Miércoles, 13 de junio de 2012 | Hoy
TELEVISION › EL REGRESO DE SHOWMATCH PROMEDIó 38,8 PUNTOS DE RATING
Como cada año, el retorno de Tinelli a la pantalla chica arrasó con las cifras de rating. Por eso hubo más de lo mismo: una apertura fastuosa y sin el más mínimo hilo argumental y un desarrollo que sirve de precalentamiento a lo que vendrá.
Por Leonardo Ferri
Otra vez la paradoja. La inusitada atención que genera cada comienzo de temporada de ShowMatch se contrapone con la falta de novedad de un formato que no por repetitivo deja de funcionar. ¿Había acaso alguna duda acerca de algo? ¿Alguien podía suponer que la apertura no iba a ser espectacular y ostentosa? Era fácil adivinar que el primer programa de Bailando por un sueño iba a dejar mucha tela para cortar para los días siguientes, en cada programa satélite y de chimentos. El pico de 43,8 puntos de rating (el promedio general fue de 38,8) de la noche del lunes no hace otra cosa que confirmar que no importa lo novedoso ni lo conceptual ni la calidad artística cuando lo que predomina es lo colosal, lo impactante y lo ensordecedor. El resultado quedó plasmado desde la apertura misma, de casi treinta minutos, que combinó ficción (un intento de homenaje a Pulp Fiction, con Dady Brieva, Florencia Peña y Jorge Rial como invitados) con el baile de 300 personas, pantallas varias, acrobacias calcadas del Cirque du Soleil y coreografías demasiado inspiradas en el clip de “Virtual Insanity”, de Jamiroquai. Ante tamaño rejunte, no queda lugar para otra cosa. ¿Qué faltó? Un hilo conductor, un concepto, una idea, algo que le diera sentido a esa suma de elementos.
Pero nada de eso es importante en el planeta freak de ShowMatch ni en la galaxia Ideas del Sur, donde este tipo de no-conceptos se repite a menudo, formando una nueva paradoja en la que todo parece vacío de contenido, aunque esté calculado hasta el más mínimo detalle. Muestra de ello es el blanqueo de la relación sentimental del mismo Marcelo Tinelli, la reconciliación “casual” de Antonio Gasalla y Moria Casán, el guiño a Susana Giménez y el enojo simulado con la cúpula directiva del canal, conformada por Adrián Suar, Pablo Codevilla y Coco Fernández. ¿Algo de eso es real? No. ¿El público lo cree? Sí o no, ya no importa. Si el negocio funciona hay que mantener el estilo y con ello se supone que será suficiente para recuperar el alicaído rating que el 13 viene sufriendo en este primer semestre de 2012.
“Hacer televisión es lo más lindo que me pasa”, será lo primero que diga Tinelli luego de su saludo marca registrada, en compañía de su eterna locutora Marcela Feudale y de tres de los salarios más difíciles de justificar de la televisión actual: Larry de Clay, Carna y el Chino. Más atrás, las nuevas bailarinas hacen el mismo paso que sus predecesoras, Carmen Barbieri explica que su atuendo pretende imitar al de Matrix y Moria Casán intenta bailar un poco para no parecerse a uno de esos viejos buzones rojos de correo. Mientras tanto, el dueño de todo y de todos pretenderá modernidad y sofisticación con la misma ropa que en Ricardo Fort sería grasa y vulgar.
De baile se vio poco y nada, ya que la única participante que tuvo espacio entre tanta novedad fue Florencia Peña, el nuevo emblema de la libertad artística e ideológica. Todo indica que este año será el de la inclusión, el de sumar a los diferentes –sean oficialistas u opositores, tengan una pierna más o menos, sean sordos o no videntes– no importa qué. La apuesta al golpe bajo y la emoción ya está siendo testeada por Mariano Iúdica en Soñando por cantar, y todo indica que funciona perfectamente. Si no es así, la materia prima para volver al escándalo, el agravio y la bajeza sigue estando. El libreto cambia, pero el show no se mancha.
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