Lunes, 18 de abril de 2011 | Hoy
TELEVISION › FLORENCIA PEñA, FRENTE AL ESTRENO DE SR. Y SRA. CAMAS, POR CANAL 7
La actriz reconoce que estaba “decepcionada” con la tele. Y que este proyecto en la TV pública le devolvió el entusiasmo. Se queja de la “invisibilidad” a la que la someten desde ciertos sectores de la prensa, pero considera que ahora puede “hacer y decir lo que quiera”.
Por Emanuel Respighi
Desde hace un tiempo, Florencia Peña parece haberse reencontrado consigo misma. Después de su irrupción en los medios como la “Pechocha” y su posterior consolidación como una de las pocas actrices con dotes de capocómica (Poné a Francella, La niñera, Casados con hijos), Peña logró acortar la enorme brecha que separaba al personaje público de la ciudadana, casi hasta hacerla desaparecer. Lejos quedó la muchacha que remaba cualquier nota televisiva a puro chiste y buena onda, o aquella que posaba en tapas de revistas de la glamorosa farándula argentina. Hoy, Peña aprovecha cada entrevista ya no para “vender” alegría como antaño sino para reflexionar sobre la realidad del medio y del país con total libertad. “Venía padeciéndome a mí misma en el último tiempo, estaba enojada conmigo, ya que no me sentía cómoda ni representada por el personaje mediático que mostraba: había entrado en un espiral mediático del que no podía salir”, reconoce a Página/12. “Y un día comprendí que no necesitaba ser graciosa y estar en los medios para ser yo: tenía que soltar la estrellita y el lugar mediático que ocupaba para pasar a ser simplemente una actriz. Y cuando solté la Peña graciosa, mediática y frivolota, pude empezar a hacer y decir lo que quería”, subraya. El resultado de esa búsqueda personal y profesional es, en términos artísticos, Sr. y Sra. Camas, la comedia que desde esta noche (lunes a jueves a las 22.30) la actriz produce y protagoniza por Canal 7.
Primera producción de ficción diaria de la TV pública después de 25 años, Sr. y Sra. Camas marca el debut en la pantalla chica de Mar de Fueguitos, la productora que Peña abrió para canalizar sus propios proyectos artísticos. Acorde con esa fundición definitiva entre la actriz y la ciudadana que tomó cuerpo en los últimos años, cuando Peña explicitó públicamente su apoyo a muchas de las políticas del actual Gobierno –una decisión que llevó a que un sector interesado del periodismo la calificara de “actriz ultra K”–, el estreno de la comedia (ver aparte) se transforma en una excusa para analizar la actualidad mediática y política nacional. Una temática que en estos momentos a la actriz la desvela tanto –o más, incluso– que sus propios proyectos artísticos. Es que para Peña el arte y la política están inevitablemente entrelazados.
“Sr. y Sra. Camas no es un proyecto más para mí: es la primera vez que estoy involucrada desde la gestación de un programa, la producción y el protagonismo, con una libertad absoluta, en un canal que está apostando a hacer ficción en su casa después de varias décadas”, señala la actriz. “Es un orgullo que hayan confiado en nosotros para hacer una tira en el canal. Este es un paso muy importante en mi carrera. Más allá del resultado final, el camino realizado hasta ahora me tiene muy contenta. ¡Y muy cansada, también! Pero cuando uno hace algo que le encanta, el cansancio es superado por la satisfacción. Yo vivo mi vida muy intensamente y así hago mis proyectos. La intensidad que le pongo a todo lo que emprendo hace que me involucre exageradamente. Tengo la energía para actuar y producir, pero no es fácil embarcarme en un proyecto tan grande, como es una tira para TV abierta. Es una gran responsabilidad.
–¿Y por qué decidió empezar “a lo grande”?
–Tenía ganas de trabajar en Canal 7 desde hacía mucho tiempo y se dio que este proyecto era el que mejor le cuajaba al canal. O tenía ganas de hacer un unitario, pero el canal me propuso hacer un programa más popular y diario. Y me pareció bien que la TV pública tuviera un programa con más llegada. Venían con una buena experiencia con Ciega a citas, estaban por arrancar con Contra las cuerdas y nos parecía que la idea de intentar convocar alrededor de una comedia a un público que por ahí hoy saltea al canal era la más adecuada. Sé que es un riesgo, pero me encantan los desafíos. Si hubiera sentido que podía, no me involucraba. Me gusta el riesgo, soy muy inquieta y me encanta la búsqueda. Pero no soy una kamikaze. Tengo autocrítica y sé mis limitaciones: no me meto en las cosas que sé que no puedo abarcar.
