Sáb 08.04.2006
espectaculos

TELEVISION › VOLVIO “SHOWMATCH”. EN EL DEBUT HIZO 31 PUNTOS

Más de lo mismo, pero mucho

Marcelo Tinelli debutó por fin en la pantalla del 13 y el efecto inmediato fue “tinellizarla”. Con superproducción y efectos especiales, cámaras sorpresa y mucho griterío.

› Por Emanuel Respighi

Decir que ShowMatch, en su continuidad de VideoMatch, es un clásico de la televisión argentina es una verdad de Perogrullo. Los 17 años consecutivos de permanencia en el aire, convirtiéndose año tras año en el programa más visto de la TV vernácula, sin importar si se emite por Telefé, Canal 9 y Canal 13, así lo demuestra. Sin embargo, el status de clásico no lo exime de ser criticado por su constante apego a la repetición de una fórmula que no por efectiva en términos de rating –en el debut de ayer midió 31,5 puntos, superando los 23,2 de la segunda parte de Harry Potter– deja de volverse cada vez más cansadora. ¿Por qué teniendo la posibilidad, el presupuesto y el crédito para renovarse ante el desembarco en el 13, Marcelo Tinelli elige –como siempre– hacer el mismo programa una y otra vez? ¿O cuál fue la diferencia entre el programa debut de ShowMatch del jueves y los que realizó en los últimos años en Telefé y el 9? ¿Hasta cuándo hay que soportar que las únicas novedades de ShowMatch remiten exclusivamente a los “imponentes” cambios de escenografía y escritorio? ¿Basta con reformar la puesta en escena para renovar un ciclo?

Si, como algunos piensan, a nadie se le ocurriría pedirles a los clásicos modificaciones respecto de los programas que con éxito hacen desde hace décadas, lo que al menos habría que plantearle a ese cúmulo de contados ciclos es que con los años mantengan vigente la fórmula que los catapultó a la historia catódica. Independientemente de sus contenidos, ni a Susana Giménez ni a CQC ni a ShowMatch se le exigirían, del día a la mañana, modificar completamente su estructura, pero sí “adornar” –como mínimo– su perfil con pequeñas y nuevas cosas, tal como se pudo ver el miércoles en el debut de CQC en Telefé, con el informe-denuncia sobre el represor Pascual Guerrieri. Nada de eso sucede en el programa conducido por Marcelo Tinelli, que se sigue valiendo una y otra vez de sus clásicas herramientas (cámaras ocultas, parodias de programas, imitaciones), en un ciclo que desde la ostentación tecnológica que promueve parecería anclado en los años de fiesta menemista.

Claro que nada de esto parecería preocupar a Tinelli & Cía. De hecho, lo que se desprende del primer envío de su decimoséptima temporada es que ni siquiera el alma mater se da cuenta de la situación de reincidencia patológica. Es que el conductor y empresario justamente hizo lo que criticó desde la apertura de ShowMatch (utilizó a los personajes de La era de hielo para decir que “la TV está aburrida porque abunda mucho programa repetido”). Porque si bien la emisión del jueves del 13 no fue una repetición de un viejo programa de ShowMatch, sí lo fue de hecho: desde la utilización de los mismos tópicos en los chistes (doble sentido, fútbol) hasta la utilización de viejos segmentos (parodias, cámaras sorpresa, imitaciones), pasando por el empleo de parte de Tinelli de las mismas palabras a la hora de presentar cada una de las secciones (“prepárense para ver una cámara sorpresa espectacular...”, “Señores: ¡nos copiaron!...”) o la obsesión que el dueño de Ideas del Sur tiene con el cuerpo al desnudo (se quitó la camisa para mostrar su cuerpo y compararlo con el de Ricky Martin).

En ese contexto, la superproducción con la que cuenta el ciclo –escenografía extra large, escritorio que se mueve a control remoto (?), un staff de 40 bailarinas– pierde sentido, ya que en vez de estar puesta al servicio del contenido parecería limitarse a satisfacer egos personales, en clave ostentosa. En su afán de mantener el eterno clima de fiesta, ShowMatch satura con la sobreutilización en off de las risas de la troupe de Tinelli. Un elenco cada vez más cercano a ocupar el rol de adláteres del jefe –festejando cada una de sus bromas– que a consolidarse como humoristas de peso propio. No sólo porque el ciclo cada vez ofrece menos sketches de humor, sino porque los pocos que quedan rozan el mal gusto y sólo utilizan al entrevistado para ridiculizarlo en público y reírse de él (como pasó con Evo Morales, o Rodolfo Terragno en el primer envío). Viejas fórmulas que no hacen otra cosa que repetir (malos) vicios que parecían archivados en la historia de la televisión. Claro que, en el circo perpetuo de ShowMatch, el pasado siempre está de vuelta, nada cambia y todo sigue igual.

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