TELEVISION › GUSTAVO SYLVESTRE CONDUCE MINUTO UNO POR C5N
Después de ser despedido de América por “exceso de pluralismo”, el periodista se entusiasmó con la oferta de conducir un ciclo televisivo donde puedan escucharse todas las voces. “Los políticos se dieron cuenta de que el monólogo ya no les sirve”, afirma.
› Por Emanuel Respighi
En tiempos marcados por los monólogos, los espacios de diálogo apenas se cuentan con los dedos de la mano en la televisión. La posibilidad de abrir instancias televisivas en las que dirigentes políticos y sociales puedan expresar su pensamiento sobre distintos temas, incluso intercambiando y contrastando sus opiniones con las de otros, parece estar en peligro de extinción en la pantalla chica, más proclive al griterío sin sentido de la búsqueda de impacto que al debate político. Sin embargo, entre tanto bullicio ensordecedor o polarización editorial televisiva, apareció hace unas semanas Minuto uno, el programa que en C5N, de lunes a jueves a las 22, conduce Gustavo Sylvestre. Histórico promotor del debate, el periodista aterrizó en la señal de noticias con la convicción de generar un espacio proclive a la confrontación. “Queremos reinstalar el debate político en la televisión”, repite una y otra vez Sylvestre, en la entrevista con Página/12.
A lo largo de sus treinta años de trayectoria, el periodista recorrió el camino aconsejado para no dar pasos en falso: primero fue cronista, luego columnista, para finalmente llegar a la conducción. Buena parte de su carrera la hizo en TN y El Trece, donde estuvo hasta que notó que “las posibilidades de escuchar a todas las voces empezaron a menguar”. Luego pasó por América, donde “el exceso de pluralismo” –según sus propias palabras– hizo que primero le pasaran su ciclo diario Con voz propia a formato semanal, para más tarde terminar echándolo del multimedios. “No me quiero resignar a pensar que se puede tomar posiciones políticas sin que por ello no pueda escuchar posiciones diferentes a la mía. Soy un convencido de que en el intercambio de opiniones es desde donde podemos pensar en construir una sociedad mejor, una sociedad más tolerante”, subraya el conductor de Mañana Sylvestre en Radio del Plata, de lunes a viernes, de 6 a 9.30. Hace pocos días, el periodista sufrió un extraño ataque a su camioneta, en donde todo parece indicar que fue incendiada intencionalmente (ver aparte).
–¿Es un año agridulce para usted?
–En mi vida personal, creo mucho en el destino. Fue un año que pintaba como uno más, pero el despido de América me cambió los planes. Me sorprendió porque no me lo esperaba y nada hacía suponer que tomaran esa decisión de un día para el otro. Me refugié en mi otra pasión, que es la radio, en Del Plata. Y si bien al principio este año no pensaba en volver a la TV, surgió la propuesta de C5N y me entusiasmó la posibilidad de hacer algo en lo que yo venía batallando hace tiempo, que es programas de debate plurales donde todas las voces se escuchen. Teniendo en cuenta la proximidad de 2015, es necesario que se abra un proceso natural de debate.
–¿Cree que están dadas las condiciones políticas y mediáticas para que se inaugure ese espacio?
–En estas primeras semanas al aire, esa idea inicial de darle la oportunidad al debate se está logrando. Hemos vuelto a poner el debate político en la TV. Creo que rompimos con la tendencia de que según a qué partido pertenecen los dirigentes van de un lado o del otro. A la política le sirve que haya puntos de encuentro para intercambiar ideas. Minuto uno es un punto de encuentro, debate y reflexión. Los políticos se dieron cuenta de que el monólogo ya no les sirve.
Un candidato presidencial tiene que presentar sus ideas y alternativas.
–Para que eso suceda tiene que existir, previamente, la intención de los medios de otorgar ese espacio.
–Lo que pasa en algunos medios es increíble. Estuve sacando cuentas y hay programas de TV y de radio que tienen por mes no más de diez invitados y los van rotando. ¡Son siempre los mismos! Además de hacer un periodismo tendencioso, es muy aburrido para uno tener siempre los mismos entrevistados. Lo que es peor es que haya un canal que pasea a esos diez entrevistados de un programa a otro. Hay bastante intolerancia a escuchar todas las voces, al pluralismo. Esto es grave, sobre todo cuando se instala en ciertos estamentos de la sociedad.
–Esa intolerancia que reconoce, ¿es de los oyentes y televidentes o también de los mismos dirigentes?
–De las dos partes. Se ha perdido la posibilidad de discutir ideas. En el programa, por suerte, tuvimos la posibilidad de tener a algunos funcionarios debatiendo con dirigentes de la oposición. ¿Por qué van a negarse? El otro día tuvimos hablando a la ministra de Seguridad de la Nación y al jefe de Gobierno porteño. ¡Era la primera vez que hablaban y fue en el marco de un programa de TV! Los puntos de encuentro para el debate, que muchas veces por determinadas actitudes ni siquiera se dan en el Congreso, sirven para poder romper ciertos prejuicios y tensiones.
