Mié 18.07.2012
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TELEVISION › LOS REGRESOS DE CHARLIE SHEEN Y JULIA LOUIS-DREYFUS

Dos comediantes se reinventan

Anger Management (TBS) es la nueva serie protagonizada por el actor, después de su escandalosa salida de Two and a Half Men. Y la brillante Elaine de Seinfeld regresa convertida en vicepresidenta de Estados Unidos en Veep (HBO).

› Por Leonardo Ferri

Tener un gran éxito en televisión es el objetivo al que todas y cada una de las partes involucradas aspiran: productores, guionistas, directores, actores y realizadores trabajan para ello. Y si de series se habla, todo protagonista quiere convertirse en icono –tal como lo hicieron Kiefer Sutherland con 24 y Hugh Laurie con Dr. House– y, de paso, no sólo ver crecer su cuenta bancaria sino también su ego. Pero también es cierto que tarde o temprano llegan el fin y la hora de reinventarse, de quitarse de encima el peso de la identificación con un personaje para poder interpretar a otro. Algunos actores supieron hacerlo bien, como el propio Laurie, que grabó un disco de blues y parece no tener planes de volver a actuar en lo próximo; o como el comediante Jerry Seinfeld, que después de la sitcom titulada con su apellido se recluyó, y sólo salió a la superficie para hacer cosas muy distintas a su “gran hit”. La expectativa generada por ver a Charlie Sheen después de su ruidosa salida de Two and a Half Men era grande, y fue suficiente por sí misma como para generar cierto morboso interés por Anger Management, su nuevo proyecto que la señal TBS estrena mañana a las 21.30. En paralelo (aunque sin escándalos) Julia Louis-Dreyfus, la grandiosa Elaine de Seinfeld, encabeza el reparto de Veep, la comedia que HBO comenzará a emitir el lunes 23 a las 22.30.

Louis-Dreyfus interpreta a Selina Meyer, una ex senadora que accede a la vicepresidencia de los Estados Unidos, aunque no a ese mundo de privilegios, poder, lujos y comodidades que imaginaba. Para Meyer, ocupar ese cargo es estar rodeada de ineptos, tener reuniones con gente poco importante que no le lleva el apunte y no recibir jamás un llamado del presidente. Con esas líneas argumentales como punto de partida, Veep juega a la comedia política sin llegar a serlo del todo, con un humor simple y cotidiano que recuerda mucho a The Office, incluso hasta en su estilo narrativo y su estética. Louis-Dreyfus es correcta en su interpretación, aunque nunca llegue a despegarse de esa imagen de mujer torpe y simpática que viene cultivando desde Seinfeld y The New Adventures of Old Christine, su serie anterior (por la que ganó un Emmy como mejor comediante). El doble mensaje –y la doble moral, y el doble objetivo siempre presente en la TV norteamericana– queda reflejado en su mensaje más implícito: con los contactos correctos, cualquier incapaz puede ser presidente (o vice) de Estados Unidos.

La resurrección de Charlie Sheen es más notoria, porque así fue también su caída. Después de ocho temporadas al frente de Two and a Half Men, Sheen entró en rehabilitación para superar su adicción a las drogas, y la serie fue puesta en espera para aguardar por su recuperación. Lo cierto es que las diferencias entre Sheen y la CBS se hicieron públicas, y la rehab fue sólo uno de los motivos, entre los que se contaban algunos económicos (quería obtener más del 1,8 millón de dólares por episodio que venía ganando) y otros más relacionados con la conducta moral del actor, con la que la cadena productora de la serie no estaba de acuerdo. Cuando Sheen fue finalmente despedido, la discusión viró hacia los insultos –acusó de traidores al coprotagonista Jon Cryer y al creador de la serie, Chuck Lorre– y hacia una demanda contra la cadena, que finalmente no prosperó.

Al igual que Veep, Anger Management pone un pie en la realidad y otro en la ficción. La historia es conocida, ya que está basada en la película homónima, aquí conocida como Locos de ira, con Jack Nicholson y Adam Sandler. Charlie Goodson (Sheen) es un terapeuta especializado en tratar a pacientes con problemas de ira, y desde ese lugar se relacionará con los otros personajes en una sucesión de gags un tanto estáticos y hasta a veces previsibles, pero siempre incorrectos, al mejor estilo Two and... Y aunque podía llegar a generar algún tipo de curiosidad saber en qué condiciones se encontraba el protagonista luego de la recaída en su adicción a las drogas, finalmente no fue así: Sheen es tan solvente en su actuación que hasta parece hacerla en piloto automático, como si actuara de sí mismo, sin elegancia, aunque con efectividad.

Pero para sorpresas estuvieron los números, que convirtieron al primer episodio de Anger Management en el debut de una sitcom más visto en la historia de la TV por cable, con casi seis millones de espectadores; esos valores luego bajaron, pero siguieron siendo altos. Lo que se dice un éxito, de esos imposibles de ignorar, y de esos a los que productores, directores y guionistas aspiran. Y los actores también, claro.

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