Mié 02.11.2011
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TELEVISION › EL DESENLACE DE EL ELEGIDO, POR TELEFE

Una historia con final abierto

La tira protagonizada y producida por Pablo Echarri se despidió de su público dejando algunos márgenes por explorar. El cierre, con una realización, edición y musicalización impecables, estuvo a tono con el desarrollo de todo el ciclo.

› Por Leonardo Ferri

La emoción de una madre que oye por primera vez la voz de su hija autista, que le dice “mamá” tal como siempre lo había soñado, y los poderes mágicos de un rehue (un tótem mapuche sagrado), que es restituido a sus dueños originarios. El encantamiento por lo real y la atracción por lo increíble. La esencia de la historia de El elegido estuvo apoyada en dos principios que, a lo largo de 154 capítulos, hicieron que el relato fuera llevadero, entretenido, apasionante y (muchas veces) absorbente. Una historia que el mismo Pablo Echarri –su protagonista y productor– admitió ante este diario como “compleja y probablemente no masiva”, pero que en una televisión dominada por los números (el último capítulo midió 16,4) logró encontrar su final, un final no apurado pero sí imperfecto, entendido esto último como un desenlace que dejó algunos márgenes por explorar.

El final –de una realización, edición y musicalización impecables, una constante a lo largo de todo el ciclo– mostró a Oscar Nevares Sosa (interpretado magistralmente por Lito Cruz) encerrado, descompensado psíquicamente y preso de las voces de quienes murieron bajo su mano. Andrés Bilbao (Echarri) y Mariana Estévez (Paola Krum) formaron la familia que tanto habían buscado y Greta Sáenz Valiente (Mónica Antonópulos) salió del placard, se casó con su novia y fundó su propio estudio. Verónica San Martín (la enorme Leticia Brédice) murió asesinada por Oscar, quizás la única forma de liberarse de los demonios que la perseguían desde chica. Roberto (Jorge Suárez) terminó en prisión, Lucía (María Carámbula) con Santiago (Martín Seefeld) y Octavio (Ludovico Di Santo) parece haber vencido su adicción a las drogas y espera un hijo con Erica (Calu Rivero).

El componente real, lo verosímil que toda ficción protagonizada por personas de carne y hueso tiene que tener, estuvo presente en la forma en que se construyó la relación entre los personajes. El numeroso reparto estuvo compuesto por abogados buenos y malos, políticos, violadores, drogadictos, madres desequilibradas, mucamas abyectas, obreros humillados, aborígenes desterrados y esposas engañadas. Los siete pecados capitales vivían en ellos, y sus vidas y las de sus seres más cercanos se convertían en miserables e insostenibles. No es difícil imaginar fuera de la realidad cada una de las situaciones planteadas en el estudio de Nevares Sosa, ni siquiera aun la de la insólita candidatura presidencial de Andrés Bilbao (Echarri), una persona sin ningún tipo de experiencia política, sólo conocida por ser “el hijo político de”. Cruz compuso un villano obsesivo, sádico y esquizoide, para el cual el odio y el amor eran dos sentimientos de igual dimensión, entre los que se movía en un ir y venir permanente. Por el otro lado, la cuota fantástica fue el gancho que tuvo #LaNovela (así se la conoció en las redes sociales) desde el principio: una logia masónica milenaria que custodiaba un secreto unido al destino de los pueblos originarios; y una “Nueva Orden” que pretendía utilizar ese poder en beneficio propio. Las respuestas fueron dadas en cuentagotas, pero sin mezquindades.

El elegido fue un programa con protagonismos claros (Echarri, Krum, Brédice, Cruz, Seefeld), pero muy generoso con sus personajes secundarios. A la habitual solvencia que ofrecen actores como Daniel Fanego, Patricio Contreras, Leonor Manso, Emilio Bardi o Luciano Cáceres, se le sumaron algunas caras no tan conocidas en la televisión, como las de Paula Kohan, María Duplaa y la enorme Maite Lanata, quien casi sin hablar a lo largo de todo el ciclo logró expresar fragilidad y fortaleza al mismo tiempo y en la justa medida. Aunque el reparto se fue acotando con el devenir de los capítulos –El elegido fue una ficción muy poco amorosa con sus personajes y se deshizo de muchos de ellos–, los principales quedaron, y una vez que se devela que Alma comienza a hablar y relacionarse, es ahí donde entra la gran duda que plantea este de-senlace: es un final abierto, pero ¿de qué manera? “La celda es oscura, pero en algún recodo de tu encierro puede haber una luz, una hendidura”, se oyó. Que empiecen las apuestas.

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