TELEVISION › MARíA JULIA OLIVáN Y SU DEBUT COMO CONDUCTORA
La periodista dice que sus últimas salidas a la calle ya no eran un desafío y que hacía tiempo que quería probar la conducción: ahora se da el gusto en 6 en el 7 a las 8, el programa del 7 que repasa los medios “sin ponernos en un lugar de juzgar”.
› Por Emanuel Respighi
De recorrer las calles más oscuras al estudio iluminado por todo tipo de focos. De la nota cruda, impredecible, a la reflexión pausada. De los informes sociales, husmeando en los márgenes, al análisis de los medios de comunicación. De reflejar la realidad en primera mano a examinar, interpretar y decodificar la manera en que las grandes corporaciones periodísticas construyen esa misma –pero a veces extrañamente diferente– realidad. Ese fue el abrupto salto que dio este año María Julia Oliván, la periodista que alcanzó popularidad como cronista de Kaos en la ciudad, La liga y Argentinos por su nombre y que ahora le toca el turno de conducir 6 en el 7 a las 8, de lunes a viernes a las 20, por Canal 7. El ciclo, producido por PPT, se anima a mirar críticamente el trabajo que los medios hacen sobre la realidad reciente y lejana. “El programa intenta reflexionar sobre la realidad y sobre cómo los medios la miran y analizan, sin ponernos en un lugar de juzgar lo que los medios publican o emiten”, explica Oliván, que en el programa tiene la difícil tarea de organizar las discusiones que se entablan entre Luciano Galende, Orlando Barone, Carla Czudnowsky y Cabito Alcántara.
Aprendiendo el oficio diario de opinar y bastonear el numeroso panel de colegas, la periodista no siente que al asumir el rol de conductora la hayan alejado de la “calle”. En realidad, confiesa, la conducción era algo que deseaba desde hacía un tiempo. “Buscaba hacer piso en vivo porque se trataba de un nuevo rol periodístico del que carecía de gimnasia. En el último tiempo, salir a la calle me estaba resultando un poco pesado. Ya no me era un desafío. No sentía complejidad, me sentía estancada. Si bien en La liga hacíamos piso y todos éramos conductores, me sentía ajena al producto final: lo que salía al aire era lo más lavado que podía emitirse. Necesitaba un proyecto en el que pudiera mostrarme como soy, donde pudiera opinar y reconocerme en la pantalla”, analiza Oliván, que inicialmente fue convocada a 6 en el 7 a las 8 como columnista y que ante el alejamiento de Diego Fucks asumió la conducción por primera vez en su carrera.
–Después de tanto tiempo como “cronista social”, ¿no se siente limitada por el estudio?
–Soy periodista porque tengo intereses múltiples. Me cuesta encasillarme, no me gusta, y ya bastante me había encasillado haciendo tantos años el mismo tipo de periodismo. Por eso soy de cambiar mucho de programas, de canal, de productora: no me gusta acostumbrarme a las cosas. Me gusta que lo que haga me cueste, que sea un desafío, que me genere adrenalina, porque si no me aburro. En la TV el único periodismo que parece que se puede hacer es el marginal. Entonces, es inevitable hacer más de lo mismo. Cuando como cronista vas a hacer una nota con los ojos cerrados, la hacés de taquito y no hay necesidad de romper ningún hielo, hay algo que tenés que replantearte.
–De todas maneras, su debut como conductora se da en un ciclo atípico. No es común que un medio analice a otros, desarticulando sus discursos.
–A mí me ganaba ese prejuicio: como periodista nunca me gustó juzgar a un colega. Sé, por ejemplo, que la calle es un lugar difícil y que es fácil juzgar la tarea de un movilero desde la comodidad del estudio. Por eso como conductora trato de bajar los decibeles cuando nos ponemos en juzgadores del periodismo y focalizar el análisis en las posiciones que sobre determinados temas toman los grandes grupos mediáticos. Hay que diferenciar a los periodistas de las empresas. Amo la profesión y la respeto. En otra época el periodista tenía más poder en la sala de edición. Y ahora se edita con el empresario al lado. Los programas periodísticos pasaron a ser de las empresas y no de los periodistas. En otros lugares, la nota pertenece más al periodista, aunque la misma responda a un medio grande: los periodistas editan sus propias notas. Yo lo hacía en Kaos en la ciudad, pero en Cuatro Cabezas nunca: la edición estaba cerrada al grupo cercano a la conducción de la empresa.
–De analizar diariamente los medios por cuestiones profesionales, ¿cree que está cercenada la libertad de expresión en el país?
–Hay libertad de expresión, pero también hay censura de empresa: hay empresas que eligen no tener determinados periodistas porque esos profesionales hacen poner en riesgo sus negocios. La empresa muchas veces es más papista que el Papa, al tratar de evitar el choque o que lo llame un funcionario o candidato. Puede haber relaciones cercanas entre un funcionario, empresario o político con un medio, pero no me parece que haya una censura orquestada desde el Gobierno. Basta con leer o escuchar lo que se dice en los medios para darse cuenta de que cada uno opina lo que quiere. Hay cuidado con el contenido, pero no creo que haya censura.
–Que el ciclo se emita en el canal estatal puede ser visto como parte de la mirada oficialista sobre los medios.
–Es lógico, que se piense eso en un año electoral, con un gobierno que tiene una mirada crítica sobre los medios. Pero la mejor respuesta que tengo para dar es que vean el programa. Mi manera de trabajar en el canal oficial es decir siempre lo que pienso, no traicionarme a mí misma. No soy oficialista ni nadie me pidió que lo sea.
–¿Hasta qué punto los medios reflejan la realidad y hasta dónde la construyen?
–Los medios tienen la capacidad de instalar e inflar temas, pero los temas existen. La inseguridad existe, lo que no podemos dilucidar es hasta qué punto es histórica o mantiene sus niveles. Por ejemplo, la cantidad de delitos cometidos por menores en la ciudad de Buenos Aires, en comparación con otras grandes urbes latinoamericanas, es baja. Entonces, si los medios están inflando el tema, lo que tendrían que hacer los organismos estatales es publicar las cifras oficiales.
–¿Está de acuerdo en que en esta campaña es cuando las posturas políticas de los medios y los periodistas están más expuestas desde la recuperación democrática?
–Está clarísimo quién juega para quién. Pero sería mejor si cada medio o periodista se hiciera cargo públicamente de para quién está jugando, como pasa en Estados Unidos. Nosotros somos más rebuscados o hipócritas. Los argentinos no nos hacemos cargo de nada. Así como a un presidente nadie lo votó, así como nadie ve a Tinelli, también con el periodismo. Pareciera que está mal que un periodista se defina políticamente. A mí me parece, en cambio, mucho más ético que cada periodista blanquee su posición.
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