–¿Cree que se pueden sumar más programas que incentiven el debate?
–Es difícil. No todos están dispuestos a que se debata. Hay cierto sector del periodismo televisivo que ha tomado como norma la exposición de monólogos: no les quiere dar lugar a sectores del oficialismo o cercanos a él porque creen ciegamente que todo lo que digan está mal, y sólo le dan espacio a la oposición, porque hay que destruir todo lo hecho. Bienvenidos sean los espacios plurales para la democracia.
–Algo que se percibe en su programa, a partir de la posibilidad que da al debate, es que aun cuando se prestan al intercambio, predomina la chicana por sobre las ideas... ¿Falta de ejercicio, tal vez?
–No está mal la chicana. Tiene que formar parte del debate. Lo que no se puede es que el debate se desmadre. Para ordenar y evitar el casete de los políticos, es que le damos a cada invitado un minuto para hablar. Ese mecanismo hace que quien tenga la palabra aproveche el tiempo para exponer sus ideas. La chicana forma parte de la discusión. ¿Por qué no hay debate? ¿A qué le tienen miedo? ¡Si después en el Congreso se dicen las peores barbaridades! Los que buscan llegar al poder deben debatir todas las propuestas y alternativas que tienen.
–¿Cree que, más allá de las cuestiones ideológicas, el auge de las redes sociales en los últimos años influyó para frivolizar el debate político?
–Lamentablemente, las redes sociales, en algún aspecto, enturbian el debate. Hay mucho enmascarado y gente anónima que verduguea desde el anonimato y busca ensuciar discusiones más que expresar sus posiciones. Eso no ayuda. No hay que engancharse con los debates burdos, chicaneros y que sólo tienen como fin provocar a otros. Por otra parte, a veces hay buenos diálogos a través de las redes. De cualquier manera, el político y dirigente argentino no interactúan mucho a través de las redes sociales: envía su mensaje pero casi no dialoga con los ciudadanos ni con otros dirigentes.
–¿Cómo evalúa la calidad del periodismo argentino en la actualidad?
–En términos de calidad, es el peor momento del periodismo en la Argentina. El propio periodismo se denigró, porque hay un sector del periodismo que en los últimos años trató de establecer un pensamiento único. Si no pensabas como ellos, eras oficialista K o estabas comprado. Por suerte, hay un grupo de periodistas que nos hemos apartado de esa lógica amigo-enemigo que han planteado, y que hoy estamos en distintos medios expresando la posibilidad de escuchar a todas las voces, ser lo más objetivo posible y devolver a la profesión un nexo con la gente para que todos conozcan el pensamiento de los demás.
–Aun cuando eso no significa resignar la toma de postura en determinados temas. ...
–Hay que tomar postura pero dando posibilidad de escuchar las distintas opiniones. Eso es lo peor. Cuando yo me fui de El Trece era porque justamente había notado que había cambiado la lógica con la que habíamos comenzado A dos voces, que era justamente promover el debate. Después de la crisis del campo, cerraron la posibilidad a que fueran las voces del oficialismo. Cuando no pude escuchar a todas las voces, ya no tuve nada que hacer. En esto no cedo. En América, se dio al revés, mi exceso de pluralismo les molestó en algún momento. Yo no voy a cesar en esto.
–Pero en esas dos experiencias que tuvo, en El Trece y en América, se pone en evidencia que cada vez hay menos espacios para ejercer el periodismo.
–Lamentablemente, sí. Por eso digo que en estos dos meses, entre el interregno de la salida de América y la llegada a C5N, el refugio fue Radio del Plata, donde encontré un ámbito de mucho pluralismo y de poder expresar las ideas y escuchar a todos. En C5N hasta ahora tuve la libertad, con mi equipo de producción, de diseñar los programas. Son bienvenidos estos espacios. La gente debe acostumbrarse a escuchar otras opiniones.
–Trabaja en C5N y Radio del Plata. No está exento de que desde algún sector lo etiqueten de oficialista.
–Me critican de un lado porque lo llevo a Macri y del otro porque saco al aire a Axel Kiciloff. Debo estar haciendo las cosas bien para que me critiquen de los dos lados. En treinta años de profesión, siempre trabajé en empresas privadas, he tenido diálogo con todos... Alguien alguna vez me ha definido como un periodista “institucionalista”. Tengo mucho respeto por las instituciones, mucho respeto por la institucionalidad, y creo que en este momento en la Argentina, y de cara a 2015, cada vez hay que respetar más la institucionalidad. El periodismo no puede estar degradando las instituciones como hacen algunos. No se puede llamar a escrachar a jueces o familiares porque no llevan a adelante una sentencia como la que vos querés o por deseo propio de la empresa en la que trabajás. Eso es inadmisible para cualquier lógica periodística. Muchos están embanderados en una lucha opositora al Gobierno. Y eso no es periodismo. Yo no me caracterizo por ser opinólogo o bajar línea, por les doy espacio a todos.
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