Lun 05.09.2016
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TELEVISION › ENTREVISTA A JULIETA ZYLBERBERG Y JUAN MINUJíN

“Hacer todo tipo de papeles nos mantiene despiertos”

Los actores protagonizarán desde hoy Loco por vos, que estrena esta noche Telefe. “La sitcom intenta establecer una complicidad extra con el público”, destacan, sobre un género que ya no es extraño a los ojos de los televidentes argentinos.

› Por Emanuel Respighi

Si la complicidad entre dos personas pasa por la cantidad de cosas que se dicen con solo mirarse, Julieta Zylberberg y Juan Minujín destilan la sensación de que podrían haber escrito varios ensayos sin pronunicar palabra alguna. La pareja que protagoniza Loco por vos, que esta noche estrena Telefe (lunes a jueves a las 21.15), parece haber alcanzado un estrecho vínculo profesional pero también humano tras los más de cuatro meses de grabaciones diarias. Durante la entrevista conjunta con Página/12, en ningún momento se interrumpen ni se pisan al hablar. La mirada entre ellos da paso –tácitamente, silenciosamente– al que debe comenzar una respuesta, o a la carcajada que dispara algún antiguo recuerdo que se entromete en el presente. Una complicidad que esta noche intentarán trasladar a la pantalla chica con la adaptación local de la sitcom Mad about you, que en la década del noventa protagonizaron en la televisión estadounidense Helen Hunt y Paul Reiser, interpretando a una joven pareja recién casada, que debe lidiar con la convivencia y sus –no pocas– neurosis.

La sitcom –comedia de situaciones– ya no es un género extraño a los ojos de los televidentes argentinos. Las adaptaciones locales que se hicieron en la TV local, desde la inoxidable y aún al aire Casados con hijos hasta La niñera, volvieron familiar el género del remate constante y la métrica perfecta. Incluso, la sitcom se volvió parte del zapping cotidiano, con la masividad de la TV por cable y las nuevas posibilidades de consumo que ofrecen Internet y las plataformas digitales, pagas o gratuitas, legales o ilegales. Loco por vos llega, entonces, con el aval de saber que no tiene que formar a una audiencia en un género que tiene características disímiles a las telecomedias argentinas, pero que ya no representa –como antaño– un obstáculo para provocar la risa.

La trama de Loco por vos hace foco en la incipiente relación entre Pablo (Minujín), un documentalista frustrado, y Nati (Zylberberg), una simpática relacionista pública. A seis meses de haberse casado, los tortolitos deben lidiar con los problemas habituales de los primeros tiempos de toda convivencia: las diferencias de hábitos, la dificultad para consensuar normas, la intromisión de las familias y de los/las amigos/amigas. Fernán Mirás, Marina Bellati, Agustina Lecouna, Damián Dreizik, Gino Renni, Adriana Aizenberg, Manuel Vicente, Pichu Straneo, Luz Palazón y Lucía Bonet con algunos de los actores que forman el elenco de la comedia de enredos que buscará hacer tandem en la pantalla de Telefe con Educando a Nina.

–¿Cómo resultó ingresar a un formato de sitcom, con un registro humorístico y actoral tan diferente a las novelas o tiras diarias argentinas?

Julieta Zylberberg: –No nos resultó tan distinto. Lo más extraño de haber hecho la sitcom fue acostumbrarse a actuar con las risas de la “claque” detrás, que estaba siempre en vivo en el estudio. Pero ese elemento extraño lo fue las primeras semanas, hasta que uno se habituó a actuar para la tele como si fuera teatro. El registro actoral fue similar, en tono de comedia pero bastante naturalista. Tal vez tiene un registro actoral más abierto, en un tono más teatral pero verdadero. No fue una experiencia rara. No nos sentimos descolocados por lo que hacíamos.

–Pero la sitcom tiene un ritmo de gag más pautado y esquematizado que el que poseen las comedias televisivas argentinas. ¿O no?

Juan Minujín: –Los libros tienen una elaboración más detallada que los nuestros. Tratamos de seguir el texto para no perder precisión. Sin embargo, seguir tal cual está el guión conlleva un riesgo. El humor tan bien escrito puede sonar artificial. Creo que la sitcom intenta establecer una complicidad extra con el público, a diferencia de la clásica telecomedia argentina que es un poco más cerrada. Al estar las risas en el estudio, hay una presencia inmediata del público. Claro que se trata de una supuesta reacción del público. Probablemente, después cuando se estrene, genere otras.

J. Z.: –Se suele decir que los cámaras y el equipo son el primer público. Si nos dejamos llevar por eso, creo que el programa va a hacer reír a los televidentes.

J. M.: –Pasó que, incluso, hubo aportes para remates de chistes del asistente de dirección, del director, de camarógrafos. Hubo mucho trabajo en equipo. Cuando veíamos que podía haber algo que no funcionaba, lo charlábamos entre todos. Pero siempre tratamos de que el histrionismo no tome más relieve que el libro y la situación. Loco por vos apunta más a la identificación que a cosas desopilantes.

J. Z.: –Es una comedia que atrae más por lo entrañable que por lo desopilante.

J. M.: –La sitcom maneja una estructura en la que te reís por acumulación. Tal vez el chiste, descontextualizado, no es genial, pero te causa mucha gracia porque tiene que ver con algo que quedó picando hace 10 minutos. Hay algo en los libros que funciona. No es que los actores nos estamos haciendo los graciosos porque hay que parecerlo.

