TELEVISION › HOMERO PETTINATO
Pettinato Jr. realiza en TyC Sports otra crónica del Mundial, con músicos, actores o desinformados durante los partidos. “Me dijo mi padre que nadie me iba a tratar como un rey”, explica.
› Por J. G.
Es un joven/viejo a los 17: asadito y vino entre amigos para ver el partido de la Selección, “cero hábitos nocturnos”, autoconciencia de loser, fiel a la doctrina que le fijó su padre. Homero Pettinato es la flamante adquisición de TyC Sports: se lo ve a cargo de las notas mundialistas, desplegando una mirada no tradicional, corrida del centro. Si el noticiero y el periodístico se orientan al torneo y el fixture, Pettinato Jr. sale a ver qué hace la gente que no mira partidos cuando juega Argentina (en el cine o el Malba), requiere la opinión del actorcito de El tiempo no para o del músico al que siempre le cae mejor que otro movilero. “En el mundo de la música ser el hijo del saxofonista de Sumo es ser más que bienvenido”, dice. Así se soltó, especialmente cómodo, en las notas con Kapanga, Animal o el “tío” Ricardo Mollo, en informes que varían el objeto pero mantienen el punto de partida: “Si no los paro yo, no paran. Puede que sea un público que sigue a mi viejo, y cuando escuchan que viene el hijo de Pettinato, se predisponen a favor”.
–Nunca hubiera sugerido hacer una nota en el cine durante el partido de Argentina-Holanda –admite–. Tuve que esperar toda la peli hasta que saliera una señora. Y me fui a ver el partido de parado en la cafetería de al lado, sin audio. Todos mis amigos se juntaban, pero no estaba de mal humor. Si lo hago, lo hago.
El influjo paterno trasciende al contorno de los ojos (igualito al de Roberto) o a la compulsión a homologarse con el objeto del escarnio. Llega más lejos, aun a conciencia de la falta. “El humor de papá es muy bueno –dice–, porque es difícil formar la imagen que él formó. Son bastantes años diciendo todo me chupa un huevo. Si yo digo que Sofovich tiene cada vez menos pelo, me odia. Pero si lo dice mi papá, ¡es Pettinato! Es el que se encarga de rompernos las bolas a todos, el que da esa imagen de músico, de loco, y de que no le hinchen las pelotas. El programa no es de él, pero es él.” ¿Un punto fuerte? “El nivel intelectual que le da sostén a su crítica: leyó y vivió bastante como para poder decir lo que dice.” ¿Y el punto débil? “Que no vende lo que el mercado consume, ni un producto popular. Lo de la radio a la mañana es distinto: hizo algo que no es lo que se hacía; aunque no lo escuché nunca, me lo dijeron.”
–¿Papá dio consejos?
–Que siempre tratara de hacerlo divertido, que no me peleara ni con productores ni con jefes. Que nadie me iba a tratar como un rey. Tenía que arrancar desde abajo y bancarme algunos cachetazos, pero por ahora no tuve ninguno. Es que tengo 17 años, siempre te dicen algo que te hincha las bolas y capaz que te cagás a puteadas. También me dijo que preguntara desde la duda. Si esa duda no me surge, significa que tampoco le surge a la gente. Si no me importa de qué color son las medias de un jugador, mejor no lo pregunto.
Luego de que Roberto “se encontrara con un gerente de TyC y le dijera que tiene un hijo divertido que rompe las pelotas y al que le gusta el deporte”, comenzó la búsqueda del estilo propio. Esto incluye pura improvisación y escepticismo. “Ver a esta Selección debería ser como un sueño, y eso no me pasa. Pero en todos los equipos del mundo pasa lo mismo. Es un mundial mediocre; se revuelve más el mercado de billetes que el jugador de fútbol.”
Como movilero cómico, Pettinato Homero se jacta de no imitar el modelo de las barras de Marcelo Tinelli (al que no sintoniza desde los tiempos del Figuretti Freddy Villarreal) y asume estar un escalón abajo de los enviados de CQC: menor formación, menos edad. Como ellos, busca el factor decontracté con el jugador y el público, desviado de la obsesión por el resultado. “Los de CQC –asume– son fantásticos. Están bien preparados, tienen buen humor, me gusta el pelado porque se mete menos en política y es el que más hace reír. Lo que detesto, en otros casos, es que miren a la gorda comiéndose un sánguche.” Como adolescente funcional (con trabajo, estudios, novia y madurez imposible) reconoce no haber sido nunca “el inadaptado, hijo de Pettinato, apartado, ni nada”. Y se siente a sus anchas bajo la definición de hijo de famoso. De hecho, sobre eso tratará su Autorretrato, ejercicio inaugural, el año próximo, en la Universidad del Cine. “No es muy difícil imaginarlo”, sigue. “Esta es la historia del hijo del famoso. No pudo jugar al fútbol en un club de barrio porque lo veían como el de plata y no tenía onda con los pibes: no le pasaban la pelota. Pero en el camarín o detrás del escenario está como en su mundo.... Algún talento habré heredado de mi padre. Pero después me veo o me escucho y no me gusto.”
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux