TELEVISION › FABIAN VENA Y TOMAS FONZI, LA DUPLA DE “MOSCA Y SMITH”, ANALIZAN LOS POLICIALES DE TEVE
El furor de los policías sin uniforme
Los nuevos Mosca y Smith repasan la TV policial y parapolicial de 2005, buscan razones para tanta ficción sobre inseguridad y concluyen: “Expresar sólo el temor de la clase media sería demasiado tendencioso”.
Por Julián Gorodischer
Sólo un policía en este set de grabación respeta el cliché: lleva traje azul, gorra y corbatín y habla con eses arrastradas. Se llama Coraje Abalos y es un ex Jugate conmigo, aquella comparsa juvenil de los ’90, único resabio del uniformado a la antigua: personaje muy secundario de Mosca & Smith en el Once, un tercero destinado a aportar contexto, apenas un actor soporte que circula para dar ilusión de marco urbano. ¡Queda viejo! Su presencia luce completamente anacrónica: la moda dicta policías cancheros, llenos de look diseñados por los incorrectos Agulla y Baccetti para la nueva temporada de Mosca & Smith... (que se estrena el próximo jueves a las 23, por Telefé). La nueva dupla, integrada por Fabián Vena y Tomás Fonzi –que reemplazará a Pablo Rago en el rol de Smith–, glamouriza los tiros y hasta el gatillo fácil, en esa compulsión a disparar al aire del personaje Smith que se ve, aquí mismo, en la grabación de un episodio. Ellos, en un rato, recorrerán una nueva mitología que logra el milagro: un lavado de imagen desentendido del referente real, que sólo podría inspirarse en rostros y voces del pasado. Lo admite Vena a Página/12: “Lo primero en que pienso es en un policía de mi infancia que venía a las fiestas y tocaba el bandoneón de oído”.
Los nuevos policías del cine y la TV aportan el espíritu heroico de las duplas estadounidenses de los ’70 y ’80, la cosa vocacional que se sentía en las andanzas de los Chips o los Starsky & Hutch, la infalibilidad letrada (por la alta calificación) que emana de una serie más actual como La ley y el orden (Sony, 2005). Ni Fabián Vena ni Tomás Fonzi, nuevos Mosca & Smith, son los únicos: la tele y el cine se llenan de policías como galanes seductores, más afines al piropo compulsivo que al apriete, lookeados en un vintage que no se ve ni en el Mercado de Pulgas (los Mosca y Smith), haciendo bromas y por fuera del lenguaje marcial (Adrián Suar y Nicolás Cabré, los agentes parapoliciales de Sin código) o borrados de una ciudad liberada en las flamantes ficciones sobre justicia por mano propia (en Criminal y Mujeres asesinas), incorporando el factor universitario cuando el psicoanalista se convierta en un agente para componer la dupla central de Tiempo de valientes, la película sobre “nuevos policías” de Damián Szifrón. Saben los Mosca & Smith, pioneros en el arte de componer al policía no tradicional, desde 2004, que el actor que hace de nuevo policía ejerce, todo el tiempo, la libre inspiración. “El mío es un grotesco de una especie de Mel Gibson, más joven, más feo, más sacado”, dirá Tomás Fonzi, entrenándose en hacer creíble a su policía imposible de jogging y vincha.
–¿Hay algo en común entre las nuevas comedias policiales?
Fabián Vena: –Las rige la responsabilidad creativa de cada uno que la hace, de cómo se plantee su reflejo de policías. Es cierto que muchos programas tienden a tocar el tema, y es difícil saber qué vino primero, si el huevo o la gallina. La de Mosca y Smith es una fórmula de héroes, tratando de resolver para el lado del bien, con rasgos de caricatura. Este es un mundo propio, con cosas de la realidad, pero tendiendo al humor.
Dispuesto a representar al policía, Tomás Fonzi extinguió las creencias asentadas sobre el uniformado. “Entendí que lo primero en que se piensa —dice– es en su mala imagen, en la maldita policía... para recién ahí decidir el camino que seguiría: no representar a ninguno que yo haya visto hasta el momento.” La ficción –insisten– no necesita buscar un reflejo, debería escaparse por la tangente del absurdo, como ahora mismo cuando los policías Mosca & Smith irrumpen en el Sex Shop de ficción para cazar a unos boqueteros que ingresaron por error. “Hubo un momento del año pasado –recuerda Fabián Vena– en que se creyó que estábamos generalizando en el retrato de nacionalidades. Después se calmó todo eso porque se dieron cuenta por dónde iban Baccetti y Agulla. Pero si vamos a hablar de crítica social, tendríamos que empezar por los políticos –sigue–, porque hay siete millones de poderes antes que el tipo que está acá custodiándonos. La fuerza está integrada por un gran porcentaje de gente que tiene vocación por el trabajo.”