–El hecho de que Sr. y Sra. Camas sea una comedia, género en el que basó buena parte de su carrera, ¿la ayudó a involucrarse en este proyecto?
–Yo puedo defender el proyecto porque es lo que quiero contar. Con este equipo, estos actores, de esta manera... En este proyecto encontré la libertad absoluta. Amo la libertad, aun cuando sé que para conseguir la libertad hay que trabajar duro.
–Cuatro años atrás, en otro reportaje con Página/12, había anticipado la necesidad de abrir una productora para canalizar sus propios intereses. Parece cada vez una necesidad más extendida entre los actores. ¿Por qué cree que se da?
–En mi caso tengo la necesidad de contar aquellas cosas a las que adhiero, de la manera que me parezca más adecuada. Y cuando me pongo algo en la cabeza, me encapricho en lograrlo, con todo lo bueno y malo que eso tiene. Cuando me encasillan, siento que me ponen un chaleco de fuerza. Yo soy comediante, el humor es una búsqueda permanente que tengo en mi vida artística, pero no es lo único. Me gusta ir por otro lado y generar mis propios proyectos. Estaba un poco decepcionada con la tele. Y me hago cargo de que quizá mis decisiones no habían sido acertadas en relación con lo que genuinamente quería hacer. Lo que pasa es que mi búsqueda siempre fue hacer lo que tenía ganas. No tengo estrategia. Pero como soy ambiciosa artísticamente, no me da lo mismo hacer una comedia que un policial. Y eso es lo que me pasó con Botineras: a mí me habían contratado para hacer una comedia. Cuando cambió a una trama policial, decidí bajarme. Lo que pasa es que es un medio que no está acostumbrado a que un actor tenga libertad para decidir.
–¿Por qué pasa eso?
–Yo quería sacarme de encima esa cosa de ser a partir del éxito, de ser a partir del rating. Yo tengo muchos años de carrera y no tengo que rendirle cuentas a nadie. Que te vaya bien o mal con un programa es parte del juego. A mí no me define ni el fracaso ni el éxito. Un artista no se ve ni en un éxito ni en un fracaso: se ve a lo largo de una carrera. No quiero ponerme ni que me ubiquen en ese lugar de que si no hago 25 puntos de rating, no sirvo.
–Algo difícil de conseguir en un medio que consolidó la idea de que la vara del éxito no es otra que el rating.
–Trabajo para hacer 25 puntos o más. Pero trabajo de la misma manera cuando me va bien que cuando me va mal. El tiempo me dio la posibilidad de comprender que mi felicidad pasa por las mismas cosas cuando hago 2 puntos que cuando hago 30, que tiene que ver con mi familia y con mi búsqueda profesional y humana. La tele vende efímeros espejitos de colores a cada rato. Quien compra eso se equivoca. En la vida, aquel que tiene inquietudes está más propenso a fracasar que a ser exitoso. A mí me fue bien en muchos programas, y muy mal en otros, pero en definitiva lo único que me hace sentir orgullosa es la entrega que tuve en cada proyecto. El año pasado trabajé en Uruguay y me llevé la hermosa experiencia de haber trabajado en un país que respeta mucho a los actores y al hecho artístico. En Uruguay me sentí valorada como actriz.
–¿Eso quiere decir que aquí no se valora a los actores?
–En la Argentina se desvirtuó el lugar que ocupamos los actores y el valor del hecho artístico. Los programas de chimentos y la irrupción de los mediáticos mezclaron todo. Para el medio hoy tiene más relevancia alguien que se hizo conocido por un escándalo que un actor con trayectoria. Hay una desvalorización del actor y creo que muchos optamos por corrernos de ese lugar y elegir con quién hablar.
–Eso tiene un costo, según las reglas de quienes manejan ese “periodismo”.
–Estoy acostumbrada a recibir más golpes que palmadas. Sé que soy una actriz políticamente incorrecta. Tengo una personalidad fuerte y no soy de chuparle las medias a nadie. Nunca fui de decir las cosas que otros quieren escuchar. Digo lo que pienso. No sólo por mi postura política sino también en lo laboral. Eso hace que siempre haya recibido muchas bofetadas. Y no me desvela el tema. En este momento tan particular del medio artístico con respecto a la Argentina, en el que cada vez más actores salimos a expresar nuestra ideología, sufrimos la invisibilidad de algunos sectores para que nuestra voz no se escuche. Pero es por esas cosas que nos hacemos más fuertes. Como actriz me siento más fuerte que nunca. Es el mejor momento de mi vida. Me siento muy orgullosa de lo que me pasa, de poder hacer coincidir lo personal con lo artístico.
