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Miércoles, 6 de junio de 2012

TELEVISION › EN TERAPIA Y LA IMPORTANCIA DEL GUIóN Y LAS ACTUACIONES

Con el diálogo como mecanismo

El notable programa que emite la Televisión Pública es una adaptación de la serie israelí Be tipul, en la que se muestran las sesiones de un terapeuta con cuatro pacientes y una quinta en la que él se somete a análisis.

 Por Emanuel Respighi

En tiempos en los que la tecnología y la posproducción digitan la producción audiovisual, homogeneizando la estética de los contenidos, volver a las herramientas más básicas resulta una novedad que vale la pena celebrar. Esa parecería ser la clave del atractivo de En terapia, la coproducción de Canal 7 con Dori Media que diariamente se emite por la señal pública, a las 22.30 (con un resumen semanal los sábados en el mismo horario). Basándose en un guión inteligente y actuaciones ajustadas, la versión local de la serie israelí Be tipul es la comprobación cabal de que, si bien cada eslabón de una ficción es importante, el interés que provoca en los televidentes descansa fundamentalmente en los libretos y los intérpretes.

Entre tanto contenido desarrollado a pleno efecto visual, En terapia logró presentarse como una atractiva opción televisiva, placentera de seguirse en cualquiera de las dos maneras que permite el formato: los televidentes pueden ver el programa como unitario (siguiendo la terapia de un único paciente, un día a la semana) o como tira diaria (viendo la interacción entre el terapeuta con cada uno de sus pacientes y con su propia analista). Esta novedad que la serie introduce en la TV argentina, además de otorgarle un sentido práctico, le imprime a la ficción una flexibilidad necesaria en tiempos de amplio acceso a consumos culturales. Este esquema de visualización, dentro de una serie muy bien realizada, logró hacer de la versión que Gabriel Byrne protagonizó para HBO un fenómeno de alcance mundial.

De registro dramático con toques de humor, En terapia sigue la labor cotidiana del psicólogo Guillermo Montes (Diego Pere-tti), en el consultorio que armó en su propia casa. En cada día/envío, el terapeuta recibe a un paciente diferente, entablando relaciones que no se limitan al trato profesional. Los lunes, Montes recibe a una joven médica (Julieta Cardinali) en crisis existencial y de pareja y que se involucrará sentimentalmente con su terapeuta al punto de declararle su amor en cada sesión. Los martes, en tanto, acude un soberbio integrante del grupo GEOF (Germán Palacios) que, tras sufrir de un ataque al corazón y cometer un error profesional con consecuencias mortales para inocentes, es dado de baja de la fuerza, pero no puede escapar a sus fantasmas internos. Los miércoles es el turno de Clara (Ailín Salas), una adolescente que luego de un terrible accidente automovilístico, y a pedido de la compañía aseguradora, debe someterse a un análisis psicológico para verificar la posibilidad de que tenga tendencias suicidas. Los jueves es la cita con Martín (Leonardo Sbaraglia) y Ana (Dolores Fonzi), un matrimonio que lleva diez años de casado y que no sabe cómo resolver un embarazo no planificado, amén de otras diferencias. Por último, los viernes Guillermo se los reserva para su propia terapia, que lo lleva a la doctora Lucía (Norma Aleandro), su antigua terapeuta, con quien tiene una relación amistosa y profesional, pero también cargada de tensión.

Supuestamente más teatral que televisiva, dada la economía de recursos técnicos de su puesta, En terapia prioriza los vínculos humanos entre terapeuta y pacientes sin apelar a los efectos ni a la posproducción. A fuerza de planos y contraplanos cortos, la trama de la ficción adaptada por Esther Feldman y Alejandro Maci (que también se encarga de la dirección) se presenta como la posibilidad de un tercero (el televidente) de espiar en esas sesiones donde la esencia del ser humano se pone al desnudo, sin imposturas. Además del peso propio del silencio que rodea el diálogo entre paciente y terapeuta, la sensación de voyeurismo se hace carne en los televidentes por la tenue iluminación y un micrófono ambiente que transmite el ámbito íntimo del que se está siendo testigo.

Claro que la lograda puesta técnica no sería suficiente para entender el interés que despierta En terapia. El logro de esta ficción es que le devolvió a la TV un elemento que por la vorágine y las necesidades de rating parece olvidado por los productores: la belleza y potencia que puede alcanzar un buen diálogo para conmover la sensibilidad del otro. En este caso, esas sesiones son el medio idóneo para abordar disímiles caras de la existencia humana, a partir de un terapeuta que pareciera involucrarse más de la cuenta con cada caso. “A veces el terapeuta se compromete emocionalmente con el paciente”, le dice a Clara en una sesión. El problema de Montes (y aquí radica el tino del guión) es que su investidura profesional se desvanece ante ese involucramiento humano, buscado en algunos casos y obligado en otros. Ese terapeuta atormentado, que entrelaza lo que les sucede a sus pacientes con su propia vida, presente y pasado, le imprime a En terapia un inquieto elemento dramático.

Bajo la premisa que perseguía la propuesta original, esta ficción requería la elección de un elenco que supiera mantener la actuación con gestos mínimos, sin subrayados forzados. En este punto, el casting de actores seleccionados cumple con las exigencias de la historia y el tono que necesita el programa. Sin desmerecer las ajustadas interpretaciones de un elenco envidiable para cualquier medio artístico, En terapia tiene en Cardinali, Peretti, Salas y Aleandro las composiciones más logradas.

El único aspecto cuestionable de En terapia es hasta qué punto es adecuado que el canal público compre un formato extranjero y lo adapte, teniendo en cuenta el fértil semillero de autores nacionales que existe y el rol “político” que el 7 debiera tener como espacio de promoción de profesionales locales. Desde el punto de vista artístico, la elección de la TV pública de adaptar Be tipul a las costumbres locales parece tratarse, a priori, de un acierto. El hecho de que la serie transcurra en su totalidad en sólo un par de decorados, sin necesidad de exteriores, resulta beneficioso para que la estructura humana y técnica de la TV pública pueda contener las necesidades artísticas de la trama, sin correr mayores riesgos. Por su parte, la apuesta por un programa que se basa fundamentalmente en el guión y las actuaciones no sólo facilitan dicha puesta, que también satisface la búsqueda de calidad y contenido diferencial que la TV pública persigue en relación con la lógica comercial televisiva vigente.

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Aleandro y Peretti son dos de los que brillan en un elenco de por sí muy sólido.
 
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