TELEVISION › EL ARTE DE LA METEOROLOGIA
Fernando Confesore y Mauricio Saldívar, pronosticadores del tiempo en Canal 13 y TN, admiten que su rol se ha vuelto más visible, “porque la gente quiere controlar la mayor cantidad de variables sociales posibles”.
Ellos afirman que están muy lejos de sentirse estrellas televisivas. Y que mucho menos son tratados como tales: ni siquiera se sienten parte del mundo televisivo. Sin embargo, diariamente están al aire durante –al menos– tres horas, y se trata de las personas a las que probablemente mayor atención les prestan los televidentes: sus palabras resuenan en los oídos del público como máximas que son seguidas al pie de la letra por millones de personas. A partir de que casi todo el mundo no sale de su casa sin haber escuchado con anterioridad sus pronósticos, puede decirse que de alguna manera ellos “digitan” la moda de gran parte de la sociedad. “No es para tanto”, dicen, a dúo, Fernando Confesore y Mauricio Saldívar, los meteorólogos que desde las pantallas de Canal 13 y TN se convirtieron en referentes para el gran público. “Lo que pasa es que la gente, en su afán de controlar la mayor cantidad de variables sociales posibles, cada vez más se interesa por el pronóstico del tiempo”, coinciden en la entrevista con Página/12.
La materia prima de la que se vale cada uno es casi la misma: imágenes satelitales y datos sobre la presión atmosférica, la temperatura y los vientos. Sin embargo, ellos lograron lo que ningún colega anterior: se animaron a hacer atractiva una información tan básica como el estado del tiempo y su pronóstico. Ni siquiera el clásico acento ruso-argentino de Nadia Zyncenko (la histórica meteoróloga de Canal 7) logró gozar de tanta popularidad en su época de oro. Es que los pronosticadores de turno de Arriba argentinos, Telenoche y La mañana en TN le dieron su impronta personal a la información meteorológica y hasta se ganaron la posibilidad de opinar sobre otros temas al aire. Incluso, la moda climática va más allá: desde hace meses, el 13 emite diariamente a las 6.45 El tiempo del tiempo, un ciclo dedicado exclusivamente al clima.
Lo suyo, dicen, gusta por la diferencia: mientras que para comunicar que el día va a estar frío, Saldívar utiliza frases informales del tipo “Hoy: buzito”, Confesore nunca se sale de la postura tradicional del “abríguese”. “Como yo estoy sentado en piso durante todo Arriba argentinos –detalla Saldívar–, muchas veces me utilizan a mí y al tiempo para poder digerir una mala noticia o bajar un poco el tono de seriedad.” Claro que el contexto no lo es todo. Al fin y al cabo, dar el pronóstico del tiempo, dicen, es también un arte que depende del artista. “Siempre –recuerda Saldívar– traté de hacer más divertida la información. Cuando trabajaba en el Servicio Meteorológico Nacional con pilotos de guerra, cuando el tiempo estaba feo, en lugar de decirles que no iban a poder volar les decía ‘afivito’, que significaba ‘a fifar que viene tormenta’.”
La rutina diaria de un pronosticador televisivo del siglo XXI comienza con el despertador sonando a las 4.30 de la mañana. La jornada de trabajo de la dupla arranca a las 6.30, cuando se juntan en la oficina que poseen en el canal observando el estado de las ciudades más importantes de todo el país. Luego comienzan a trabajar con imágenes de radar y satelitales, para finalmente analizar la interpretación que cada modelo meteorológico (el estadounidense, el europeo y el argentino) hace respecto de las próximas 96 horas. “Una vez cosechada toda esta información, tratamos de ponernos de acuerdo en lo que puede suceder en las próximas horas. De más está decir que no siempre logramos llegar a un acuerdo. Cuando coinciden todos los modelos, los dos estamos muy felices: ambos ponemos el mismo dato de temperatura máxima y mínima, la misma nubosidad y posibilidades de lluvia”, detalla Confesore.
–¿Son más las veces que discrepan de las que acuerdan?
Fernando Confesore: –Las discrepancias pasan por poner un grado más o menos de temperatura máxima, o de si la probabilidad de lluvia es hacia la tarde o hacia la noche... Las hay, pero son pequeñas. Sucede que a la hora de ver los resultados, la meteorología no es exacta. Dos más dos no es igual a 4. A veces es 3, otras 5 y puede que también el resultado sea 10.
Mauricio Saldívar: –El porcentaje de aciertos de los servicios meteorológicos más avanzados del mundo, como el estadounidense, está en el orden del 84 por ciento para el Hemisferio Norte y del 79 por ciento para el Sur. O sea: nosotros tenemos, de base, un 20 por ciento de probabilidades de errar en nuestro diagnóstico. La gente nos tiene que tener un poco de compasión, ¿no? Además, hay una cuestión cultural que nos juega en contra: en EE.UU. el pronosticador puede decir que hay un 50 por ciento de probabilidad de lluvias. Si acá decimos eso, la gente se caga de risa y nos mata... El argentino exige exactitud y no entiende la ciencia probabilística.
Según dejan entrever, la meteorología es una de las profesiones más desagradecidas el mundo (“la gente, por lo general, se acuerda más de los errores que de los aciertos”). Las casillas de mails de los programas en los que trabajan se saturan diariamente de correos electrónicos, la mayoría de los cuales haciendo comentarios a los “errores” de sus pronósticos. “La gente nos reprocha mucho los pronósticos que hacemos”, confiesa Confesore. “Igualmente –se suma Saldívar– también sentimos los halagos. Hay que tomarse los reproches con humor. De lo contrario, tendríamos úlcera crónica...”
Los reproches, dicen, son su karma diario. En su vida personal, confiesan, hasta sus amigos los llaman para preguntarles cómo va a estar el tiempo porque tienen ganas de hacer un asado, o cuál es la mejor época para ir a la costa. “Es terrible. Yo vivo en un edificio de doscientos departamentos. Salir de mi casa me resulta un poco tortuoso. Ahora implementé la estrategia de ponerles caritas según cómo viene el día”, se resigna Saldívar. “Vas al supermercado y te preguntan por el tiempo. Y te exigen lo imposible: en el lavadero del auto me dicen que si no les das buen tiempo para la semana me dejan el auto sucio”, se lamenta Confesore. “Es –concluye Saldívar– una situación similar al del tipo que sabe contar chistes y en cada reunión le piden que cuente algunos, sólo que a nosotros nos exigen que le digamos con exactitud cómo va a estar el clima.”
–Los médicos ante un caso complejo sienten cierta excitación. ¿A ustedes les pasa lo mismo cuando viene un frente de tormenta, por ejemplo?
F. C: –Y... sí. Necesitamos un poco de acción y adrenalina. Lamentablemente, nos gusta observar los fenómenos meteorológicos más extremos, que van en contra de lo que la gente quiere. Nos fascinan las tormentas.
M. S.: –No sólo a nosotros. Hay mucha gente que sale a “cazar tormentas”: agarran una camioneta, una laptop, una estación meteorológica y una cámara a la búsqueda de tormentas. En EE.UU. hay una enorme cantidad de gente que vive gracias a las tormentas: las filman y luego venden los videos. Además, cumplen un rol social importante porque como en Estados Unidos el SM no emite alerta de tornado hasta tener el embudo visible, muchas veces son los cazadores de tormentas los que traen la prueba. Si incluso se organizan tours en los que la gente paga un buen puñado de dólares para ir a cazar tormentas.
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