Lun 18.08.2014
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TELEVISION › MATíAS MARTIN DEBUTA HOY EN CANAL 7 CON LíNEA DE TIEMPO

“La vida no se juega en un programa de televisión”

El periodista conducirá un ciclo de entrevistas en el que, a través de las anécdotas personales de los invitados, se abordarán acontecimientos de la historia argentina. También habrá un juego de preguntas y respuestas del que participará el público.

› Por Emanuel Respighi

Charlar no es lo mismo que entrevistar. Aunque pueda parecer una sutileza, las diferencias entre una y otra forma de dialogar con otra persona son notables. Cada una tiene sus propias reglas y objetivos. La charla no es otra cosa que el encuentro –casual o no– entre personas a cuestionario abierto, sin otro interés que el que ocasionalmente surja del intercambio de ideas o comentarios. La entrevista, en cambio, presupone una tarea profesional de quien realiza las preguntas, sobre un cuestionario elaborado con un interés periodístico sobre algún tema en particular. Allí prevalece la búsqueda periodística. En el punto intermedio entre una y otra forma de conversar se podría ubicar la manera que Matías Martin suele poner en práctica cada vez que se sienta frente a algún invitado, sea en radio o en televisión. Ese estilo, reconocible, naturalmente artificioso, o artificialmente natural, es el que desde hoy ejercitará como anfitrión de Línea de tiempo, que de lunes a viernes a las 22.30 se emitirá por Canal 7.

El fino equilibro entre la charla íntima y la entrevista periodística que Martin viene cultivando desde hace años en Basta de todo (diariamente a las 14 por radio Metro), en la sección Sin auriculares, encontrará en Línea de tiempo el espacio para poder trasladarlo a la pantalla chica. Producido por Endemol, el ciclo consistirá en una charla-entrevista central por programa a alguna figura pública. A través de las anécdotas personales de los invitados se abordarán acontecimientos destacados de la historia argentina, desde una mirada personal. En el medio, habrá un juego de preguntas y respuestas en el que participará el público, aportándole entretenimiento al formato internacional aggiornado a la cultura argentina.

“Línea de tiempo está basado en un formato internacional, pero con licencias”, le aclara el rubio conductor a Página/12. “Se buscó la idea de hacer un programa de entrevistas para TV y encontraron Timeline y Entrevista a la carta, para agregarle a la charla un juego. El programa es una entrevista y un juego. El eje es recorrer el timeline de cada invitado, la vida de cada uno, desde que nació hasta la actualidad, atravesando hechos históricos contemporáneos que tal vez lo marcaron como persona y quizá no. Esos hechos históricos y los acontecimientos personales importantes cruzan la entrevista y el juego. Voy a entrevistar a alguien, que es algo que me gusta, con un plus, para no estar librado a simplemente sentarnos y suponer que la entrevista será genial. Hay entrevistas mejores, otras peores, pero nada ni nadie te garantizan que todas sostengan la atracción durante una hora. Por eso la vuelta de tuerca”, agrega.

–Pero si el entrevistado le dispara una pregunta que no necesariamente tiene que ver con el formato, ¿el programa le da la posibilidad de salirse de cierta rutina?

–La entrevista no tiene límite ni corsé. Podrá ser que determinada charla se desarrolle cronológicamente dentro de la línea de tiempo, y otras donde casi no la tocaremos. Eso se va a ir definiendo en cada envío. Si es cómodo y enriquece, la línea de tiempo estará permanentemente. Si es un distractivo y me saca del clima, no valdrá la pena forzarla. Espero tener la muñeca, la tranquilidad y la calma para ver en cada momento qué pide esa nota. Las entrevistas hay que sentirlas. Uno no se puede atar a ningún manual.

–Desde hace años ha creado los espacios en la TV y en la radio para entrevistar con cierta tranquilidad a distintos personalidades, de diferentes ámbitos. ¿Qué lo seduce del género?

