Mar 16.08.2005
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TELEVISION › NICOLAS CABRE, EL NUEVO FORMATO DE “SIN CODIGO” Y LA ACTUACION COMO APRENDIZAJE PERMANENTE

“Lo peor es creer que se puede actuar de taquito”

Tras la alta exposición de Son amores, el actor se dedicó al teatro y a un par de apariciones en unitarios. Pero se muestra entusiasmado con Sin código porque “tiene la duración ideal: que tenga sólo cuatro meses de duración ayuda a que no se dilate la resolución de cada historia”.

› Por Emanuel Respighi

A cara lavada. Así es como recibe Nicolás Cabré a Página/12, en uno de esos enormes motorhome que durante las grabaciones en exteriores suelen convertirse en la segunda casa de los actores, aunque sin el comfort del hogar propio. Y no se trata de una simple figura metafórica: el actor acaba de quitarse de su rostro –con la ayuda de una maquilladora y una cuantiosa cantidad de algodón– el multicolor maquillaje de payaso con el que acaba de grabar una escena de Sin código, la telecomedia que hoy a las 21 se estrena por Canal 13. Sentado frente a una mesita emplazada en el colectivo, cigarrillo en mano, el actor cuenta que aunque ya hace varias semanas que venían grabando, recién ahora cayó en la cuenta de que volvió al ruedo televisivo. “Veníamos tranquilos con las grabaciones porque estábamos haciendo solamente exteriores. Pero esta semana, cuando empezamos también a grabar en piso, me di cuenta de que había vuelto al trabajo”, dice, entre la broma y la resignación.
De modales tranquilos, palabras pausadas y tono monocorde, Cabré parece conocer al dedillo cada uno de los mecanismos de la actuación televisiva. El suyo es un caso raro: pese a su corta edad (25 años), puede decirse que se trata de un actor con vasta experiencia en el medio (ver aparte). “Empecé a actuar a los 10 años. Pasé más de la mitad de mi vida trabajando como actor. Y acá estoy: vivito y coleando”, detalla. Y, cual actor experimentado, dispara su primera máxima: “Estoy convencido –apunta– que para que una química o una sonrisa traspase la pantalla, los primeros que debemos reírnos somos los actores y técnicos en el set. Si eso no sucede, estamos fritos”.
Según dice, nada de eso ocurre durante la grabación de Sin código, la tira de cuatro meses que desde hoy reemplazará a la fallida Una familia especial. Desprendimiento del ciclo policial de cuatro episodios que realizó a fines del año pasado con el mismo nombre, Cabré continuará acompañado por Adrián Suar, productor, actor y director de programación del 13. Pero ya nada será igual: además del cambio de formato –ahora irá como tira diaria–, el programa estará más volcado al humor que al policial.
–Es otro programa. Lo que cambia, principalmente, es la manera en que Gabriel y Axel se involucran en los casos. El año pasado, el ciclo fluctuaba más entre el policial y el suspenso, lo que no permitía intensificar una relación entre el personaje de Suar y el mío. A Axel le habían matado al viejo y a Gabriel le tenían el hermano secuestrado, no había lugar para el relax. Ahora, en cambio, ellos tendrán una relación mucho más estrecha. Además, como los casos que tienen que resolver no son tan personales, trabajan de modo más relajado. Aunque siguen molestándose y va a haber acción, esta temporada se hace más hincapié en la cotidianidad que en el caso a resolver.
Acorde a esos cambios, Pol-ka reunió a un elenco mucho más numeroso del que tuvo el año anterior. Nancy Duplaá, Alfredo Casero, Fabio Posca, Marcela Klosterbooer, Rodolfo Ranni, Rita Cortese, Walter Quiroz, Mike Amigorena y hasta el Bahiano se pondrán al frente de una historia que tendrá sólo 80 capítulos de duración. “El hecho de que sea una tira de cuatro meses de duración –arriesga Cabré– ayuda al normal desenvolvimiento de la trama, a que no se dilate la resolución de cada una de las historias, como sucede en el resto de las tiras. Sin código es un programa mucho más ágil, más compacto. Casi que no hay lugar para estirar nada. Tiene la duración ideal para hacer un buen producto. Mientras una tira anual puede llegar a tener trescientos capítulos, ésta va a tener ochenta. Estos tiempos dan la libertad de hacer un libro en el que suceden muchas cosas sin pensar que se están quemando etapas.”
