decidimos mostrar. Abrimos una puerta y el público espía. Pero una cosa es mostrar cómo una familia se mata a golpes o cómo una mujer se desnuda en su cuarto y otra muy diferente es mostrar a alguien pensando, reflexionando sobre las cosas importantes de su vida. Y con respeto, sin trampas. Leer un libro es espiar en la vida de otros. Pero hay buenos libros y libros malos.
–¿Hasta qué punto, según su opinión, la utilización de la terapia como estructura narrativa televisiva beneficia su práctica profesional? ¿Hasta qué punto la desprestigia?
–Creo que la estructura narrativa del “como si” de un análisis no tiene por qué darme ni más ni menos prestigio. Me juego por primera vez como conductor. Y allí sí podrán decir si soy bueno o malo. Y estoy preparado para todas las críticas que se me hagan. Todo el que se expone debe estarlo. Ahora si alguien decide juzgarme como terapeuta por cómo conduzco un programa de televisión creo que comete un error. Yo deseo y espero que el público y el entrevistado puedan percibir, sobre todo, el enorme respeto con el que está pensado este proyecto, más allá de sus errores o sus aciertos.
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