–Es raro lo que sucede, porque hoy se ve como “bichos raros” a aquellos que levantan alguna bandera, cuando el gremio actoral históricamente tuvo un compromiso social y político muy fuerte en el país. En algún momento los actores perdieron su lugar como constructores de la resistencia cultural.
–Venimos de una era como la menemista en la que hubo un vaciamiento ideológico, cultural y social muy fuerte. Mucha gente, como me pasó a mí, encontramos ahora el espacio para poder militar. Esa década a muchos nos hizo desconfiar de la política, mostrándola como algo vacío de contenido. Hoy eso cambió: es la política la que nos invita a participar activamente y nos hace volver a creer en el compromiso. No van a poder contra ese resurgir político, hay toda una generación de actores que también participa. Nos podrán invisibilizar a los actores no publicando nada de lo que hagamos o decimos, pero no van a poder detener el movimiento político que se da en la sociedad, porque es muy evidente. Y el pueblo escucha a los actores desde un lugar en el que hoy no escuchan a los periodistas. Hoy, por primera vez el periodismo está bajo la lupa: la gente se pregunta qué periodistas tenemos, para qué empresa trabajan, por qué dicen lo que dicen... Sea porque les tocamos la fibra emotiva, o porque tenemos carreras intachables, para la gente hoy los actores tenemos más credibilidad que los periodistas. Nos escuchan más. Por algo es que lamentablemente los artistas son los más perseguidos cuando los milicos toman el poder: no saben qué carajo hacer contra el arte.
–Desde ese punto de vista, ¿considera que la cultura va en camino de recuperar su compromiso en la arena política?
–La cultura vuelve a involucrarse activamente en lo político. Pero existe todavía una desvalorización de algunos sectores de lo cultural. El Gobierno de la Ciudad toma a la cultura como basura; no sólo no es capaz de solucionar los conflictos del Colón o del San Martín sino que no comprende la enorme función social que tienen. Ni hablar de su política de educación. Entonces plantean dilemas absurdos como cultura vs. inundaciones. Claro que hay que solucionar otros problemas, pero que la gente tenga acceso a una educación digna o a expresiones artísticas que trasciendan la coyuntura se vuelve imprescindible en estos tiempos. Me siento parte de esta ola en la que los artistas nos volvimos imprescindibles. Es una responsabilidad enorme del lugar que ocupamos y debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos y decimos, porque somos muy utilizados, tanto a favor como en contra.
–¿Esa utilización política a la que pueden ser objeto proviene desde la dirigencia política o desde los medios?
–Lo que sucede en un país no le pertenece a ningún medio. Que los medios sean privados, que haya libertad de empresa y que las noticias sean un negocio no quiere decir que vos tengas el derecho a ocultar determinados acontecimientos de interés general. Si se estrena una obra importante, que es parte de los discursos culturales que circulan, no hay derecho a ocultarlo. ¿Por qué invisibilizan El pasajero o a los que están cerca de lo que yo hago? ¿Porque no están de acuerdo con mi postura política? Si levantás la bandera de la libertad de expresión, ¿por qué no hablás en el diario de los hijos de Ernestina Herrera de Noble? ¿Por qué TN el 24 de marzo emitió a Plácido Domingo en el Obelisco y no la movilización a la Plaza de Mayo? ¿Eso es libertad de expresión? Yo me la banco porque elijo decir lo que digo, de la misma manera que se la bancaron los que se fueron exiliados durante la dictadura por levantar su voz, que obviamente es mucho peor de lo que nos sucede a nosotros. Pero no estoy de acuerdo para nada. Justamente porque la hegemonía del discurso mediático la tienen las grandes corporaciones, nadie pregunta si invisibilizar a los actores o aquellos que piensan distinto es libertad de prensa.
–Las consecuencias mediáticas de tomar una postura a favor del Gobierno en este contexto están a la vista. ¿Cómo lo tomaron sus colegas?
