Mié 08.04.2009
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TELEVISION › CóMO FUE EL DEBUT DE CAIGA QUIEN CAIGA VERSIóN 2009

Un power trío que garantiza frescura

Más allá de los lógicos nervios del primer programa, Ernestina Pais, Juan Di Natale y Gonzalo Rodríguez superaron ampliamente la prueba. Apoyándose en informes que ya son marca registrada, el nuevo trío abrió así una temporada que promete.

› Por Emanuel Respighi

En el primer envío de la decimotercera temporada de Caiga Quien Caiga (lunes a las 23, por Telefé), la atención de los televidentes no estaba puesta en la nueva escenografía. Tampoco, es honesto señalar, en los informes o secciones, nuevas o viejas conocidas, que se pusieran al aire. Esta vez, como en ninguna otra oportunidad en su larga vida televisiva, el interés recaía en saber cómo iba a funcionar el nuevo trío de conductores, compuesto por Ernestina Pais, Gonzalo Rodríguez y Juan Di Natale, el único de los históricos que mantiene su lugar en el escritorio tras el anunciado “retiro”, el año pasado, de Mario Pergolini y Eduardo de la Puente. Y en ese inevitable juego de las comparaciones, el periodístico-humorístico no sólo salió bien parado sino que, además, recuperó cierta rebeldía y naturalidad en la interactuación en el piso entre el nuevo staff de conductores. Un trío que corroboró aquello que se intuía: que para mantener las dosis de acidez e ironía, el formato CQC requiere tanto de noteros como de conductores que estén más allá de todo, liberados de cualquier tipo de compromiso. A esta altura nadie duda de que CQC es, básicamente, un programa generacional que necesita de la identificación de los televidentes con sus caras visibles para que la incorrección política se digiera naturalmente.

Si bien es cierto que CQC es uno de los pocos programas en los que el peso de su éxito y vigencia recae –más que en ningún otro elemento– en la potencia de su formato, el primer envío con trío nuevo demostró que el rol que cumplen sus conductores no se remite a un papel secundario. De otra manera no se explica cómo el alejamiento de dos de sus conductores originales (Pergolini y De la Puente) y el arribo al escritorio de Pais y Gonzalito haya logrado imprimirle al programa producido por Eyeworks Cuatro Cabezas un estilo propio, diferente al de sus predecesores. O mejor dicho: a la impronta que en los últimos años Pergolini & De la Puente venían plasmando en un ciclo que alguna vez sintieron a su medida y que, doce temporadas después, los trajes y lentes oscuros –el programa, en definitiva– les quedaba chico desde hacía rato.

Con una puntualidad inusual para la actualidad televisiva (comenzó a las 23.01), la versión 2009 de Caiga Quien Caiga se abrió con una ficción en la que los nuevos conductores se perdían en los pasillos del canal: Ernestina iba a parar a la escenografía de Los exitosos Pell$ y se agarraba de las mechas –literalmente– con Sol Pells (Carla Peterson); Gonzalito era confundido con un participante de Operación Triunfo (y llegaba a mostrar aptitudes para el canto), y Di Natale era sometido por el peluquero del canal a un corte y teñido emo que lo llevó a ser perseguido por un agente de seguridad. Un inteligente y divertido paso de comedia como para presentar al flamante equipo de conductores.

“Uff, ¡cómo se siente!”, atinó a decir Ernestina, de impecable traje negro y corbata a media asta, al ingresar al estudio para dar comienzo al programa, ante el aplauso de una platea más colmada que lo habitual. Evidentemente nerviosa, al igual que sus compañeros, la ex conductora de Mañanas informales sumaba, además, el plus de reemplazar a Pergolini y de ser la primera mujer en incorporarse a un programa históricamente hecho por hombres, no exento de chistes de género. Por eso, tal vez, para romper el hielo y lograr de entrada la complicidad del público, la muchacha blanqueó lo que seguramente los televidentes percibían del otro lado del televisor. “Lo tengo que decir: para mí también es raro que no esté Mario (Pergolini)”, disparó, para marcar el inicio de la nueva etapa del programa y sincerar la relación con la audiencia. Luego, en su rol de guía, Di Natale presentó un instructivo de gente que no quiere al programa y gente que sí: mientras que en el tape de aquellos a los que CQC no les cae simpático abundaban las figuras (desde Marcelo Tinelli hasta Gerardo Sofovich, pasando por Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá), apenas Federica Pais –hermana de Ernestina– completaba el tape de quienes gustaban del programa. Claro que cuando volvieron al piso, un mensaje de texto de Federica les remarcaba que no los quería más porque la foto que habían puesto de ella era un desastre...

Con algún que otro furcio propio del debut, algunas “pisadas” entre los conductores y un por momentos excesivo apoyo en el guión, que atentó contra la fluidez en el piso, el programa avanzó a partir de diferentes editados. La temporada de informes se abrió con la nueva sección “Decíselo en la cara”, en la que la “gente común” tiene la posibilidad de decir en la cara a políticos y personalidades públicas lo que piensa de cada uno. El polémico presidente del FTV, Luis D’Elía, inauguró el segmento, cruzándose con transeúntes de Plaza Once y de Recoleta. Entre las novedades también se presentó “Trabajo forzado”, en el que Guillermo López intentará que “la gente de la tele logré trabajar al menos por un rato”. La actriz Eugenia Tobal, una abonada a CQC, fue la primera en participar del segmento. ¿Su tarea? Inseminar artificialmente a una vaca.

Pese a las novedades, la sensación que dejó el primer envío es que las secciones clásicas siguen siendo las más destacadas. Al clásico “Top Five de la TV argentina”, el “Proteste ya” –que mantiene a Gonzalo al frente– volvió a demostrar que se trata de uno de los segmentos más logrados del periodismo televisivo nacional. Combinando humor, periodismo de denuncia y acción ciudadana, el notero devenido conductor viajó hasta Corrientes, a los Esteros del Iberá –el segundo humedal más grande del mundo–, para cumplir con aquello que la Justicia ordenó en tres oportunidades, pero que nadie había hecho: destruir un terraplén artificial e ilegal de 22 kilómetros de largo que desde hace años está poniendo en riesgo el ecosistema natural. Una sección que condensa todas y cada una de las características que hicieron de CQC un clásico. Otro momento interesante fue el informe sobre Raúl Alfonsín, a raíz de su muerte, que logró pintar en un par de minutos todo lo bueno y lo malo de su gestión como presidente del país y como referente de la Unión Cívica Radical.

Sin caer en el humor socarrón, el primer episodio dejó en claro que, aunque haya más horizontalidad en el trío, Ernestina es la que baraja y reparte el juego del programa. En ese rol, la conductora logró aportarle un nuevo matiz a su figura, construyendo un perfil que sin perder corrosividad tiene tintes de locutora. Por su parte, el Gonzalito “sin editar” compensó su falta de experiencia como conductor con comentarios sin filtros y ácidos (“Por eso no fue nadie al velorio de Menem”, ironizó sobre el actual estado político del ex presidente riojano; “Clemente parecía un niño con juguete nuevo, o, mejor dicho: un niño con tres juguetes viejos”, disparó sobre la fascinación del notero al entrevistar a los Kiss). En tanto, Di Natale sigue jugando a ser el más sobrio del escritorio. Un trío que desde el mismo debut mostró que alcanza su punto justo cuando cada uno se muestra tal cual es, sin guiones ni formalismos de por medio. El power trío sólo es cuestión de tiempo. Con la renovación, CQC tiene ironía fresca que le garantiza cuerda para rato.

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