TELEVISION › SEBASTIáN ORTEGA
Acaba de terminar Botineras, y ahora lleva adelante Lo que el tiempo nos dejó. Lejos del personaje de “loquito de la TV”, Ortega analiza el delicado equilibrio que sostiene a una productora.
› Por Emanuel Respighi
Durante mucho tiempo fue considerado el “loquito” de la TV. Aunque en su haber tiene la producción artística de ciclos “volados” como Tumberos, Sol negro y Disputas, probablemente esa etiqueta tenía que ver más con su estética –el mix de tatuajes, zapatillas y buzo canguro es demasiado para un medio que asume a los ejecutivos de camisa y saco– que por los programas que llevó adelante. Al fin y al cabo, tanto como gerente artístico de Ideas del Sur como al frente de Underground Contenidos, la productora que abrió junto a Pablo Culell y Alejandro Corniola, Sebastián Ortega fue construyendo un prolífico y prolijo currículum televisivo, que alcanzó su punto máximo con programas como LaLola, Los exitosos Pell$ o el flamante Lo que el tiempo nos dejó (miércoles a las 22.30, por Telefe). Siempre dispuesto a correr los límites, pero con la fina sensibilidad para saber el punto exacto para no quebrarlos del todo, Ortega supo comprender a tiempo que para no quedar afuera del sistema televisivo local al productor artístico debía sumarle la faceta de empresario.
Consciente de que las posibilidades de sobrevivir que tiene una productora nueva de ficción, en una industria de espacios de programación y torta publicitaria reducidas, son más bien escasas, Ortega tuvo que aprender a jugar el juego de equilibrio entre lo creativo y lo económico. Un ejercicio básico, que incluyó la sociedad de Underground con Endemol Holanda, para hacerse lugar en un medio que por su propia fuerza centrípeta tiende a complicarle la “bienvenida” a nuevos jugadores. “La TV no te da margen para vivir sólo de las ideas”, le explica Ortega a Página/12. “Soy de defender los proyectos que tienen en un 100 por ciento mi ADN, pero también como productor hay que tener en cuenta necesidades ajenas, como las de los canales. En la TV actual hay que negociar. Eso se puede leer como una maduración de mi rol de productor o como una traición”, reconoce el productor.
–Yo lo veo como una maduración. Con Botineras, por primera vez tuvimos que armar una historia en función de lo que el canal creía que debía tener en pantalla, y supimos salir bien parados de una manera de trabajar que hasta ese momento desconocía. Tiene que ver con un crecimiento. Uno se va poniendo más grande y los golpes te van educando. Si los golpes no te educan, ¡sos un boludo! Creo que aprender o no de los golpes de la vida es lo que diferencia a la gente que le va bien y a la que no. En mi caso, me nutro más de los errores que de los aciertos. Y en los comienzos de cualquier productora, siempre hay más trompadas que caricias.
–No es fácil hacerse un lugar en la TV argentina. A las dificultades económicas se les suman otras que, incluso, trascienden a las artísticas. Tuvimos que manejarnos, durante mucho tiempo, con mucha cintura. Este año, incluso, comenzó muy complicado para nosotros porque Botineras no había arrancado como esperábamos. Tener una productora, pese a lo que se cree, no es fácil. El riesgo que se asume ante cada proyecto es muy grande. Uno tiene que dar garantías. La asociación con Endemol Holanda es muy importante en ese sentido, ya que nos abre las puertas afuera, te da la posibilidad de sentarte a dialogar y negociar con los ejecutivos de TV más importantes del mundo. Que no te esconden, como nos pasó con LaLola (N. de la R.: Dori Media era la productora asociada), sino que me muestran su equipo. Tuvimos que atravesar muchos inconvenientes para tener un presente y proyectar a futuro.
–Yo me sé autoconvencer de lo contrario a lo que las realidades me indican. Soy de creer que cada una de las decisiones que tomé es la mejor.