–¿Hay lugar para la espontaneidad en el formato de la sitcom?

J. Z.: –Durante un mes vino un ejecutivo de Sony, que había sido productor de la serie e incluso había dirigido algunos capítulos, que nos sirvió de guía para indicarnos por dónde ir. Obviamente, tenía una manera muy estructurada, pero nos sirvió para encarrilarnos. En su visión, no teníamos que agregar ni siquiera una coma. Después, cuando se fue, nos apropiamos más del material y lo ablandamos un poco.

J. M.: –Lo adaptamos a nosotros, pero evitando el morcilleo y el relleno de por sí. Nos ayudó mucho el ejecutivo porque durante un mes no estuvo como supervisor, sino que estaba a la par nuestra, en las grabaciones, reescribiendo.

J. Z.: –Una de las cosas en las que hacía más hincapié era el hecho de que los personajes se amaban. Por ejemplo: si había una discusión en una escena, y nosotros íbamos a la guerra directo, nos decía que discutiéramos, pero que siempre dejáramos la posibilidad para que volviera el amor entre los personajes. Nada podía ser tan drástico como para que el amor no pudiera sostenerse.

–¿Cómo fue el proceso de adaptación de una serie que en la versión original se desarrolla en la década del noventa y en Nueva York?

J. M.: –Nuestra versión está adaptada a la Argentina y a la época actual. No quisimos hacer una serie retro, sino un programa que tuviera personajes identificables, en los que uno pudiera reconocerse. Es un matrimonio que se acaba de casar. Se fueron a vivir juntos, y están en medio de la situación de empezar a conocerse y a convivir. Mi personaje, por ejemplo, además de ser documentalista hace publicidades, institucionales, tiene una pequeña productora. Es un laburante que tiene el rollo de que no es reconocido por su trabajo. Los personajes mantienen la neurosis de los originales. Es una serie de dos neuróticos, como tantos hay en el mundo. La gracia descansa en esa convivencia y en el padecimiento de cada personaje.

J. Z.: –El tono no es tan lejano a lo que estamos acostumbrados. Es una ficción muy amable para el público. No es un nuevo formato que llega a la argentina.

–A nivel profesional, ¿sintieron el peso de ser los protagonista de una comedia que los tiene presentes en casi todas las escenas?

J. Z.: –Fue un trabajo exigente porque estábamos en todas las escenas y en todos los capítulos. Fue intenso y exigente. Sostener eso a lo largo de las jornadas era todo un desafío. Siempre había un momento en el día en que caíamos. El horario crítico era las 5 de la tarde. Ahí pedíamos algún tiempo muerto.

J. M.: –Salvo los viernes que a las 10 de la mañana ya caíamos... (risas). Funcionó muy bien que nos divirtiéramos entre nosotros. Entonces, el cansancio, el agobio de grabar todo en interiores y el trabajo de estudiar con justeza la letra, fue menos desgastante por el clima que había.

–¿Tan importante es el clima en el set? ¿No es una frase hecha?

J. Z.: –Para mí es indispensable. Si no hay buen clima, te querés matar, lo sufrís, no funciona y el trabajo se convierte en una pesadilla. Si lo tenés que hacer, lo hacés. En mi caso, concibo el trabajo formando equipos con buena onda, que tiren todos para el mismo lado. La actuación está muy ligada a todo lo que la rodea. El cuerpo muestra al personaje y a la persona que lo construye. Si se padece la grabación, indefectiblemente uno se automatiza.

J. M.: –Además, hay como una guerra interna en las escenas que termina siendo insoportable. Qué actor termina luciéndose más que otro... La desconfianza o el malestar es contraproducente para el actor y para la obra.

–¿Han vivido situaciones de no estar difrutando la actuación?

J. M.: –A mí me pasó de vivir situaciones que en vez de estar a favor de la escena, los actores involucrados estábamos más en una puja interna para ver quién metía más un bocadillo u otro. Se perdía de vista qué se estaba contando en la escena para que empezaran a jugar los egos. El lucimiento personal por sobre la historia atenta contra cualquier obra.

J. Z.: –Levantarte a las 6 de la mañana para compartir escenas con gente con la que no te llevás bien y a la que le tenés desconfianza, es dramático. Tenemos la suerte de tener un trabajo que está buenísimo, que es divertido, y cuando empieza a suceder eso, se torna imposible.

–¿Y qué rol cumplen los protagonistas en el set, más allá de lo artístico, como cabezas de grupo?

J. Z.: –La armonía en el set y el resultado final del programa depende de las cabezas de cada área, ya sea el productor, el director y los protagonistas. No sentí, de cualquier manera, que fuéramos arengadores de compañeros por ser protagonistas. Pero sin duda que ser protagonista te ubica consciente o inconscientemente en otro lugar.

J. M.: –El protagónico te ubica en otro lugar, quieras o no. En Loco por vos hubo muchos invitados. Siempre es complejo para cualquier invitado venir a hacer un solo capítulo y entrar rápidamente al código. En ese aspecto, tratamos de que los invitados se sintieran cómodos. Más que arengar teníamos que ser buenos anfitriones. Por una cuestión humana pero también porque todos hicimos alguna vez alguna participación y cuando no te sentís bien recibido se torna muy difícil exponer correctamente tu expresión.

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