Sáb 20.06.2015
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TELEVISION › TELEFE ACORTA ENTRE CANIBALES A LA MITAD DE EPISODIOS

Canibalizados por el rating

La baja respuesta de audiencia obtenida por el ciclo de ficción, que era la gran apuesta del canal, llevó a una suerte de “levantamiento programado”. Además de reducir la serie a 60 episodios, el horario de emisión se llevó a las 23.45, muy lejos del prime time.

› Por Emanuel Respighi

Nadie tiene la vaca atada. En ningún ámbito. Mucho menos en la televisión actual, donde no bastan las fórmulas probadas o los nombres consagrados como garantía de éxito, en la connotación de apoyo masivo que encierra el término. El caso más evidente al respecto es el de Entre caníbales, la ficción que era la principal apuesta del año de Telefe y que, por los nombres que la conformaban y el presupuesto destinado, probablemente también lo era de la TV argentina. El verbo en pasado no es casualidad: a un mes de haberse estrenado, la ficción creada por Juan José Campanella y protagonizada por Natalia Oreiro, Joaquín Furriel y Benjamín Vicuña verá reducida su duración original y sufrirá cambios de horario que la alejen del prime time de la pantalla chica. La baja audiencia –cada envío promedia por debajo de la media diaria de Telefe– llevó a que la que era una apuesta de calidad sufriera las consecuencias que en la TV local acarrea cualquier programa al que el público le da la espalda.

Aunque el director artístico de Telefe, Tomás Yankelevich, haya salido hace unas semanas a “bancar” públicamente a la ficción, lo cierto es que lo que ocurrirá con Entre caníbales no es otra cosa que un “levantamiento de hecho”. La decisión de las autoridades del canal de reducir la duración de la ficción de los 120 capítulos planificados originalmente a la mitad, limitando a 60 la cantidad de episodios, es un signo innegable de que el ciclo no funcionó. De hecho, a los actores ya se les comunicó que las grabaciones del programa finalizarán el 31 de agosto. Si a este acortamiento en su extensión se le suma el hecho de modificar el horario en el que se programa, que pasó de las 23 de lunes a jueves a las 23.45, no es descabellado concluir que se trata de un “levantamiento cuidado”. En efecto, el martes último sucedió un hecho que vuelve evidente la decisión: ese día el canal no emitió el capítulo de Entre caníbales para “no competir con el partido entre Argentina y Uruguay por la Copa América”. Algo a priori lógico. Lo raro fue que la transmisión del partido de fútbol terminó a las 22.30, por lo menos media hora antes del comienzo previsto de la ficción. Esa fue la primera alarma de que algo iba a pasar.

El maquillado levantamiento de la ficción obedece a varias razones. La primera es la estrategia de no dejar en evidencia que la historia de Entre caníbales no prendió masivamente en el público argentino. Simplemente no gustó. Un levantamiento abrupto, sin imprimirle un “cierre” a la historia, le iba a colgar a la ficción el cartel de “fracaso”. El otro motivo que explica la necesidad de seguir contando la historia tiene que ver con los acuerdos internacionales que la ficción producida por Telefe y 100 Bares tiene firmados, como el que lo une a Fox, mediante el cual el canal de cable FoxLife la emite todas las medianoches para la región latinoamericana. Esas dos cuestiones, más la intención de intentar venderla en el mercado internacional, llevaron a que se le busque un final coherente a la historia de la ficción filmada íntegramente en 4K (Ultra HD).

La decisión de Telefe no parece tratarse de una buena noticia para la TV argentina. En un contexto en el que la ficción local pierde espacios ante el avance de las latas extranjeras, con Las mil y una noches como principal abanderada de ese fenómeno, el traspié de Entre caníbales puede ser algo más que un problema para Telefe. En realidad, el levantamiento planificado de una ficción que cuenta con un presupuesto superlativo para la media de la producción local puede profundizar aún más la programación de productos extranjeros en la pantalla chica local. O, en todo caso, hacer que la TV argentina se vuelque a formatos o ficciones más sencillas, con menos riesgo creativo y/o económico. El recorte de Entre caníbales de parte de Telefe no habría caído nada bien en alguna de sus figuras. Sin ir más lejos, algunos de los protagonistas de la ficción hizo público su descontento. El mismísimo Campanella, creador, productor y director de los primeros capítulos, escribió a través de su cuenta de Twitter, ante los reclamos de sus seguidores para que haga algo ante el planificado final de su criatura. “Prefiero concentrarme en la realización de #EntreCanibales que protestar por los avatares de la televisión. Fiel a los que nos siguen”, escribió el director ganador de un Oscar.

Más allá de la tiranía del rating como parámetro exclusivo para decidir la continuidad o no de un programa, lo cierto es que Entre caníbales no cumplió con las expectativas. La idea de abordar los entretelones de la política, con una trama que le suma una violación de “los hijos del poder” (femicidio incluido) y la puesta en marcha de una venganza de quien había sido una de las víctimas, nunca encontró eco en los espectadores. La densidad de esa trama, sobrecargada de situaciones complejas, no se conjugó evidentemente con las preferencias del público. La impecable puesta en escena y los innegables recursos técnicos, más algunos filosos diálogos, no alcanzaron para componer una trama que –pese a todos los justificativos que puso en pantalla– se desarrolla con escasa tensión y con un ritmo demasiado cadencioso para el consumo de la TV abierta actual. Si, como se suele decir, una obra siempre es completada con el entorno en el que se presenta, Entre caníbales pareció no haber sabido leer el contexto socio-histórico en el que se estrenó. Una historia centrada en la venganza asesina que asume una víctima de violación cuando era adolescente, en medio de la multitudinaria manifestación social de #NiUnaMenos, no parece representar el sentimiento de época presente en la sociedad argentina actual. La exigencia masiva de canales institucionales estatales para canalizar las denuncias de mujeres que sufren la violencia de género, así como la toma de conciencia general sobre el tema, está muy alejada de esa idea de venganza por mano propia. De igual manera, cierto espíritu “antipolítica” que cruza la trama –evidenciado en representaciones demonizadas de los dirigentes políticos, con excepción de “el pibe” Larralde, que se asume todo el tiempo como “un boludo”– también pudo haber sido un factor que alejó a ciertos televidentes. La programación pasadas –cada vez más largamente– las 23, tampoco ayudó al seguimiento diario de un público masivo, en el marco de una pantalla de claro corte familiar y con tendencia hacia el entretenimiento más ligero. Todos aspectos que ponen de manifiesto el desfasaje temporal de Entre caníbales, que –paradójicamente– terminó siendo “canibalizada” por un medio que simplemente se mide.

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