–Los que me conocían, sabían que tengo una pasión desbordante para todo. Como hablo, vivo. El otro día me encontré con Guillermo Francella y me miró y me preguntó si yo estaba teniendo esta postura pública porque quería o por otra cosa. Sólo le dije que él me conocía, e inmediatamente entendió. La inquietud de algunos colegas viene por ese lado, porque yo antes no militaba. Yo me vi articulando un discurso que tampoco sabía que podía articular. Hay muchos colegas que se me acercan y me dicen que están de acuerdo con muchas de las cosas que digo, pero que son incapaces de verbalizar ese pensamiento.
–Y usted asume la voz de muchos, con todo lo malo y bueno que eso acarrea.
–Me hincha las pelotas que cada vez que concedo un reportaje me pregunten sobre el Gobierno. Yo adhiero a este Gobierno porque siento que cambió muchas cosas. Y que ningún otro lo hizo, aun cuando lo podían haber hecho. Eso no quiere decir que yo sea, como me tildan desde algunos medios, la actriz ultra K, como si fuera una actriz que camina hacia adelante ciegamente. Activamente promuevo las políticas de este Gobierno con las que estoy de acuerdo. Puedo darme cuenta de que hay un montón de cosas que no están buenas, pero me hacen cada vez más kirchnerista los que están enfrente. Cada vez soy más profundamente kirchnerista por lo que escucho de quienes son opositores. En la Argentina no hay una oposición constructiva. No entiendo cómo hay una oposición sangrienta ante un gobierno de centroizquierda que hizo mucho para mejorar la calidad de vida de los que menos tienen, con medidas que lograron que mucha gente que estaba olvidada y excluida pudiera incorporarse a la sociedad y sentirse digna. No estamos como quisiéramos estar. Hay que hacer mucho todavía. Pero, ¿cómo no va a faltar si venimos de más de una década de políticas neoliberales que destruyeron el país? No olvidemos que Alfonsín también quiso hacer lo que hicieron los Kirchner, de ir contra el campo y los milicos, y no pudo.
–¿O sea que se asume kirchnerista?
–Sí, lo que pasa es que hoy algunos medios simplifican nuestra opinión al decirnos “kirchneristas” porque adherimos a ciertas causas. Yo no adhiero en todo. Pero, ¿cómo no voy a estar de acuerdo con una política de derechos humanos, de memoria y justicia? Lo que logró el kirchnerismo fue darnos la posibilidad a nosotros de militar activamente en políticas que antes nos cerraban las puertas.
–Explicitar su postura política, ¿fue una necesidad suya que se iba a dar de todas maneras, o surgió porque encontró un proyecto en el cual canalizar sus preocupaciones e intereses?
–Lo que se ve ahora de mí es el resultado final de un proceso que fue muy largo. Yo no sabía que iba a terminar involucrada políticamente de una manera que molestara tanto a algún sector mediático, y que a la vez encontrara tanto apoyo en colegas o gente común que me felicitan en la calle. Pero fue un proceso anterior al kirchnerismo, que comenzó cuestionándome mi carrera artística y derivó en la necesidad de ser más genuina y fiel con lo que pensaba. Voy a seguir siendo humorista, porque es parte de mi genética, pero no por eso voy a dejar de explicitar mi postura política o pelear por lo que considero justo. La humorista no excluye a la ciudadana, la complementa.
–¿Qué opina de los que señalan que consiguió lugar en Canal 7 por su apoyo al Gobierno?
–Si alguien cree que después de 30 años de actuar necesito que un gobierno me dé un lugar en el canal público, no me conoce ni a mí, ni mi carrera. Y, por otro lado, ¿qué hay de malo en que alguien que tiene una ideología afín a un gobierno, o una empresa, sea parte del medio de dicho gobierno o empresa? Al contrario: ¡no hay mejor manera que trabajar que estando en un lugar en el que uno se siente cómodo! No estoy haciendo un unipersonal sino una ficción de la que participan un montón de actores, cada uno de los cuales tiene su propio pensamiento sobre el país y la política. ¿O acaso es un delito trabajar en un lugar con el que uno tiene afinidad ideológica?
–¿Le gustaría en algún momento ocupar algún puesto político?
–No, ni en pedo. Siento que desde la política se puede transformar la realidad, pero también creo que desde el arte puedo hacer una mejor gestión. Lo que sí me gustaría sería volcarme más activamente en causas que me sean afines. Me gustaría abrir una fundación. No pertenezco a ningún partido y siempre voy a apoyar a los gobiernos que lleven adelante políticas con las que yo esté de acuerdo, sea radical, peronista o de cualquier otro partido. Lo que sí creo es que ningún partido representa mejor a la centroizquierda que el kirchnerismo.
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