TELEVISION › GéNEROS Y REGISTROS
› Por Emanuel Respighi
Los dos actores vienen en plena carrera ascendente. Tan ascendente que Loco por vos los trae a la pantalla chica con personajes muy diferentes a los que interpretaron previamente. A Minujín todavía se lo puede ver en El marginal (el jueves a las 22.30 se emite en la TV Pública el último capítulo de la serie), poniéndose en la piel de Pastor, ese oscuro y cerebral ex policía que se infiltró en una cárcel con una identidad reservada para desbaratar a una peligrosa banda de secuestradores. A Zylberberg se la vio en El rey del Once, la película de Daniel Burman en la que interpreta a Eva, una mujer muda, aferrada a un mandato religioso que la asfixia.
–Más allá de que se sabe que una de las delicias de actuar es poder ponerse en la piel de todo tipo de personalidades, ¿la comedia es el género que más se disfruta, que más satisfacciones da?
J. M.: –El trabajo es satisfactorio cuando siento que el conflicto que cuento me interpela y que tengo algo para aportar. Después, si el registro es comedia o drama, no me influye tanto. Ahora, si hacés seis meses de una obra dramática, en la que tu personaje la pasa mal todo el tiempo, ese compromiso artístico puesto allí puede hacer que termines liquidado cada día. La comedia puede hacer que el transcurso resulte más liviano, pero dar en la tecla de la comedia requiere de mucho esfuerzo.
J . Z.: –El compromiso es el mismo en cualquier género, pero es cierto que la comedia –si sale bien– es muy disfrutable. Lo que pasa es que no solo en la variedad está el gusto, sino que además hacer papeles tan distintos es beneficioso para la actuación. Loco por vos ya está grabada. Si ahora me hubiesen ofrecido empalmar con otra comedia, probablemente hubiera rechazado la propuesta, porque en ese rubro ya no tengo nada más para dar. Poder hacer todo tipo de papeles y en diferentes medios nos mantiene despiertos.
–El hecho de que la serie se grabó íntegramente sin haberse emitido, ¿es un factor a favor o en contra?
J. Z.: –Al principio fue un poco frustrante, porque el ciclo iba a salir en abril. Siempre te estimula que haya una devolución de la gente en la calle. Trabajamos muy relajados.
J. M.: –Yo prefiero estar siempre al aire. Más allá de la locura y las presiones del rating, hay algo de tratar de entender el programa y a los personajes que se me aparece cuando veo cómo rebota el ciclo en la gente. Terminás de entender lo que estás contando cuando empezás a ver lo que está entendiendo el otro. En el teatro esa respuesta es inmediata y está diseñado para que sea así. En la tele es mi primera experiencia de hacer una comedia sin que salga al aire. Nos tomamos el espacio, algunos mediodías, para ir viendo cómo iban quedando los capítulos, que nos servían para seguir puliendo los personajes. Pero una cosa es charlarlo nosotros y los productores, y otra es la mirada del público.
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