Vie 14.01.2011
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TELEVISION › DOS DOCUMENTALES ANALIZAN LA CENSURA EN HOLLYWOOD

Tato era un bebé de pecho

This film is not rated yet se mete con la poderosa Motion Picture Association of America, que califica las películas, e Indiesex con el tratamiento que el sexo recibe en el cine norteamericano. Los emitirán Infinito e I-Sat, respectivamente.

› Por Ezequiel Boetti

Menos para sus hacedores que para los potenciales espectadores, los documentales sobre la industria del cine suelen ser una experiencia riesgosa. Es que a la habitual especificidad de un tema –característica inherente al género– se le suma la usual carga misantrópica que los sobrevuela: los antecedentes marcan que están hechos por y para cinéfilos, excluyendo a aquellos para los que el cine es un mero pasatiempo sabatino. No es el caso de This film is not yet rated e Indiesex, virtual doble programa que analiza el polémico sistema de calificaciones y los casos de censura más altisonantes en la industria cinematográfica norteamericana, y que se verán durante este mes en la pantalla chica argentina.

El cine argentino sabe demasiado de prohibiciones y tijereteos como para sorprenderse. Desde 1969 hasta 1984, la tiranía del Ente de Calificación Cinematográfica decidía qué se podía ver y qué no. Esa denominación era un eufemismo para la entidad, creada durante el gobierno de facto de Onganía, que se encargaba de censurar aquellas películas nacionales o extranjeras que contrapusieran sus “valores” a los que el Poder Ejecutivo de turno considerara correctos. Uno de los extraños placeres que otorga This film..., que Infinito estrena este domingo, es la certificación de que el viejo Ente argentino era un bebé de pecho al lado de la poderosa Motion Picture Association of America (MPAA), y que Miguel Paulino Tato, amo y señor de las tijeras desde la muerte de Perón hasta el fin de la dictadura, no era una creación nacional sino una versión de cabotaje del deleznable Jack Valenti.

Estrenado en el Festival de Mar del Plata ’07, el documental de Kirby Dick focaliza en el poco claro sistema de calificaciones: Estados Unidos es uno de los pocos países del mundo en donde no se conocen las caras o los nombres de los encargados de determinar la suerte de una película. Es que, a diferencia de lo que ocurre en la Argentina, donde la calificación máxima de “Sólo apta para mayores de 18 años” no impide la difusión y el posterior estreno en salas comerciales –Kill Bill Vol. 1 y varias partes de la saga El juego del miedo fueron SAM-18–, un NC-17 norteamericano equivale a la marginación total del circuito: no se puede hacer publicidad en la vía pública ni en los diarios, ni mucho menos colgar banners o posters en los cines. Todo gracias a la MPAA.

Creada en 1922 como una asociación de productores y distribuidores, la MPAA como tal nació en 1945. Desde entonces reunió a los estudios más poderosos de la industria televisiva y cinematográfica norteamericana, que hoy concentran el 95 por ciento del mercado. En 1966 asumió la presidencia Jack Valenti, ex actor y antiguo consejero presidencial de Lyndon Johnson, quien comandó la entidad con puño de acero durante casi cuatro décadas. Fue él quien dos años más tarde implementó el sistema de calificaciones para que “los jóvenes no vieran películas indeseadas”, particular definición para el intento de finiquitar con la censura imperante en la principal usina cinematográfica de un mundo a un botón de la destrucción total. Cada palabra tenía una posible connotación política. Ferviente republicano, durante su mandato eligió a dedo a los integrantes de una Comisión cuyos criterios evaluativos eran decimonónicos. Y todavía lo son: no se puede decir “fuck” en el sentido sexual del término, pero sí en el onomatopéyico, ni mostrar escenas homosexuales u orgías, ni cualquier cosa que se asemeje a lo que ellos catalogan como “comportamientos aberrantes”. El precio de la transgresión es el casi letal NC-17.

No es raro que, en una sociedad amante de las armas y adicta a los conflictos bélicos, los excesos de violencia de sus expresiones artísticas no se midan con la misma vara que los sexuales. El director Darren Aronofsky, cuya Réquiem para un sueño recibió la NC-17, marca una paradoja que ejemplifica la idiosincrasia norteamericana: “Parece retrógrado que mostrar el sexo en todas sus formas sea meterse en terreno independiente, pero que matar a cuantos queramos está bien mientras no haya sangre. ¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos? Creo que los valores están intercambiados”, opina. Los números lo avalan. Según reza un intertexto de la película, por cada calificación NC-17 por violencia hay cuatro por contenido sexual. Hay ejemplos de sobra para ilustrar la estadística, varios de ellos recuperados por Dick mediante entrevistas con directores y actrices. Los muchachos no lloran, el film de Kimberly Peirce que le valió un Oscar a su protagonista Hilary Swank, recibió un NC-17 por el “orgasmo demasiado prolongado” de Chloë Sevigny. También está el caso de Padre soltero, de Kevin Smith, comidilla de la Comisión por una charla abierta entre sus protagonistas, Ben Affleck y la bellísima Liv Tyler, sobre la cotidianidad de la masturbación.

La parte más floja de This film... es la peripecia de Dick y una detective contratada para develar la identidad de los integrantes del selecto grupo calificador. Unívoca y con ciertos aires de suficiencia alla Michael Moore, la película entonces apela a la cámara oculta como recurso en apariencia chistoso, pero casi tan irrespetuoso como el trato que los perseguidos les dispensan a las películas que califican.

La MPAA también es la protagonista tangencial de los tres documentales de poco más de una hora de duración que componen Indiesex, que I-Sat emite desde el año pasado y que dialogan a la perfección con la película de Dick. Dirigida por Lesli Klainberg y Lisa Ades, la trilogía recorre los diversos enfoques y problemas de la temática sexual en el cine. El primero de ellos, subtitulado Censored, aborda cómo la censura primero y las calificaciones después operaron, desde la década del ’30, con el aberrante Código Hays para la producción, hasta estos días, contra la abierta exposición del sexo. Así, mientras en Europa se lo desacralizaba, en Estados Unidos se lo combatía.

Teens recorre toda la historia del cine explorando el vínculo entre el sexo y los adolescentes. Desde Esplendor en la hierba, de 1961, hasta la fiebre ochentosa por el debut sexual luego socavado por la irrupción del sida, pasando por el gran John Hughes y las más recientes American Pie, el segundo capítulo es quizás el más interesante por la descentralización en el cine para repensar la cuestión y los tabúes como reflejo de las sociedades que los crean y contienen. Por último, Extremes muestra y analiza las escenas de sexo más recordadas del cine, tanto por el corrimiento en el paradigma de lo mostrable como por la crudeza de sus escenas fuera de norma.

* This film is not yet rated se estrena el domingo a las 22 y se repetirá el sábado 22 a la 1. Indiesex se emitirá el jueves 20 y el miércoles 26 a la 1.50.

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