TELEVISION › ENTREVISTA A LA ACTRIZ CECILIA ROTH
Es una de las protagonistas de El pacto, la tira que arranca hoy por América y que aborda ficcionalmente el caso Papel Prensa. La actriz dice que “este tema nos atraviesa como sociedad” y subraya: “Estamos en un momento ideal para reflexionar sobre lo que nos pasó”.
› Por Emanuel Respighi
Tras la polémica que se generó en torno de la abrupta salida de Mike Amigorena de su elenco, la denuncia de la producción por “presiones” y la postergación de la fecha de estreno, finalmente esta noche El pacto verá la luz en la pantalla de América, desde las 23. La ficción que aborda el traspaso en plena dictadura de las acciones que la familia Graiver tenía de Papel Prensa a favor de Clarín y La Nación (aunque sin dar nombres reales), tiene entre sus protagonistas a Cecilia Roth. El estreno de una nueva ficción que –como Montecristo hace unos años– vuelve a poner el foco en la complicidad civil con la dictadura militar es el disparador para que la actriz argentina, que durante muchos años vivió en España, analice –más allá de los motivos que la llevaron a participar de la historia escrita por Marcelo Camaño– los cambios que vislumbra en la sociedad argentina. “Voy a ser honesta”, se confiesa Roth en la entrevista con Página/12. “Durante muchos años –subraya– tuve mucha bronca con Argentina, básicamente porque sentía que nosotros mismos no nos mirábamos como país, que estábamos muy atomizados. Hoy tengo la suerte de formar parte de un proyecto de país que nos involucra a todos.”
Desde el mismo momento en que su trama tomó estado público, El pacto generó mucho más ruido mediático que las otras nueve ficciones que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) seleccionó del concurso Plan de Promoción y Fomento de Contenidos Audiovisuales, y que desde hace varias semanas se emiten en América y Canal 9. La inspiración en los acontecimientos que rodearon al traspaso de las acciones de Papel Prensa encendió una mecha de tensión mediática que estalló cuando Amigorena, que interpretaba a un CEO de un importante grupo multimediático, pidió dejar la ficción de la que era protagonista por no sentirse “cómodo”. Desde ese momento, las versiones sobre las causas que llevaron al actor a abandonar El pacto fueron muchas y nunca se aclararon del todo. Lo único concreto es que el programa puso de manifiesto que la complicidad de ciertos sectores con la dictadura genera mucha incomodidad al día de hoy.
En la ficción, Roth interpreta a Lucía Córdova, una abogada especializada en delitos económicos a la que acude José Gancedo (Federico Luppi), un empresario que compró periódicos y por diversas cuestiones los fue perdiendo. En la investigación del caso, la abogada se topa con que Gancedo no le había contado una parte de la historia sobre sus adquisiciones, que lo involucra en un delito aberrante cometido durante la dictadura. Es en ese momento cuando, en medio de un thriller, El pacto hace foco en la adquisición de Papel Prensa por parte de ciertas empresas periodísticas. Además de Roth y Luppi, la ficción dirigida por Pablo Fischerman (Socias) cuenta en su elenco con Cristina Banegas, Luis Ziembrowski, Moro Angheleri, Violeta Urtizberea y Rafael Ferro, entre otros. A raíz del abandono a mitad de camino de Amigorena, el último en incorporarse al equipo fue el español Eusebio Poncela (ver aparte).
“Cuando me ofrecieron el proyecto y supe que Javier Nir y Sebastián Rollandi eran los productores, Pablo Fischerman el director y Marcelo Camaño el autor, acepté estudiarlo porque antes de trabajar con ellos merecían el mayor de mis respetos y mi admiración, cada uno en su área”, cuenta Roth. “Los actores convocados también me entusiasmaban. Estaba en España y leí los guiones con mucho interés, sabiendo de qué se trataba la historia. Y artísticamente me interesó muchísimo el proyecto, por la manera que la ficción iba a entretejerse con un tema que nos atraviesa como sociedad, con una problemática tan descriptiva de la connivencia cívico-militar. Poder entramar en una ficción la complicidad de cierto sector de la sociedad con la dictadura, en esos años tan oscuros, es un recurso tan rico como necesario”, puntualiza la actriz.
–¿La combinación de ficción y realidad fue un condimento extra que la motivó a aceptar el proyecto?
–Me interesó el cruce entre realidad y ficción, porque creo que desde un programa de TV se pueden generar disparadores que trascienden lo artístico. Obviamente, soy actriz y lo que hago es componer un personaje que tiene determinadas características. Pero éste es un momento ideal para reflexionar sobre lo que nos pasó. En ese contexto, me parece que El pacto encaja para aportar una mirada.
–¿Su participación en El pacto obedece a una decisión de tomar un mayor compromiso con lo social, trascendiendo –incluso– los límites artísticos?
–No digo en forma partidaria, pero siempre tomé un compromiso político, por acción u omisión, con la realidad que me rodea. Nunca fui ajena a nada de lo que sucede a mi alrededor ni a mí, en tanto ciudadana. Creo que todos hacemos política todo el tiempo, sea por acción u omisión. El ser humano es inherentemente político. Siempre ejercí ese compromiso; no es que me surge ahora. Un lugar en el mundo fue una película con un compromiso político muy claro; Martín (Hache) lo mismo; Kamchatka también. Muchas de las cosas que se trataban en Nueve lunas mostraban una toma de posición con la realidad.
–La diferencia es que El pacto aborda la problemática de Papel Prensa, que hoy es parte de la agenda mediática y judicial.
–Pensé mucho mi participación en el proyecto, justamente por ser parte de la agenda cotidiana. De la misma manera que lo pensé lo hablé con el autor y con el director. Y varias cosas que están en los guiones se han ido puliendo y adecuándose de manera tal que no perturbara lo ficcional y que, además, no fuera tendencioso. Hubo mucho cuidado. La única manera de plantear seriamente una situación tan cercana a la actualidad y que produce tanta crispación en muchos ámbitos es evitando caer en un relato tendencioso. Por eso es interesante que la vea el espectador, para que en todo caso sean los televidentes quienes asuman una postura.
–¿Cree que El pacto logrará despertar esa inquietud cívica en el espectador?
–A mí me la provoca, vamos a ver qué le sucede al espectador. El pacto es un gran programa de entretenimiento. Lo que sucedió es que lo político corrió de eje la solidez artística de El pacto.
–La repercusión mediática que surgió alrededor de El pacto, inclusive antes de la salida polémica de Amigorena del elenco, ¿favorece el despertar de esa conciencia?
–Los argentinos estamos con mucha necesidad de mirarnos y de revisar nuestra propia historia. Es un muy buen momento para plantear cosas que nos atañen. El pacto contará abiertamente una problemática histórico-social-mediática que nos involucra a todos.
–¿En los años ’90, por ejemplo, se hubiera generado la misma expectativa por este tipo de relatos?
–En los ’90, una ficción como El pacto ni siquiera se planteaba como realización. No existía esa posibilidad. Está bueno hablar de esto. Los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina de Kirchner han novilizado mucho a los argentinos por su compromiso con los derechos humanos. Pero es insoslayable que los derechos humanos eran piantavotos; no hubo una estrategia electoralista en este punto. Hubo que hacer un cambio muy grande como sociedad para atreverse a mirar y analizar problemáticas a las que determinados sectores de poder le habían dado un punto final. Como pueblo estamos mucho más maduros respecto de los ’90. Estamos atravesando un tiempo en el que la ciudadanía tiene la necesidad de reverse como parte de una historia y de un país, más allá de cualquier partidismo político. Eso no quiere decir que todos pensemos lo mismo. Una sociedad es la convivencia de muchas miradas que se cruzan y discuten entre sí.
–¿El pacto es un proyecto más o tiene un significado especial?
–Ningún proyecto es uno más para mí. Siempre me expresé como ciudadana desde lo artístico. Ese es mi compromiso con mi oficio y con mi ser ciudadano. Elijo mi oficio para expresarme como ciudadana. Después, cualquiera, haga lo que haga, puede militar por fuera de su ámbito profesional. Esa es una elección personal. Nuestro oficio de ciudadanos es comprometernos con nuestro tiempo. Durante mucho tiempo eso se desconsideró. Está bueno sentirse parte de lo que nos ocurre como país.
–¿Hubo un tiempo en el que no se sintió parte de un proyecto de país?
–Durante mucho tiempo envidié a amigos, argentinos o no, que se sentían parte de su patria aun estando muy lejos de su tierra. Me cuestionaba qué era lo que me pasaba a mí que no tenía ese sentimiento de pertenencia. Solía adjudicar ese desarraigo a todo el tiempo que viví afuera, a esa cosa de sentirme cosmopolita..., pero me angustiaba porque siempre hay una raíz en algún lugar. Está bueno poder sentirme ahora arraigada, ser parte de una sociedad, de un colectivo.
–¿Y qué rol considera que cumplió y cumple el kirchnerismo en ese cambio socio-cultural?
–No sé si es el kirchnerismo. Siempre los gobiernos son el producto de un proceso de todo un pueblo. No creo que sea al revés. Y eso es necesario decirlo porque, como dijo Cristina el otro día, esto es una continuidad. Y este proceso es el comienzo de una continuidad, de un proyecto de Nación, no de un gobierno. Ojalá podamos entender que el proyecto de país es responsabilidad de todos y no de un gobierno.
–¿Hoy cree que su hijo va a vivir en un mundo mejor que el que le tocó a usted?
–¿Sabés qué es lo que me pasa ahora? Pienso que yo voy a vivir en un mundo mejor. Esa sociedad mejor la soñaba para mis nietos. Creer que tal vez uno pudiera disfrutar de un país más justo y alegre es movilizante, esperanzador. El otro día lo hablaba con mi papá y le decía que en una de ésas voy a tener la suerte de que mi generación vea una sociedad más justa y unida. Eso no es poco para las expectativas que tenía hasta no hace mucho.
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