TELEVISION › MAñANA ARRANCA THE FOLLOWING, POR WARNER CHANNEL
En su primer protagónico televisivo, Kevin Bacon es un ex agente del FBI que va tras un asesino que formó un culto con sus seguidores vía Internet. En vez de rehuirle a la discusión sobre la violencia estetizada en los medios, este thriller parece aprovecharse del contexto.
› Por Federico Lisica
Seguramente habrá quienes no hayan jugado alguna vez al oráculo de Kevin Bacon. Para ellos va la aclaración: se trata de una web que, a partir de las teorías del psicólogo Stanley Millgram, vinculaban a Bacon en menos de seis pasos con cualquier otro actor de cine. Podría pensarse a la serie The Following –que desde mañana Warner Channel emitirá los jueves a las 23– como una versión perversa de aquel juego. No sólo porque este thriller lo protagoniza el mismo Bacon, sino que además su antagonista es un asesino serial que usa la conectividad digital para relacionarse con otros y crear una asociación dedicada a masacrar sujetos.
Bacon interpreta a Ryan Hardy, un ex agente del FBI que vuelve al ruedo para capturar a un carismático, trastornado y distinguido criminal. Joe Carroll (James Purefoy) es el hombre en cuestión, un profesor universitario de literatura obsesionado con terminar su obra y empezar otra, que básicamente consisten en lo mismo: matar. En el comienzo del primer capítulo, no bien suenan los acordes de “Sweet Dreams (Are Made of This)” por Marilyn Manson, el televidente percibe que algo malo está por suceder. Carroll acaba de escapar de la prisión en la que estuvo encerrado casi una década por el asesinato de catorce estudiantes suyos que lo idolatraban por su oratoria y presencia. Ahí entra en escena Hardy, su ex cazador y único investigador capaz de entender las motivaciones del asesino y volver a atraparlo. Esa fue su cara y cruz, casi murió en el intento, enamoró a la esposa del delincuente y en el presente trata de combatir sus recuerdos con grandes dosis de alcohol. Basta un suicidio en público para que Hardy deduzca el plan maestro de Carroll. El villano tiene “seguidores” con los que ha formado un culto. Durante su estancia en prisión, el asesino aprovechó su reputación en la web, el tiempo y sapiencia para generar una red social con aquellos que seguirán sus mandatos. Es entonces cuando realmente comenzará The Following.
Hardy define a este Hannibal Lecter 2.0 como “un romántico”, experto en Faulkner, Melville, Thoreau y, el culpable de su locura sanguinaria, Edgar Allan Poe. El hombre está obsesionado con el autor de Los crímenes de la calle Morgue, al punto de que compara sus matanzas con las obras del autor decimonónico. No por nada los cuerpos de sus víctimas llevan el sello de una lectura literal de Poe, sea con frases escritas en sus anatomías o arrancándole los ojos. “Según Poe, eran la entrada al alma”, dirá un personaje. Pero no hay que ser un especialista en literatura para ver The Following. De hecho, la analogía entre el proyecto de Carroll y la obra del escritor es uno de los pocos trazos gruesos de la ficción. Cada vez que el FBI encuentra un muerto, alguien explica cómo y por qué están vinculados.
En lo narrativo, la historia acontece entre el modus operandi de asesinos y detectives, junto a los flashbacks que develan las dualidades de los personajes. La puesta en escena no es solemne ni grandilocuente y se hace cargo de las múltiples citas a otras producciones: desde Pecados capitales al más reciente El cuervo (film en el que un asesino hacía lo mismo que Carroll, pero contextualizado en el siglo 19) junto a series televisivas contemporáneas (Dexter y Criminal Minds), en una cruenta batería pop que logra su cometido. Las escenas de suspense están muy logradas, las de sangre y tripas son explícitas, e incluyen cierto humor perverso digno de su creador: Kevin Williamson, el productor y guionista de Scream y Sé lo que hicieron el verano pasado. Justamente dos sagas cinematográficas, en especial la primera, reconocidas por reformar el género de terror con sus guiños referenciales.
“La mente de Williamson va a lugares muy interesantes y al extremo –le dijo Bacon al diario británico The Guardian–. Cada vez que me llega el guión, me digo a mí mismo: ‘Oh Dios, eso no lo veía venir’.” No le faltan razones al intérprete de Footloose, Apolo 13 y Río Místico (otra de las caras familiares en pantalla grande que se vuelcan a la televisión). En un momento del capítulo inicial, el homicida le declara al perseguidor-perseguido que su primera obra “fue demasiado experimental”, que ahora lo necesita para su continuación como “el héroe torturado que busca su redención”. El espectador posiblemente ya se había dado cuenta de ello. Lo que no se imaginaba es que su némesis se lo dijera de forma tan inteligente y retorcida.
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