TELEVISION › EL ESTADO DE ABANDONO DE LA EMISORA PORTEñA CIUDAD ABIERTA
Con un presupuesto reducido y sin lineamientos de programación, el canal surgido en 2003 como espacio de experimentación es hoy una mera propaladora de actos de gobierno y sesiones de la Legislatura. La CTA denuncia un vaciamiento.
› Por Emanuel Respighi
Así como la gestión del PRO en la Ciudad permite que el Teatro San Martín sea alquilado por un empresario para su cumpleaños, también podría pasar que en poco tiempo el combo incluya la filmación del evento y su emisión por TV. El combo cultural PRO no resulta descabellado si se tiene en cuenta que desde que Macri asumió Ciudad Abierta, el canal de cable perteneciente al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires está a la deriva: la producción propia está paralizada por falta de presupuesto, carece de criterio y grilla de programación, y la señal que alguna vez fue cuna de experimentación y nuevos lenguajes se limita a transmitir las sesiones de la Legislatura, cubrir actos de gobierno y emitir latas compradas al extinto canal Sólo Tango. La pregunta es inevitable: ¿cuál es la diferencia entre “cerrar” un “canal que no mira nadie” (Macri dixit) y mantenerlo casi sin personal y abandonando toda pretensión de calidad?
La situación del canal que se puso en marcha en 2003 como un espacio audiovisual porteño propicio a la experimentación y la memoria –según las gestiones– es alarmante. Basta repasar su programación para comprobar que para la actual administración CA sólo sirve para difundir las “bondades” de su gestión y dar cuenta de distintos actos de gobierno, algo que ninguna dirección anterior había permitido. En efecto, el programa estrella es Gestión abierta, en la que Gabriela Michetti –actual diputada PRO por la Ciudad– presenta a funcionarios que explican su rol e informan qué cosas hicieron en la Ciudad.
“La situación del canal es realmente muy grave”, cuenta a Página/12 Ricardo Balado, productor y delegado sindical de ATE de los 28 trabajadores que quedan en una señal que en su época de esplendor –cuando se producía la totalidad del contenido, ficciones incluidas– alcanzó los 170 empleados, entre personal técnico y administrativo. “Parece no haber ninguna política definida o, si la hay, no está bien comunicada. La interpretación más banal es pensar que hay desinterés por el canal, que les resulta más un escollo que una herramienta de comunicación. No le dan el valor que tiene. El canal es un medio muy importante que, cuando se ponga en funcionamiento la ley de medios, tendrá derecho a transmitir por aire, transformándolo en una gran herramienta comunicativa que debería aprovecharse para divulgar cultura y generar ciudadanía.”
El diagnóstico no es exagerado. Hay datos que corroboran que en el único medio audiovisual de la Ciudad reina la misma política que en el resto de las áreas culturales: el recorte presupuestario y una programación librada al azar o a lo que los recursos humanos y económicos permiten. Para comprobar el abandono, basta señalar que de los 12 millones de pesos que tuvo como presupuesto el último año de la gestión de Jorge Telerman, este año la cifra apenas llega a 3,5 millones. Lo más preocupante es que en vez de destinar el presupuesto a la producción, las autoridades prefieren gastarlo en latas de baja calidad o en producciones de terceros. “La programación actual –acota el productor– está ceñida, en principio, por sus limitaciones de producción, como la falta de personal, la falta de renovación de equipos, su nulo mantenimiento y la falta de dinero para producir. No parece haber un objetivo de programación como en otras gestiones. Supongo que la compra de latas se debe a la falta de una decisión política y de creatividad para generarlo desde adentro.”
Como si la nula planificación operativa y la baja en la calidad no fueran motivos suficientes para confirmar el abandono, Página/12 supo que en los últimos meses se sumó entre los trabajadores de CA otra preocupación: la municipalización de la señal. Como en una oficina, los empleados no trabajan por objetivo o producción sino que cumplen una jornada laboral de 12 a 19. Paralelamente, en la última reunión con las autoridades, los empleados denunciaron que el poco dinero que la Secretaría de Medios gira fue destinado por Carlos Pugliese, director del canal, a instalar en el piso 11 del C. C. San Martín –donde “funciona” CA– un sistema de vigilancia de última tecnología formado por doce cámaras que toman el sonido ambiente. Los trabajadores están convencidos de que a través de las cámaras son monitoreados desde la dirección del canal y desde la secretaría presidida por Gregorio Centurión.
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