–Uno se va forjando el destino en función de las decisiones que toma y en cómo las toma. Eso te lo va dando el crecimiento. Cuando nos pasó no encontrar el rumbo con Gladiadores de Pompeya, a la vez que hacíamos otras dos tiras (Amo de casa y El tiempo no para), en ese momento no tuve el conocimiento para poder sacar el programa adelante. Con Botineras conté con el apoyo del canal y la madurez suficiente para saber qué decisión tomar y en qué momento. Un productor es como un técnico de fútbol: hay que tomar decisiones todo el tiempo.
–No me creo un transgresor, sino que soy de guiarme por lo que tengo ganas de ver. Uno tiene que generar proyectos con los que se sienta bien, con los que pueda convivir pacíficamente durante un año de trabajo. En esa búsqueda, siempre es mejor llevar adelante temáticas o proyectos que a uno le interesan más allá de lo televisivo. Un programa de TV es como una esposa: requiere de una convivencia durante un tiempo largo. Soy de elegir proyectos en los que intuyo que me van a mantener entusiasmado como para seguir conviviendo.
–Trato de congeniar entre el televidente promedio y el televidente selectivo que mira cable. Trato de traer al de cable a la abierta y lograr aportarle algo distinto al medio para que se animen ir al cable. Hay que buscar un mix, porque si no la calidad se estanca. Si bien la TV abierta argentina tiene la desventaja de competir con superproducciones millonarias. Es responsabilidad de los productores educar o enriquecer la recepción de los televidentes.
–Hoy por hoy, en la TV abierta no hay mucho para ver. Por algo, la TV abierta argentina se transformó en un sistema cerrado de espejos y reflejos de ella misma. En ese punto es responsabilidad de los productores no terminar haciendo sólo productos fácilmente digeribles por el público, que se pueden ver mientras amasás los ravioles o te armás un porro. Hacer programas de digestión rápida o no es una elección. A mí me entretiene hacer ficción. Para mí el trabajo tiene que ser sacrificado, pero también tiene que ayudarme a pasarla bien. Te tiene que gustar lo que hacés.
–El que sólo baila por la guita se convierte en una bailarina de cabarute.
En este proceso de maduración que acepta haber atravesado, Ortega confiesa que el punto de inflexión para la productora fue LaLola. Según su percepción, la decisión de convertir aquel proyecto nacido como unitario en tira diaria fue determinante para que la comedia se transformara en un extraño suceso y le abriera a Underground la posibilidad de emitir Los exitosos Pell$ en la pantalla de Telefe. La clave, dice, fue comprender que “toda productora nueva debe comenzar a hacer tiras, porque es un género más exportable. En ese momento sentí la importancia de que convivieran en mí el empresario con el productor artístico”.
–El productor artístico y el empresario conviven cada vez mejor. Al principio en mi cabeza sólo vivía el productor, el que sólo pensaba en términos artísticos cómo llevar adelante ideas de programas. En Ideas del Sur tenía un “sí” fácil de parte de Marcelo (Tinelli), y yo sólo pensaba en crear. Mi área no era la financiación. Cuando tenés tu propia empresa, la cosa cambia. De no haber sido por Alejandro Corniola y Pablo Culell, me hubiese costado más mantener una productora que crece cada año. Con Underground me fui concientizando que convenía tener una estructura reducida, que era preferible hacer mayor cantidad de proyectos en tiras que en unitarios... Cosas que hicieron que hoy la empresa pueda estar bien parada, que no le deba guita a nadie. Aprendí bastante y me fui adaptando al rol empresarial. Uno no puede ser productor sólo con las ideas, sino que también debe entender el negocio.
