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Lunes, 20 de octubre de 2014

TELEVISION › DIEGO PERETTI COMIENZA HOY LA TERCERA TEMPORADA DE EN TERAPIA

“Para los actores es un desafío trabajar en un programa así”

El actor que interpreta al terapeuta Guillermo Montes señala que el ciclo de la TV Pública “requiere de mucha complejidad para que en pantalla se perciba simple”. En esta temporada lo acompañarán Cecilia Roth, Darío Grandinetti y Julieta Díaz, entre otros.

 Por Emanuel Respighi

“Nunca me imaginé que íbamos a llegar a hacer una tercera temporada.” La frase, la primera que pronuncia en una extensa entrevista con Página/12, le pertenece a Diego Peretti. El programa al que alude no es otro que En terapia, la exquisita ficción con la que la TV pública demostró estar artísticamente a la altura de las grandes cadenas. La afirmación del actor que interpreta al terapeuta Guillermo Montes no sólo tiene que ver con las expectativas previas que Peretti tenía al aceptar el papel sino con que la versión original de Be Tipul (tal el nombre de la ficción israelí) sólo duró dos temporadas. ¿Cómo resulta, entonces, que esta noche a las 23.15 comience en Canal 7 un tercer año? La respuesta es que la versión estadounidense de Be Tipul, In Treatment, con Gabriel Byrne, sí realizó una tercera temporada, sumando un ciclo más a la original creación del israelí Hagai Levi. El año agregado en la versión de HBO será el basamento de la nueva temporada de En terapia, que mantendrá el formato de lunes a jueves y la repetición de todos los episodios en continuado los sábados a las 23.

La poca fe de Peretti en la posibilidad de hacer un tercer año de la serie que encontró en un buen guión, sólidas interpretaciones y una puesta en escena sencilla la fórmula del éxito, tiene además el peso de su propio historial. Al fin y al cabo, Peretti nunca antes había hecho tres años consecutivos de una ficción. Y no porque no haya estado en grandes éxitos de la TV local: Los simuladores (dos temporadas), Poliladron (otras dos) y Campeones (dos, aunque él sólo participó de la primera). “No es lo usual en la TV abierta argentina que una ficción tenga una duración al aire de más de una temporada, ni hablar de tres años. Pero esta serie lo merece, porque está muy bien escrita. Esta temporada mantiene la tensión en las sesiones. Los pacientes nuevos tienen tras de sí historias muy interesantes y el núcleo conflictivo del terapeuta se desarrolla aún más”, agrega el actor.

Coproducción entre la TV Pública y Dori Media, la temporada en cuestión cuenta con un renovado elenco: a Peretti lo acompañan Cecilia Roth, Darío Grandinetti, Julieta Díaz, Santiago Magariños, Julieta Zylberberg y Martín Slipak, quienes le darán vida a la trama de la serie centrada en sesiones de psicoanálisis (ver aparte). Además, los 28 capítulos de este año fueron dirigidos en partes iguales por Alberto Lecchi y Alejandro Maci, que a la vez adaptó los guiones junto a Esther Feldman. “¡Ah!”, interrumpe el actor, como si se le hubiera cruzado una revelación impostergable. “Dejame agradecerle a Maci todo el trabajo que hizo, que en los Martín Fierro no le dediqué ni media palabra. Lo veía ahí abajo sentado, y nada. Y en este programa es el corazón del ciclo porque tiene mucha sensibilidad en la dirección de actores”, le reconoce.

–¿Es de dejarse dirigir, de entregarse totalmente a lo que pide el director, o más bien es de los actores que llegan al set con una idea y mantienen su postura?

–Siempre y cuando sienta que haya sensibilidad y criterio narrativo en el otro. En realidad, los actores y los directores nos tenemos que ganar la confianza mutuamente. Si una de las dos partes no confía en el otro, el riesgo es muy grande. En terapia es un programa muy complejo de expresar e interpretar. Técnicamente es muy difícil, también, porque son dos personas sentadas y dialogando durante 22 minutos. Hubo que encontrar la mecánica para filmarlo. Pareciera que se trata de una ficción en la que sólo hay que poner la cámara y listo, pero requiere de mucha complejidad en la puesta en escena y una edición que es diferente en cada uno de los pacientes.

–En terapia logró plasmar, en una era en la que prima la lógica del videoclip y el griterío, un ritmo narrativo mucho más cadencioso.

–La puesta en escena necesita de mucha sutileza, tiene que ser muy fina. ¿Sabés en dónde te das cuenta de la complejidad de un programa así? En cómo deben adaptarse las actrices y los actores que se suman en cada temporada. Yo ahora estoy más familiarizado, pero al principio sufrí mucho para comprender la composición. Para los actores es un desafío, es un shock llegar a trabajar en un programa así. Son tiradas de escena de un campo y después desde el otro campo de 22 minutos de corrido. Por ejemplo, en los libros uno notaba que los puntos y comas, los puntos aparte, los dos puntos y los puntos suspensivos no eran azarosos: estaban indicándonos algo a los actores.

–En un diálogo, el cómo es tan importante como lo que se dice.

–Como la vedette de En terapia es el diálogo, porque allí está el suspenso, cada una de las frases debe estar bien dicha. Expresar esos tonos de voz, esos silencios, es fundamental para atrapar al público. Es como la tarea de un docente. No sólo hay que informar y decir correctamente sino que hay que utilizar cierta magia –técnicamente– para que el mensaje llegue. En el caso de los actores, el decir el texto bien es primordial, pero no lo tenemos tan entrenado en televisión. Lo mismo para los técnicos: los camarógrafos haciendo primeros planos y ampliando durante tanto tiempo... Es un programa que requiere de mucha complejidad para que en pantalla se perciba simple. La concentración de todos es fundamental.

–Se trata de un ciclo en el que el guión es fundamental para no hacer caer la tensión de cada conversación. No hay lugar para el morcilleo.

–Es una serie con reglas muy definidas, más parecidas a las del teatro que a las de la TV, si querés. Al empezar a grabar se comenzaba con los miedos que ocurren en cualquier ficción televisiva, pero a los cinco o siete minutos uno notaba que esa conversación se iba aflojando y empezaban a aflorar las mutuas emociones genuinas entre quienes interpretamos. Esas emociones sólo se producen cuando uno juega a actuar con un buen texto. La trama hizo que los actores nos deslizáramos en el mundo que correspondía naturalmente. Fue un programa muy disfrutable en términos artísticos. Ojalá los guionistas argentinos tuvieran el tiempo necesario para trabajar los guiones, así las buenas escenas no serían esporádicas en la TV argentina. Las hay, porque hay grandes actores, directores, escenas bien escritas, pero pocas veces uno exclama “guuuauu, eso”. Los simuladores lo tuvo y funcionó terriblemente bien. Pero no cambió la industria. Fue una excepción. El objetivo de En terapia tampoco fue transformar a la industria.

–La Argentina es uno de los países con mayor cantidad de psicólogos. ¿Ese factor puede haber influido en la aceptación del público?

–Puede ser. De cualquier manera, se emitió en España y también anduvo muy bien. Pero seguramente, en lugares como la Ciudad de Buenos Aires, la terapia alcanza mucha afinidad en sus habitantes. Uno de los motivos por los que se adaptó En terapia en la Argentina fue porque se sabía justamente el alto porcentaje de psicoanalizados que hay en los grandes centros urbanos argentinos. En la zona de Colegiales y Palermo, En terapia pareciera que hiciese 22 puntos diarios. Entre los que ven los capítulos todos los días, los que lo hacen los sábados y los que lo hacen por YouTube, por esta zona el programa es muy visto. Supongo que algo tiene que ver el programa con esa afinidad que tenemos de hacer terapia o de haberlo hecho en algún momento.

–¿Usted hace terapia?

–No, ahora no. Hice durante 14 años y dejé por las mías. Tendría que empezar de nuevo. Le estoy dando vueltas a eso. Estoy en un momento de cambios, de inflexión, y quiero ver qué me pasa.

–Usted es psiquiatra, se analizó durante mucho tiempo y ahora interpreta a un terapeuta por TV. ¿Cree que un mundo tan analizado es alentador para la condición humana, o se trata más bien de un síntoma peligroso acerca de la vida urbana moderna?

–Individualmente creo que la terapia hace bien. Lo que pasa es que la terapia psicoanalítica bucea sobre el deseo y el inconsciente, no sobre el ser social, aunque obviamente está ligado. Teóricamente, con simpleza de pensamiento, podría decir que una persona que puede conocer su inconsciente y sus deseos, y que puede empezar a pensar en desarrollarlos, es un ser más pacífico, menos violento, más reflexivo. Pero el resultado de esta terapia individual, masivamente, sé cuál es. Por ahí esa masificación da como resultado una sociedad muy individualista, muy egoísta, que pone su deseo en primera instancia y el deseo de los demás no lo tiene en cuenta. En terapia, el terapeuta enseguida cierra en cuál es tu deseo. Si te empezás a preocupar por el otro, te cierra la puerta. Yo no sé si eso no genera una gran creatividad individual, pero a la vez una negación o desinterés por saber qué les pasa a los demás. Fantaseando, creo que la terapia masiva puede provocar ese beneficio y ese defecto.

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“Es una serie con reglas muy definidas, más parecidas a las del teatro que a las de la TV.”
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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