–La entrevista es un género que me gusta mucho. Cuando me siento frente a un invitado me propongo el desafío de lograr que diga algo distinto a lo que todos sabemos y conocemos. El fútbol, por ejemplo, es un ámbito que está lleno de respuestas caseteras. Igual, me pasa algo con eso: todos cuestionan las respuestas de futbolistas y técnicos, pero nadie las preguntas. Si uno quiere que un futbolista diga algo distinto, hay que preguntarle algo diferente. ¿Por qué se cree que preguntando si está contento el tipo va a decir algo distinto? En mi caso, busco partir de la buena leche, de la buena onda, de crear un clima de confianza y diálogo franco, que cree las condiciones para que la persona se sienta cómoda como para que me cuente algo que no haya contado, o que confiese algo que le pase muy profundamente. Cuando alguna de esas dos cosas pasan, siento que triunfé.

–¿Le ha pasado, últimamemnte?

–El otro día vino Claudio Bor-ghi al programa de DirecTV que hacemos con Juan Pablo (Varsky), Más que fútbol, y se sintió tan cómodo que tres veces dijo que estaba contando algo que no debería. Eran detalles sobre, por ejemplo, cómo fue la llegada de Riquelme a Argentinos. Contó que Riquelme y el Lobo Ledesma, que habían hecho juntos las inferiores del club, no se hablaban y que estaban medio peleados. Probablemente, si eso se lo decía a un periodista de otro medio, se hubiera convertido en tapa y escándalo. Con nosotros se animó a confesar que Ledesma le mandó un mensaje a Riquelme diciéndole algo así como que “empezamos juntos en ésta, terminémosla juntos” y volvieron a encontrarse. Una linda historia. Lo que quiero decir es que Borghi sintió que no estaba en un lugar en que iban a armar un circo de esa intimidad.

–¿Siente que desde hace un tiempo las entrevistas buscan casi exclusivamente un título, más que de desarrollar ideas?

–Creo que eso siempre pasó, que la búsqueda del impacto es inherente a la entrevista. Yo tampoco escapo a eso. Cuando hago una nota quiero que el entrevistado me diga algo. No hago notas agarrando un violín para decirnos todo lo lindo que somos. Eso es un embole. Pero no busco meter a nadie en un quilombo.

–El hecho de que las entrevistas del programa tengan como germen la línea de tiempo, en la que se repasa sus vidas para disparar acontecimientos históricos, y que no busquen ningún afán promocional, ¿ayuda a la generación del clima que usted que pretende?

–Vamos a ver. Espero que sí. El programa no se propone hacerle un homenaje al entrevistado, ni va a parecer en cámara el familiar que no ve hace 30 años. Nada de eso. Es una charla sobre cosas que le pasaron en su vida, la relacionamos con hechos históricos y después ese intercambio dispara para cualquier lado. Una entrevista es siempre un terreno libre a descubrir, donde cualquier cosa puede pasar. No es lo mismo entrevistar a Zaffaroni que a Messi, o a Tití Fernández. Lo ideal sería que cada personalidad tenga pensado un programa para sacarle lo mejor. Es un lindo desafío. Tenía ganas de meterme en este quilombo.

–¿Por qué dice que se metió en un quilombo?

–Porque estaba muy tranquilo y feliz con la radio. Basta de todo es un programa que es una nave, que me hace bien y disfruto mucho. Evidentemente, soy de los que cuando están tranquilos y pasándola bien, se meten en quilombos. Así es la vida. Necesito buscarme problemas para ver si los puedo resolver. Estar en la TV Pública, en el último semestre del año, es un buen lugar para sacarme las ganas y probar. La TV Pública era el único canal de aire en el que no había trabajado. Siempre había estado cerca de trabajar y nunca se había dado. Desde la llegada de Martín Bonavetti al canal se multiplicaron las posibilidades, y las negativas. Y ahora se dio. Espero probar que en la TV Pública se pueden hacer cosas de calidad, con un programa entretenido, que no esté histérico en la búsqueda del impacto. Si se da todo eso, nos quedaremos a vivir. Si no, habrá sido un intento.

–Lo dice con la tranquilidad de saber que tanto le puede ir bien como mal, y que no se volverá loco en ninguno de los dos casos.