–No sabría decirlo. Tendría que conocer el caso con mayor profundidad. Sé que, además, ellos tenían un acuerdo con Fox, y el mercado norteamericano es muy distinto al nuestro. Hay que estar adentro de la productora para opinar con autoridad. Lo que sí sé es que los pasos que una productora da año tras año son muy grandes y riesgosos hasta poder consolidarse. Involucran mucha gente, mucha guita, mucho tiempo, mucha energía, que exige que cada proyecto sea analizado minuciosamente y darle vueltas más de una vez. Como productor, uno tiene la responsabilidad de estar adelantado a lo que puede llegar a suceder, tiene que tener previsto los tres escenarios posibles: que vaya bien, más o menos o mal. Creo que recién después de saber que uno puede cubrir cualquiera de esos tres escenarios para un programa, una productora puede arrancar con un unitario. En ese sentido, nosotros fuimos cuidadosos.
–Nos dimos un golpe importante, pero teníamos un colchón económico que nos permitió que no nos impactara, al punto tal de que nos vuelvan una determinada cantidad de cheques. Por eso digo que para dar el paso, uno tiene que tener cubiertos los tres panoramas posibles. En una productora es tan importante la pata artística como la pata financiera, como la de ventas al exterior. Para nosotros, tener una sociedad de por medio con Endemol Holanda es fundamental. Yo soy la cara visible de la empresa, pero sin un equipo es imposible sobrevivir al mercado televisivo argentino.
–No hubiese existido un (Mario) Pergolini si no hubiera existido un Diego Guebel. En mi caso, Alejandro Corniola es la persona en las sombras. El nos permitió a mí y a Pablo Culell tener más tiempo para pensar lo artístico, que es lo que más me gusta y disfruto. Creo en los equipos. Yo solo no puedo hacer ningún programa. De todas maneras, no soy ningún boludo en lo comercial: estudié Administración de Empresas, mi viejo fue empresario artístico... Es importante tener las herramientas suficientes para saber a quién tengo al lado y a quién no debo tenerlo.
Al abordar el tema de la calidad de la TV argentina, Ortega no duda en señalar que a nivel artístico está entre las mejores del mundo. Sin embargo, el productor coincide cuando se le señala que muchas veces las tiras descuidan ese nivel en función de necesidades de audiencia y/o comerciales. Incluso, Ortega acepta que cada vez se trabajan más los comienzos y los finales de las tiras, desatendiendo el desarrollo de la trama. “Es verdad que los programas entran en una meseta”, afirma. “Lo que hay que entender –pide el productor– es que la tira es un mal necesario de los países televisiva y económicamente hablando subdesarrollados. La torta publicitaria argentina es inferior a la que tiene Chile, pero creo que al comparar las programaciones le sacamos una amplia ventaja. Basta preguntarles a actores chilenos sobre cómo se trabaja en un país y en otro para darse cuenta. Cuando uno recorre la TV del continente, termina valorando mucho más la TV argentina. La tira es una necesidad de los canales y de los productores en mercados como el argentino.”
Con la finalización de Botineras y la puesta al aire de Lo que el tiempo nos dejó, en Underground Contenidos ya comenzaron a producir el nuevo proyecto de tira pensado para 2011. Bajo el título Un año para recordar, la ficción diaria, que se emitirá por Telefe, cuenta con los protagónicos de Carla Peterson y Leonardo Sbaraglia, dentro de un elenco conformado por Eleonora Wexler, Julieta Ortega y Roly Serrano, entre otras figuras. “Es uno de esos programas que prefiero mostrarlos, que la gente los vea, antes que hablar de ellos, porque la historia es un tanto compleja”, adelanta Ortega. “Un año... es una comedia romántica, cuya trama tiene que ver con el tiempo, con la necesidad de volver, en momentos en los que uno se mete cada vez más para adentro y el disfrute pasa más por la proyección que por la vivencia en sí de las cosas”, reflexiona. En el diseño de producción anual que la productora planificó también figura la posibilidad de hacer un unitario, que podría ser la segunda temporada del ciclo histórico Lo que el tiempo nos dejó, si el rating acompaña y el canal queda conforme con la calidad de la propuesta. “Nuestro esquema es hacer una tira y un unitario por año. La posibilidad de hacer algo más siempre está, pero hay que estar muy preparado para no marearse y mantener el nivel de calidad de los programas que hacemos”, concluye.
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