TELEVISION › EL ESTRENO DE GRADUADOS FUE LO MáS VISTO DEL LUNES
La comedia protagonizada por Nancy Dupláa y Daniel Hendler –producida por Underground, Endemol y Telefe– sorprendió por su estética y por su narrativa más avanzada que la media, pero deberá definir un estilo para no disipar a los televidentes.
› Por Emanuel Respighi
Buena parte de los televidentes de más de 30 años que el lunes hayan sintonizado la pantalla de Telefe entre las 21.15 y las 22 habrán pensado que estaban atravesando un déjà vu. Los peinados batidos y los jopos de los personajes, vestidos con nevados y jeans de tiro alto con tiradores, bailando viejos hits musicales, conformaban un combo que daba la sensación de que los ’80 efectivamente habían vuelto. La lograda estética en pantalla de aquella década, sin embargo, no era más que el comienzo de Graduados, la nueva ficción que Telefe emite de lunes a viernes, a las 21.15. La flamante tira diaria coproducida por Underground, Endemol y Telefe se presentó en pantalla como un típico producto de la productora que dirige Sebastián Ortega: una comedia para toda la familia pero con guiños –estéticos, musicales y culturales– a la generación que hoy ronda los 40 años. Pero, justamente, el programa deberá definir un estilo para no disipar a los televidentes. A veces, también en televisión, el que mucho abarca poco aprieta.
La flamante ficción “ATP” de Underground vuelve a poner los ojos sobre lo que a esta altura se pueden definir como algunas de sus obsesiones, ya transitadas en El tiempo no para, Lalola y Lo que el tiempo nos dejó: la amistad, el paso del tiempo, los “gloriosos” ’80. En este caso, en Graduados se sintetizan en un mismo programa todos esos ejes, tras un primer capítulo que sorprendió no sólo por su estética, sino por haber avanzado narrativamente más allá de lo que las ficciones argentinas suelen hacerlo. Con una sencilla y atractiva descripción de personajes, la comedia prefirió desplegar desde el vamos una buena batería de acciones que le dieron agilidad a una historia que se valió de flashbacks y fastforwards –marcas de época televisiva– para escindirse en los dos tiempos de relato: la fiesta de graduación de 1989 y la actualidad, ubicada en 2008. Y la apuesta parece haber sido bien recibida por los televidentes: el debut promedió 24,4 puntos, convirtiéndose en lo más visto de la jornada.
Protagonizada por Nancy Dupláa, Daniel Hendler, Luciano Cáceres, Mex Urtizberea, Julieta Ortega, Juan Gil Navarro e Isabel Macedo, Graduados cuenta la historia de un grupo de chicos que, tras egresar del colegio secundario a fines de los ’80, se reencuentra casi veinte años después por esas cosas del destino (y la libertad creativa del equipo de guionistas encabezados por Ernesto Korovsky y Silvina Fredjkes y Alejandro Quesada). La fiesta de graduación fue la excusa dramática que sirvió para delinear los dos bandos del curso, claramente diferenciados. Por un lado, los populares, encabezados por Loli Falsini (Duplaá), la “linda” del colegio y novia de Pablo (Cáceres), el más canchero y piola del grupo, junto a su amigo Willy (Gil Navarro). En el otro extremo están los desclasados, donde Andy (Hendler), Vero (Ortega) y Tuca (Urtizberea) conforman un trío inseparable, capaz de sellar un pacto en donde se comprometen a “empezar el día a las 14”, “priorizar la diversión por sobre todas las cosas”, “compartir por lo menos dos fiestas semanales” y “nunca aceptar trabajo que los inserte en el sistema”, entre otros eternos mandamientos.
Tras esa primera mitad del episodio del debut que transcurrió en 1989, la trama luego dio un salto temporal a 2008, donde se mostró qué fue de la vida de cada uno. Como era de suponer, los bandos fueron coherentes al lugar que ocupaban en la adolescencia: Loli y Pablo se casaron y formaron una familia bien, mientras que Andy se la rebusca como paseaperros, Vero pasando música en la radio y Tuca disfrutando de una millonaria herencia familiar. Sin verse desde aquella fiesta de fin de curso, donde por producto del alcohol Andy y Loli tuvieron una extraña noche de sexo, el destino vuelve a cruzarlos. En ese accidental reencuentro, al ver las similitudes en los gestos y las personalidades entre Andy y su hijo, a Loli se le vuelve a hacer presente una duda que había desterrado de su mente: ¿puede su hijo ser el resultado de aquella noche de sexo ocasional en la fiesta de graduación? Ese será el principal interrogante de una historia de enredos casuales y causales.
De impecable realización en cuanto a lo estético, lo musical y el vestuario, Graduados se destacó en su debut por haberle aplicado a los tediosos primeros capítulos un ritmo que hizo avanzar la trama como gancho para atrapar a los televidentes. La postproducción cumple, en este sentido, un papel enriquecedor del relato, facilitando los saltos temporales con logradas transiciones, a la vez que se vale de recursos visuales bien dosificados. En todo caso, el comienzo de la tira dejó dudas respecto de su desa-rrollo en el tiempo (el talón de Aquiles de Underground) y al público al que apuntará captar, aún no definido de acuerdo con algunas contradicciones visibles en la historia, que deambuló entre los inequívocos guiños a la cultura joven (explícitos a nivel musical y solapados en referencia a las drogas) y el contenido digerido que propuso con algunos subrayados innecesario artísticamente. El paso del tiempo, otra vez para Underground, terminará por definir su suerte.
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