Mar 05.01.2016
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TELEVISION › LAS CIFRAS DE RATING DE 2015 DISPARARON UNA COMEDIA DE ENREDOS ENTRE CANALES

Todos pelean, la pantalla pierde puntos

Telefe y Canal 13 cerraron el año discutiendo por décimas quién ganó la temporada. La necesidad de proclamarse “ganador” es comprensible, pero lo que debería preocupar es que continúa el éxodo: en la última década, la TV abierta perdió un 30 por ciento de televidentes.

› Por Emanuel Respighi

La batalla por el rating de la TV abierta que diariamente dirimen Telefe y El Trece alcanzó en la última semana ribetes desopilantes. La obsesión por colgarse el título de “ganador del año” en términos de audiencia llevó a que los canales líderes iniciaran una disputa dialéctica absurda, que no parece corresponderse con la estampida de televidentes que la pantalla chica local está atravesando, sin indicios de poder frenarse. “Telefe ganó el 2015 por cuarto año consecutivo”, se apresuraron a titular el mail desde el canal que maneja artísticamente Tomás Yankelevich, dos días antes de que terminase el año. “Promedio de rating del 2015: El Trece 8,4 puntos / Telefe 8,4 puntos”, respondió en el asunto del mensaje el canal a cargo de Adrián Suar. Centésimas más, centésimas menos, lo cierto es que la disputa por el “relato” sobre cuál fue la pantalla más vista del año que se fue desnuda cierta miopía de la industria sobre dónde debe canalizar sus mayores esfuerzos para no morir en absurdos entredichos, más cercanos a los egos que a lo verdaderamente importante.

Dime por qué oficina de prensa te informas y te diré quién ganó el año en la TV abierta. Esta podría ser la máxima que se podría utilizar por estos días en el mundo televisivo. Es que el peleado año en materia de audiencia entre Telefe y El Trece puso al descubierto una batalla discursiva que, incluso, involucró a los directores artísticos de ambas pantallas. “Telefe 8,44 a 8,38 de El Trece, son 0,06 de diferencia en el año, o 0,73 de un mes o 21,9 de un día. Todos saben quién ganó, que digan lo que quieran”, tuiteó Tomás Yankelevich el fin de semana. “Empatamos el año”, le salió al cruce, ayer, Suar, en declaraciones que hizo al sitio television.com.ar. Uno y otro alimentaron una polémica que debería ocupar un espacio menor, ni siquiera secundario. ¿O, acaso, realmente creen que desagregar el número hasta su parte centésima dará la posibilidad de elevar la calidad artística, incrementar la torta publicitaria y sumar nuevos televidentes?

Más allá de la discusión que las emisoras y sus caras visibles se encargaron de alimentar, lo cierto es que según Kantar/Ibope Media Telefe y El Trece empataron en 8,4 puntos de rating a lo largo de 2015. Una situación inédita para la TV argentina. Obviamente, que si uno sigue desagregando en centésimas y milésimas, el número final dará alguna diferencia a favor de uno u otro canal. La pregunta, en todo caso, es hasta qué punto tiene sentido realizar semejante cálculo matemático. Esta suerte de disputa discursiva y absurda, por diferentes vías y a lo largo de varios días, lo único que pone al descubierto es el sobrevalorado interés que la planilla de rating tiene entre quienes toman decisión en la TV local. Nada cambiará para la industria que por centésimas se haya impuesto Telefe en 2015, o que los canales líderes hayan empatado en 8,4 puntos, una situación que nunca antes se había dado desde la creación de la televisión argentina.

¿No sería más interesante, en todo caso, que las dos personas que manejan los destinos televisivos argentinos discutieran con el mismo énfasis cuestiones artísticas y económicas que, por ejemplo, inciden en el desarrollo y la consolidación de una industria? ¿O que ambos programadores intercambiaran estrategias y experiencias para consensuar un diagnóstico que les permita comprender las razones por las que la ficción argentina no alcanza los altos niveles de audiencia que sí lograron productos extranjeros como Avenida Brasil y Las mil y una noches? ¿No deberían Suar y Yankelevich, pero también el resto de los programadores y los principales productores de ficción del país, analizar en conjunto los motivos por lo cuales la TV argentina perdió presencia en los últimos años en el mercado internacional?

La pelea por colgarse el cartel de “ganador del año” adquiere un sentido aún más frívolo al evaluar otras variables que se desprenden de la planilla anual en materia de audiencia, y que deberían ser objeto de la real preocupación de quienes hacen a la TV argentina. Uno de ellos, el más alarmante, sin lugar a dudas, es el que señala que en 2015 el promedio anual de la audiencia volvió a disminuir. Mientras que en la última temporada el encendido televisivo cerró con un total de 27,6 puntos de promedio de rating, en 2014 esa estadística se había ubicado en 28,1 puntos. Es decir: sumando los promedios de audiencia que a lo largo del año acumularon los cinco canales de aire, en 2015 la TV abierta volvió a perder televidentes. Una vez más. En relación a 2014, la merma en el encendido televisivo fue de 5 décimas. La TV abierta, o al menos su consumo tradicional, se sigue apagando. Lenta pero ininterrumpidamente.

La disminución en 5 décimas en la audiencia de un año a otro no sería tan grave si no se tuviera en cuenta que desde 2012, cuando el encendido alcanzó los 31,2 puntos, la TV abierta perdió casi 3 puntos de rating. La señal de alarma de los programadores líderes de la TV argentina debería ser más ruidosa y brillante aún si, a la hora de analizar la audiencia, se retrocede una década. Los 39,1 puntos de audiencia promedio que la TV abierta alcanzó en 2004 marcan que la TV abierta perdió 11,5 puntos de rating desde entonces. Para que quede más claro: desde 2004, a la TV abierta se le fugó alrededor del 30 por ciento de la audiencia, a la vez que la de TV por cable se incrementó (y eso sin contar el fenómeno de plataformas on demand). La impresionante pérdida de televidentes, ininterrumpida e imparable hasta el momento, pone en evidencia que la discusión acerca de qué canal ganó el 2015 es una disputa trivial en el contexto actual, que además nada aporta a la pantalla chica local. Apenas si puede servir para inflar algún que otro ego.

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