–¿Cómo tomó la noticia de que los diez capítulos previstos que iba a durar Sin código se convirtieran en ochenta?
–Está todo bien. A mí me da alegría hacer este programa. El año pasado, cuando lo hicimos, la pasé bien. Si bien al principio íbamos a hacer diez capítulos, cuando Adrián me propuso hacerlo como tira no dudé ni cinco segundos. Yo trato siempre de que cuando actúo no parezca un trabajo. Disfruto de verdad estar grabando o sobre el escenario. Van a ser cuatro meses en los que pienso pasarla bien y venir a divertirme.
–Es un pensamiento que no abunda en un medio donde las presiones por el rating vuelven al trabajo casi como en una cuestión de vida o muerte... ¿Es posible actuar en TV pensando que no se está trabajando?
–A mí el rating me importa muy poco. Si la gente ve el programa o no, no depende tanto de mí... ni siquiera muchas veces del programa. Obviamente, no me gustaría que el ciclo tuviera poca audiencia. Pero, en mi caso, trabajar en un programa con mucho rating no es mi prioridad. A mí me interesa más que el programa sea bueno. Muchas veces pasa que existen programas que tienen mucha audiencia y no son muy buenos, y viceversa. En mi orden de prioridades, en ese sentido, está primero que el ciclo sea bueno y que pueda disfrutar mientras laburo. Después, si va bien es un golazo, y si va mal no es lo ideal, pero no siempre depende de uno.
–Con Sin código vuelve a hacer tira después del éxito de Son amores. ¿Tenía ganas de volver al género o prefería mantenerse haciendo unitarios?
–Después de los dos años de Son amores yo le había dicho a Adrián que iba a parar de hacer tiras porque ya no era algo que me volvía loco. Estaba haciendo teatro con Alfredo (Alcón) y quería disfrutar esa experiencia. No quería llegar al teatro cansado, a las corridas, y sentir el peso de tanto trabajo. Sabía que en algún momento iba a volver a la tira, pero si puedo descansar de ese género y la gente puede descansar de mí, mejor. No creo que le haga bien a un actor estar durante muchos años seguidos haciendo tira. Porque no sólo uno se cansa del género, sino que la gente también se cansa de uno.
–No todo el mundo piensa de esa manera. Hay muchos actores que creen que tienen que aprovechar el momento de popularidad al máximo, haciendo cuanta propuesta les llegue a sus manos.
–Tal vez haya gente que no se canse de uno, yo creo que sí... Prefiero disfrutar de lo que estoy haciendo y no saturar ni saturarme. La carrera de un actor es muy larga como para aprovechar el momento por miedo a que pase. Si el criterio de un actor para elegir qué trabajo hacer y cuál no es el de ganar dinero, probablemente esa persona tenga que replantear su vida: más que intentar desarrollarse y crecer en la profesión, lo que quiere es vivir de la mejor forma posible a cualquier costo. Yo nunca hice algo por plata. Mi horizonte es crecer e intentar ser un gran actor. Quiero hacer cosas que me hagan bien a mí. El dinero vendrá o no. Lo que primero me interesa es crecer como actor. Por eso me preocupa que el programa esté bien. Lo único que intento aprovechar son los trabajos y los papeles que me pueden hacer crecer como actor.
–Y en ese crecimiento como actor, ¿hacer una tira diaria ayuda? Por lo general, se trata de un género que apunta más a la masividad y a la venta publicitaria que a hacer programas basados en la composición actoral y autoral.
–Uno tiene que sentirse bien con lo que haga. El actor no siempre va a tener la posibilidad de hacer Shakespeare o Brecht. En lo que uno pueda elegir, tiene que hacer lo mejor siempre. La TV te da un montón de herramientas que luego se utilizan en el teatro o en el cine. Porque, en definitiva, si bien se trata de ámbitos diferentes, con disímiles formas de trabajar en uno u otro ámbito, uno siempre está actuando. La esencia es la misma. Si uno está atento y abierto a las posibilidades de aprendizaje que ofrece cada medio, todo sirve para crecer. Lo peor para un actor es creer que puede interpretar papeles de taquito. Uno tiene que estar siempre con los sentidos a flor de piel para empaparse de todo lo que rodea a la actuación. Yo tengo 25 años y sé que a mí me falta muchísimo por aprender, por equivocarme, por hacer, por probar... No creo que en teatro se aprenda más que en TV.

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