Lun 17.01.2011
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TELEVISION › LUCIANO CASTRO PROTAGONIZA DESDE HOY HEREDEROS DE UNA VENGANZA

“Me amoldé yo al sistema”

El actor con fama de rebelde reconoce que después de tantos años en el medio, aceptó las reglas del juego. “Perdí la batalla”, señala, y admite que no va a ser “el Che Guevara de la tele”. Y tampoco le molesta ya el mote de “galán”.

› Por Emanuel Respighi

Su debut como protagonista de una ficción fue en LaLola, aquel éxito de la pantalla de América en el que compartió cartel con Carla Peterson, y sorprendió a propios y extraños. Luego demostró que lo suyo se podía bancar el prime time de las grandes ligas televisivas, cuando encabezó, junto a Mariano Martínez y Gonzalo Heredia, la tira Valientes, uno de los éxitos más importantes de El Trece de los últimos años. Y como si su carrera estuviese atada al manual correcto que todo “galán” debe seguir para no perder el horizonte, ahora a Luciano Castro le llega el turno de ser el protagonista masculino de Herederos de una venganza, la nueva telenovela con la que El Trece buscará mantenerse como el “dueño” de la franja horaria nocturna. El lanzamiento de la ficción, que se estrena hoy a las 22.30 (ver aparte), es la excusa perfecta para conocer a un actor que durante años se supo ganar el mote de “rebelde” dentro de la industria televisiva. ¿Qué cambió para que aquel adolescente conflictivo y frontal surgido de Jugate conmigo hoy forme parte del establishment televisivo?

–No la voy a caretear: hago lo que puedo, lidio con lo que puedo. Después de tantos años en el medio, empecé a comprender cosas que antes no entendía. Entendí, lamentablemente, lo que algún gil dijo alguna vez: que éstas eran las reglas del juego, a lo que otro gil le respondió que las aceptaba. Desde ese momento, en el medio se comenzaron a perder la palabra y los códigos. Y desde hace un tiempo aprendí a vivir con todo eso.

–Lo dice como si estuviera resignado.

–Me almoldé yo al sistema. Perdí la batalla contra el sistema. No es que logré imponer mi manera de ver las cosas. Todo lo contrario. Me adapté a las reglas del juego. Comprendí que si quería vivir de la TV, debía aceptar su lógica y funcionamiento. Y la verdad es que ahora la paso mejor que cuando luchaba en soledad contra lo que no me gustaba.

–¿Y cuándo dejó esa rebeldía, que era parte de su personalidad?

–La rebeldía se me acabó cuando me pegaron los dos primeros bifes y perdí oportunidades de trabajo por mi manera de ser. Me di cuenta de que no iba a ser el Che Guevara de la tele, básicamente porque no le llego a los talones y porque no sé si es el medio idóneo para encarar una revolución. Hace 20 años que llevo trabajando en el medio y cada uno de los topetazos que me comí me sumaron. Aprendí mucho de los cachetazos, pero porque no les di batalla sino que me los comí y los asimilé. Las dos veces que me planté haciéndome el cocorito, la pasé mal. Era joven e inexperto, no tenía representante y terminaron por darme una patada en el culo. Entonces, una vez que acepté estar en el medio, no me quedó otra opción que adaptarme. Entendí que la televisión no es lo más importante de mi vida, sino sólo el laburo con el que me gano el pan. Si me ofrecen algo que me gusta, que económicamente me cierra, lo tomo y me hago cargo de aquello que tengo que hacer por protagonizar una tira. Si asumo una responsabilidad como ésa, me tengo que hacer cargo. Por eso estoy haciendo esta nota, por ejemplo. Hacer notas de promoción, para diferentes medios, es parte del trabajo del actor de TV.

–En Valientes compartía cartel protagónico con Gonzalo Heredia y Mariano Martínez. ¿Siente que en Herederos... la responsabilidad es mayor, al trazarse una historia básicamente sobre sus espaldas?

–Me hago cargo del rol que me toca: me meto en todo. Estoy en maquillaje y chusmeo para ver qué piensan las maquilladoras; charlo con mis compañeros todo el tiempo; tomo mate con los técnicos. Para muchos compañeros es la primera o la segunda vez que están trabajando en una tira y necesitan decir cosas, plantear sus dudas. Junto con Romina, yo soy el que más está en el piso grabando escenas. Son once horas todos los días al pie del cañón. Soy de los que bancan a morir a aquellos que me dan una oportunidad y me tienden una mano.

–¿Y ahora, como protagonista, se dedica a ser una suerte de líder espiritual y sindical de sus compañeros?

–Mis referentes, por motivos profesionales y personales, siempre fueron Gabriel Goity, Miguel Angel Rodríguez y Coco Sily. Cuando me veían pasado de rosca, ellos se tomaban el tiempo de calmarme, bajarme del caballo con algún consejo. Yo no soy un gran contenedor. Tampoco soy de dar consejos, porque si los doy y alguien los sigue al pie de la letra, lo más probable es que al otro día lo echen. Por eso prefiero hablar con mis compañeros, conocer sus dudas y transmitirlas a quien corresponda en el ámbito privado.

–¿Cómo le sienta el rol de galán? ¿Es un trabajo que le permite desarrollarse como actor?

–No me molesta en lo más mínimo el mote de “galán”, porque ésa es una visión externa, no mía. El trabajo actoral, además, depende también de las edades de los actores. En esta etapa me toca que para la tele me llamen para hacer de galán y no reniego de eso. Obviamente, a nivel actoral, hacer de galán en la TV te limita un poco en la composición. Pero como me interesa progresar no me quedo sólo con eso: hoy sigo audicionando en casting de cine como uno más. ¡Y me bochan seguido! Pero no me revienta la cabeza, como antes. Lo tomo con naturalidad. Busco la posibilidad de demostrar que puedo correrme del rol de galán, aunque después los productores me llamen para que haga de un galancito. De todas maneras, el de la TV es el trabajo más adecuado para el ejercicio actoral. En una tira uno tiene que hacer 20 escenas diferentes por día. Es un laburo muy complejo que a mí me gusta. Lo único que me molesta de las grabaciones son los tiempos muertos entre escena y escena.

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