Miércoles, 20 de abril de 2011 | Hoy
TELEVISION › CóMO FUE EL DEBUT DE SR. Y SRA. CAMAS EN CANAL 7
En la audaz apuesta de la serie de ficción producida por Mar de Fueguitos, Oruga Cine y el 7 reposan sus virtudes y sus peligros: novedoso en lo visual y en el tono, el programa puede llegar a depender demasiado de las performances individuales.
Por Emanuel Respighi
En un tono de humor deliberadamente desopilante, alejada de cualquier rasgo “realista” y con una clara pretensión paródica, el lunes debutó por Canal 7 Sr. y Sra. Camas, la comedia protagonizada por Florencia Peña y Gabriel Goity que la TV pública emite de lunes a jueves a las 22.30. Con una estética barroca y luminosa, en la que se destaca que toda las escenas de exteriores se realizan sobre una escenografía en croma (ambientada con dibujos computarizados), la tira con la que el canal estatal vuelve a producir ficción después de un cuarto de siglo se presenta como una propuesta diferente, tanto desde el aspecto estético como del narrativo. El espíritu lúdico y desprejuiciado de su génesis convierte a Sr. y Sra. Camas en un programa con una identidad tan marcada que no contempla término medio: probablemente consiga atraer a una tribu de incondicionales televidentes, a la vez que provocará la reacción de otros tantos que nunca podrán entender el código de humor que inaugura.
Lo primero que hay que señalar es que la comedia protagonizada por Florencia Peña y Gabriel Goity le demanda al espectador entrar en la convención que el formato exige para poder interactuar. Distanciada de cualquier formato conocido masivamente, Sr. y Sra. Camas se presenta como una original puesta, que construye un lenguaje propio a partir de una estética kitsch multicolor, de un humor disparatado varios tonos por encima del registro local y de la inclusión de musicales a los que el elenco se presta con lógica bizarra. Desde este punto de vista, la ficción con la que Peña debuta como productora televisiva asume el riesgo con una apuesta jugada, sin atarse a fórmula alguna. Una decisión que, aun con sus dificultades, vale la pena celebrar.
El programa cuenta la vida de Nacho (Goity) y Débora (Peña), una pareja de consejeros matrimoniales que fueron exitosos durante los noventa por ser los creadores de un particular método de autoayuda que salva a todo tipo de parejas. Venido a menos económicamente, añorando la fiesta menemista de sus años de esplendor, el matrimonio por conveniencia busca volver al éxito y trascender a la fama de cualquier manera, mediante el instituto en el cual enseñan su método, llamado Camas (Centro de Ayuda a Matrimonios Antes de Sucumbir), que está a punto de quebrar. En Camas trabaja una galería de profesionales que les brindan a las parejas las herramientas para solucionar todo tipo de problemas: hay una contadora bipolar a la que un golpe transforma en una “gata en celo”, una licenciada en Ciencias Sociales y medium que vive en otra frecuencia, una sexóloga que sólo piensa en constituir una familia, una jefa de prensa que posee una fuerza descomunal y hasta una recepcionista que se cree políglota.
La vida de todos ellos, sin embargo, da un vuelco rotundo cuando un misterioso productor televisivo, Leo Parisi, les propone a los Camas el negocio de sus vidas, comprándoles los derechos de la marca y de todo lo que hagan de aquí en más por cinco millones de dólares. Con una condición: que Nacho y Débora no se pueden separar en los próximos diez años. Sedientos de fama y dinero, el matrimonio firmará el acuerdo. Claro que la propuesta esconde un plan de venganza pergeñado por Raimundo Viglietti, el verdadero creador del método, al que los Camas le robaron durante la década del ’80. No hace falta ser demasiado observador para prever que la trama girará en torno de las situaciones que se originarán entre los profesionales del centro y la historia de venganza que sirve como trasfondo.
Si las adaptaciones locales de las sitcom importaron las actuaciones artificiales, Sr. y Sra. Camas redobla el juego con actuaciones varios tonos más arriba que series como La niñera o Casados con hijos. La diferencia con aquellas es que el contexto de juego de artificio que rodea a todos los aspectos del programa producido por Mar de Fueguitos, Oruga Cine y el 7 no vuelve discordantes a las composiciones. Más bien todo lo contrario: son el complemento necesario para crear ese universo atípico para la pantalla chica local. El formato de Sr. y Sra. Camas es tan de ruptura que en el primer episodio los personajes se permitieron mirar a cámara y hasta interactuar con la voz en off que los presentó (impecable el recurso de congelamiento en dibujo estampado sobre cada personaje, para que el locutor defina sus características más sobresalientes), en una libertad creativa que no se ciñe a estructura conocida.
En la concepción de la propuesta ideada por Adriana Lorenzón (Los Roldán, Montecristo, El elegido), el elenco cumple un rol fundamental, y en este punto el programa armó un staff a la medida del tono de humor con el que pretende contar la historia con dosis de surrealismo y fantasía. Mirtha Busnelli, Damián Dreizik, Pata Echegoyen, Diego Ramos, Carola Reyna, Nicolás Scarpino y Lola Berthet, entre otros actores, conforman un staff de intérpretes que tienen credenciales probadas en la comedia de trazo grueso. Sin embargo, el riesgo que tiene Sr. y Sra. Camas es que, por lo que mostró en el capítulo inicial, basa buena parte de su gracia en el histrionismo de los actores y actrices. El interrogante, entonces, pasa por saber si la trama diseñada para una tira diaria será capaz de contener las actuaciones y poder evitar que el ciclo se convierta en un pastiche inconexo de lucimiento individual.
Permitiéndose jugar con referencias históricas (Pumper Nic, los jeans By Deep, el Renault Fuego, el periodista José de Zer) y al medio (Marley participó como “Alejandro Storsel”), Sr. y Sra. Camas condensa en su virtud su mayor problema. Es que la originalidad de su formato, plagada de recursos técnicos y actorales poco habituales, puede convertirse en un boomerang a la hora de atraer a la audiencia, sufriendo el rechazo instintivo que todo lo diferente acarrea. El debut, sin embargo, marcó buenos 2,3 puntos de rating, una cifra interesante para el prime time de la TV pública. De consolidar una historia que englobe a los recursos rupturistas y de lograr que se respete el horario de emisión (el debut estaba previsto para las 22.30 y comenzó 20 minutos antes, algo inédito en la TV) depende el destino de un programa que asume el riesgo de dar un paso, más allá de lo hasta ahora conocido en materia de ficción.
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