Martes, 24 de julio de 2007 | Hoy
TELEVISION › “PRISON BREAK”
Siguiendo el efecto 24, una conspiración se adueña de la trama de la serie de FX.
Por Mariano Blejman
Es cuestión de mirar atentamente la superficie, para descubrir lo que hay en el fondo: aquello que sobresale, suele mostrar –por pequeñas que sean las pistas– datos sobre lo que está oculto. Ha sido una constante en la serie Prison Break, desde su comienzo, la capacidad de los guionistas de ir abriendo nuevas dimensiones latentes, pero que todavía no habían sido desarrolladas en su totalidad y que esconden la “verdadera historia”. Hoy a las 22 se estrena por FX (la señal hermana de Fox que busca posicionarse en la grilla del cable) una nueva temporada de la serie que inicialmente mostraba un impresionante escape de la prisión de Fox River. Y lo que había comenzado como una serie de trama acotada –Michael Scofield se hacía detener para salvar a su hermano Lincoln Burrows, condenado a muerte por un crimen que no cometió (hay que decirlo: suena a Brigada A)– se convirtió en una trama imparable que incluye una red de grupos parapoliciales, mafias enquistadas en el poder de la presidencia de los Estados Unidos (¿o el poder en sí mismo?) y una historia familiar, que –como suele suceder para el habitual desconsuelo del televidente– siempre termina en tragedia.
El nuevo capítulo de Prison Break es la síntesis de la antítesis que había propuesto el comienzo de lo que en Estados Unidos fue la segunda temporada, pero aquí fue la primera parte de la tercera (¡ay, los programadores!): si en la temporada inicial Michael Scofield luchaba contra su propia memoria –era él quien había construido la cárcel de Fox River tiempo atrás y había tatuado los planos en su cuerpo para salir con su hermano en andas–, una vez consumado el acto del escape (hacia el final de nuestra segunda temporada), el traslado de la trama a la “vida real” fue abriendo tanto nuevos escenarios como descubriendo historias ocultas y estirando el abanico de complicidades impensadas en el comienzo de todo. Aunque se trate de historias absolutamente esperables en el contexto del efecto 24, protagonizada por Jack Bauer (se sabe, Kiefer Sutherland).
“El enemigo de mi enemigo es mi amigo”, les dice el agente Kellerman (Paul Adelstein) a los hermanos Michael (Wentworth Miller) y Lincoln (Dominic Purcell), promediando el primer capítulo, titulado “John Doe”, que se verá hoy sin cortes publicitarios. Hasta hacía pocos capítulos, Kellerman era uno de los asesinos más eficaces de La Corporación, que perseguía a los hermanos para borrar las pistas que iban hasta el supuesto muerto Terrence Steadman, detenido e incomunicado en algún lugar (aquí estará seguramente la última punta del iceberg). Pero la capacidad de los hermanos para escapársele había ido demasiado lejos con el propio asesino: una máxima no escrita de La Corporación dice que aquel que no cumple su trabajo debe ser eliminado por inútil. Al cierre de la temporada anterior, el asesino Kellerman y sus víctimas en cuestión terminan trabajando juntos, para salvar sus vidas en un caso y por despecho o venganza en el otro... que termina siendo lo mismo.
El problema de fondo que va apareciendo en la superficie de Prison Break, ése que estaba escondido en los detalles iniciales, ha convertido a la serie en una propuesta radicalmente diferente de la inicial. En su afán de mantener las tensiones al extremo, de hecho, el televidente podría comenzar a pensar que la serie debería haberse llamado de otra manera. Al menos por ahora, aquella prisión impenetrable y kafkiana que sólo proponía el encierro como manera de transcurrirla ha quedado olvidada en la trama de lo que se viene, con la estructura narrativa puesta en demostrar que toda serie que se precie de ganar algún premio importante tiene que involucrar alguna conspiración contra el gobierno norteamericano, perpetrado desde dentro. Pero lo que el espectador debería comenzar a preguntarse ahora que en Estados Unidos está confirmada la “real” tercera temporada es, en esta estructura cerrada sobre la base de una sola historia –diferencia fundamental con 24–, a cuántos personajes más pueden matar los guionistas de Prison Break antes de que se les acaben los protagonistas.
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