–No hay que darle a la televisión más importancia que la que tiene. Me ha hecho muy bien entender que la vida no se juega en un programa de TV. Los programas de TV no son más que programas de TV. Canal 7 es una pantalla que permite darle tiempo a las cosas. Al menos antes de empezar, siento que no hay ningún tipo de presiones respecto del rating. Lo importante es que el programa esté bien, que nos guste hacerlo.

–Haber encontrado en la radio un espacio que sigue vigente en el tiempo, con 13 temporadas de Basta de todo, habrá ayudado a sostener esa filosofía televisiva, que no abunda en el medio.

–Sí, claro. La radio es mi casa, la tele es mi trabajo. Cuando voy a la radio siento que estoy en mi cuarto, en un cuarto de adolescente con mis posters, mis amigos, mi música y mis chistes. En cambio, a la tele voy a laburar. Y en un laburo no siempre se la pasa igual.

–Que la TV sea un trabajo y no su casa, ¿tiene que ver con que nunca pudo sostener un programa televisivo en el tiempo o por la propia lógica del medio, muy diferente a la radiofónica?

–Me parece que tiene que ver con cómo es la tele. Si la tele es tu casa, estás casado con la vedette del escándalo del momento. Tenés garantizado pasarla mal, me parece. He hecho programas que me gustaron mucho, he encontrado cosas que se sostuvieron, he sido parte de super éxitos y también de ciclos de los que se esperaba más. Lo único que me debía en la tele era probar la TV Pública, que era lo que me faltaba. Siempre traté de hacer cosas distintas: hice programas periodísticos, hice entretenimientos, deportivos, más vinculados a la noticia... Tal vez abrí demasiadas puertas y no siempre una, que pareciera ser la fórmula. Y en esa diversidad me faltaba la TV Pública, con un formato que yo conozco como la entrevista.

–Las negativas anteriores a trabajar en la TV Pública, ¿tuvieron que ver con que no había encontrado el formato a su medida, o con todo el peso político que siempre rodea al canal estatal?

–Estar en la TV Pública ya significa algo. Desde que salió la primera promoción del ciclo me doy cuenta que ser parte de la TV Pública significa algo en la gente. Yo vengo a hacer un programa de entrevistas que podría salir en cualquier canal. Esto es lo que quiero demostrar: que el programa podría estar en Telefe, El Trece, el 9 o América. Pero bueno, está el que cree que ésta es la demostración de que sos el chorro número uno del planeta y que estás asociado a los funcionarios “más corruptos del universo”, y está quien te da la bienvenida a este proyecto político.

–¿Y usted qué siente cuando le pasa eso?

–Que ninguno de los dos está diciendo lo correcto. Trato de pasar de largo esas interpretaciones, algunas honestas, otras interesadas. Vamos a hacer una entrevista y un juego. No hay más que eso. La carga se la ponen los demás y el prejuicio es de quien lo tiene. Vamos a tratar de correr el prejuicio que hay sobre la TV Pública. Y de lo público, porque como ciudadano me gusta mucho lo público. Tratar de hacer algo bueno en ese espacio es genial, es sentir que estás devolviendo algo. Hay otros que lo verán al revés, como que les estás quitando...

–Recién decía que, desde lo conceptual, Línea de tiempo podría estar en la grilla de cualquiera emisora privada. Sin embargo, ¿cree que hay espacio en los canales comerciales para una hora de entrevista a un personaje que tal vez no está en la agenda del día?

–No es una entrevista de una hora. No es Canal Encuentro. Es TV abierta. Vamos a hacer una propuesta competitiva. No es El perro verde, donde yo estoy lleno de silencios... El juego marca el espíritu lúdico del programa y de entretener. No quiero que sea una charla aburrida. No le tengo miedo a nada ni a nadie. Si me traen al personaje del momento, con mucho gusto lo entrevisto. Quiero que vengan todos. Después, entre lo ideal y lo posible, entre “bancame con este y yo te remo a aquél otro”, se va armando una lista interesante. Uno no puede entrevistar a Diego (Maradona) todos los días.

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