–Sin código, Mosca & Smith, Mujeres asesinas, Criminal, Tiempo de valientes... ¿por qué esta obsesión por policías y asesinos?
Tomás Fonzi: –Al no circular otra imagen de policía que no sea el coimero, el corrupto, surge la necesidad de tomarse otras libertades para inventar otro tipo de policía. Es copiar el modelo yanqui del héroe cana, que tenemos tan incorporado los que vimos TV en los ’80. Por ahí destacaría Chips, por ese tipo de dupla con una metodología propia, yendo por afuera de la ley, el que dice: Yo me manejo como quiero porque soy la ley, y voy por afuera.
F.V.: –Sobre todo Sin código apareció con una fórmula idéntica a la nuestra. Supongo que tiene que ver con una moda: hace cinco años estábamos todos hablando del Gran Hermano. Y además hay una realidad insostenible: la inseguridad como una consecuencia sin sentido, con gente sin responsabilidad ni vocación para llevar adelante un país riquísimo. Me espanta una mirada simplista que es la que se suele instalar sobre la inseguridad.
T.F.: –Sí, se escucha mucha esa idea de que hay gente mala que viene y te mata.
Llegado ese punto del recorrido temático se impone la mención al último estreno parapolicial, en este caso una experiencia extraña llamada Criminal que se sitúa en los antípodas de Mosca & Smith, borrando al policía y consagrando al justiciero (Diego Peretti), con trasfondo trágico-testimonial pero, eso sí, unida a la creación de Agulla en su intención de resignificar. Aquí, el aggiornamiento llega de la mano de una utopía pro seguridad donde cada cual libera su compulsión furiosa como en Un día de furia sin humor ni parodia, menos grotesco que enrolado en las huestes de la bajada de línea por más mano dura. “No creo –dice Fabián Vena– que la ficción policial exprese sólo el temor de las clases medias a ser amenazadas por los pobres: eso sería demasiado tendencioso. La gente que está metida en Criminal (donde trabaja su mujer, Inés Estévez) no tendrá la liviandad de quedarse en eso. Pero uno escucha a comunicadores que te llevan a un lugar ¡tan banal!”
T.F.: –Me hace ruido cuando a las historias sobre inseguridad les falta análisis, la gente se queda con lo primero que ve, y apoya a un tipo al que le mataron al padre y sale a matar, y punto. O cuando se subestima a la gente pensando que por mostrar a alguien con un arma en la mano, el espectador va a salir a matar. Ni un extremo ni el otro. Primero habría que dejar en claro que ¡es ficción!
Esa ficción se acopla a la revisión de series viejas que es furor desde que Telefé importó el formato de La niñera, en 2004, y abrió el juego a una invasión de sitcoms (Casados con hijos, ¿Quién es el jefe?). También en Mosca... o en Sin código rige la lógica del gag, el remate rápido y al pie, el humor físico que se corporiza en la torpeza de Axel (Cabré), en Sin código, o en la ansiedad hiperquinética de Smith (Fonzi) en Mosca... Vuelven, este año, las risas provocadas por tropezones o equívocos como en la comedia blanca norteamericana, como si se atemperara la carga de El Tema, cada vez que un oficial (de la ley o de una agencia de seguridad) aliviana su estigma social ejerciendo la práctica de la seducción, entregado al levante, a la coquetería, a los cuidados personales o al pudor de haber sido confundido (en Sin código) como gay por consumar una extraña convivencia entre varones. Será, tal vez, un agente que se muestre curioso por aprender usos y técnicas non sanctas, en Mosca & Smith, de recorrida por el sex shop.
–¿Qué dirían como espectadores de otros programas del boom?
T.F.: –Elijo el unitario Mujeres asesinas, porque está bien hecho, porque toca el crimen sin morbo y con seriedad y porque todas las participaciones especiales han sido geniales.
F.V.: –Criminal me interesa porque tiene una factura técnica impecable. Y sé que la gente que trabaja ahí no cree en una idea simple de la justicia por mano propia, y lo va a complejizar sin quedarse en una mirada inocente o lineal.
–¿Cómo rendirían homenaje a sus fuentes?
F.V.: –Yo arrancaría nombrando la serie Dos tipos audaces, una de mis favoritas con Roger Moore y Tony Curtis: dos que la pasaban bomba. Y Starsky & Hutch por pasar la vida en el auto y tender a la dinámica de humor y tiros... Veo como nuestro precursor a Maxwell Smart, de El súper agente 86, con ese humor tan parecido al del Chavo.
T.F.: –Yo me quedo con El superagente, a pocos días de la muerte de Don Adams, con esa mezcla de ingenuidad y suerte que nos prefigura... eso que, bien usado, aporta a la solución de cualquier problema.